Antonio-Pedro Tejera Reyes
Hace ya unos pocos años, introducimos
en la carrera de Técnico de Empresas y Actividades Turísticas, en nuestra
Escuela de Turismo, situada en la Villa de
la Orotava, que tutelaba la UNE, la materia de la Cultura de Paz, sobre
cuya necesidad tuvimos una excelente acogida por el entonces rector de dicha
institución, al cual hicimos una amplísima exposición del contenido de la
misma, basados en nuestras experiencias aportadas por el trato fundamental que
desde el año 1996, habíamos sostenido con la Universidad para La Paz (UPAZ),
organismo creado en 1980 por las Naciones Unidas (ONU) con sede en Ciudad
Colon, Costa Rica.
No fue en vano la experiencia. El
profesor Diego Mendoza Muñoz, amparado en su título otorgado por la misma
Universidad para la Paz y nuestro instituto de estudios turísticos
internacionales, desarrolló un interesante trabajo que no tuvo continuidad por
la desaforada persecución a la que es-tuvimos expuestos por quienes veían
peligrar sus obsoletos programas impuestos desde la autoridad pública, por
llamarla de alguna manera.
La Cultura de Paz, se imparte hoy en
varias universidades mundiales, incluida en la parte humanística de ellas, sobre las bases que con sumo cuidado y
excelente programación, ha venido aportando la célebre UPAZ, en nuestro
principal periplo regida por el Dr. Francisco Barahona, con el eficiente apoyo
de los profesores Gerardo Budowski, Felipe Matos – tristemente fallecidos - y
la inolvidable Marie Laure Lumineur, la cual preparó un sobresaliente programa
sintetizado sobre el tema Cultura de Paz, que fue impartido en Tenerife y Las
Palmas, con un señalado éxito. Mas tarde, en el año 2011, este programa fue la
base sobre la cual una profesora nuestra llevó al XXI Congreso de la
Confederación Panamericana de Escuelas de Hotelería, Gastronomía y Turismo,
como componente de nuestro instituto, un programa sobre la Cultura de Paz y el
Turismo, que tuvo un señalado éxito ante cientos de asistentes a tal acto. Fue
como la culminación de un largo y laborioso programa que tocaba a su fin,
debido a torcidas manipulaciones con fines inconfesables.
“No hay cosa mejor que alegrarse de
hacer bien en la vida. Esa es la recompensa.” (Eclesiastés 3)
No nos cabe la menor duda de que
estamos escribiendo para aquellas personas que su talante es la comprensión, la
justicia y la razón, todo esto basado en la honestidad y la honradez en todos
sus actos, algo que desgraciadamente estamos viendo perderse cada día más,
agobiados por la iniquidad, la maldad y la injusticia, todo bajo el signo de la
vanidad y el mercantilismo más feroz.
Estamos ante un mundo que nos deja
perplejos cuando vemos las cifras de algunos países en sus trabajadores parados
y sus inmensos paraísos de organismos oficiales y para-oficiales, que no sirven
para otra cosa que, para conseguir votos seguros a la hora de ganar unas
elecciones manipuladas por su criterio absolutista, con el fin de poder seguir
los mismos en el poder para que nada cambie.
Formamos parte de una sociedad
enferma que a los que quieren cambiarla se les persigue con la fuerza del poder
constituido democráticamente, y se les maltrata, humilla, desprestigia y descalifica,
con el fin de seguir disfrutando y aprovechándose siempre del mismo escenario.
Esta es la razón por lo cual la
Cultura de Paz, no se pueda arraigar en países absolutistas que practican la
envidia y la fuerza del poder constituido, como un recurso para imponer sus
criterios mercantilistas y políticos, como hemos venido denunciando
públicamente desde hace ya muchos años a través de los medios de comunicación y
foros en los cuales colaboramos.
No debemos ignorar, que existen
factores y variables en nuestros entornos que no son controlables por nosotros,
o lo son solo parcialmente, lo que puede obstaculizar en parte la labor de
promoción de relaciones pacíficas. Sin embargo, a pesar de ello y lejos de
proponer una meta irrealista, La Educación Para la Paz apuesta al potencial de
las personas, a su capacidad para crear condiciones de vivencia sanas y tener
de ese modo un efecto multiplicador al sumarse cada día, un número más alto de
personas que aceptan participar en el reto
Difícil y complicada situación cuando
en las redes internacionales pululan por doquiera acciones de violencia
amparadas en gestiones mercantilistas que son apoyadas por unas administraciones
públicas donde la honestidad parece estar reñida con los más evidentes signos
del progreso, al igual que la justicia y la razón.
Hoy, amparados en el movimiento
mundial del turismo que está transformando al mundo, apoyan-do el culto a la
amistad, a “la buena fe como norma en los negocios y en las profesiones, el
aprecio a toda ocupación útil y a la dignificación de la propia en servicio a
la sociedad”, como dicen los principios de Rotary, queremos ver un panorama
donde la Cultura de Paz, que produce esa impresionante conquista de la
comunidad mundial, sirva con sus propios fines, para concienciarnos a todos
sobre la necesidad del conocimiento de la comprensión, la tolerancia y la
amistad, para conseguir un mundo donde su habitabilidad esté regida por unas
normas decentes, honradas y honestad cuyas bases sean, precisamente, la cultura
y la paz.
Sumidos en la desesperación, de ver
desaparecer los más importantes valores de la sociedad, nos queda la esperanza
de que el mal tiene que tener su fin, como lo tiene todo en esta vida.
Castigados y maltratados con “el
amargo sabor de la injusticia”, por no seguir el trillado camino de la
ignorancia y la aceptación a las leyes impuestas por administraciones públicas
totalitarias y corruptas, seguimos nuestro camino inspirados en la frase de
quien fuera nuestro profesor hace ya muchos años, el poeta gomero, D. Pedro
García Cabrera: “La esperanza me mantiene”.
*(Del Grupo de Expertos de la
Organización Mundial del Turismo, UNTWO)
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