AQUELLAS FIESTAS DE JULIO EN
EL PUERTO DE LA CRUZ EN AQUELLOS AÑOS IDOS DE MI JUVENTUD
Agustín Armas Hernández
Mucho se ha escrito acerca
del Puerto de la Cruz, de su historia y de sus hijos más ilustres. Se han
homenajeado a los más distinguidos y muchas de las calles portuenses llevan sus
nombres, para perpetuarlos. Mas no están todos los que debieran estar para que fuera completa la lista de estos
insignes personajes de nuestro querido terruño ni se les ha otorgado homenaje
alguno.
De dicho cuadernillo se
desprendía el importantísimo papel que nuestro Puerto desempeño en el pasado
tinerfeño, por su categoría comercial, por su situación estratégica, por la
riqueza de su zona –a pesar de ser entonces muy reducida-, por su ventajosa
situación climática y por su excelente producción vinícola que le hacía figurar
en el extranjero como el pueblo más floreciente y próspero del Archipiélago.
Así lo hace constar el anónimo autor del citado cuadernillo al <<Excmo.
Sr. >> a quien lo dirige, al decir que el <<Puerto de la Orotava es
el segundo de las Islas Canarias, no precisamente por su población>>
-aunque ya el Puerto, por esta fecha, tenia 4.000 habitantes y unas 800 casas,
<<sino por el grande comercio que hacen lo vecinos con los vinos de la
circunferencia. Todos los años se acopian en el Puerto de cinco a seis mil
pipas de vino, con cuyo fruto se logran de Inglaterra muchos artículos de
primera necesidad, de convivencia, y de placer. Estos vinos puestos en pipas
que tengan igual medida que las de la isla de Madera, los ingleses los beben
como si fueran de aquella isla, pues también los disfrazan para lograr buena
venta>>.
Yo me imagino al entonces
floreciente y prospero<< Muelle Viejo>>, abarrotado de toneles de
exquisito mosto, mezclado con la guinda del país y el agua ardiente de Francia
y de Borgoña, suavizado con otros ingredientes para hacerlos más generosos y me
imagino, también, la hermosa bahía del <<Limpio>> llena de
bergantines, de goletas, de grandes naves de recortada belleza y de diferentes
nacionalidades ó, quizás, aquellas que servían para hacer los viajes a lejanos
países y que eran propiedad del naviero portuense don Matías Domínguez. Sí; me
las imagino arribando a puerto para transportar la preciada carga, los vinos de
Malvasía y del Malpaís; los vinos tinerfeños, los vinos de Orotava, embarcados
por su Puerto.
Pero sigamos a nuestro
anónimo escritor en su interesante descripción: <<No hay un pueblo en las
Islas de Canaria, donde se fomente el Comercio, donde los Almacenes estén
provistos, y donde las casas comerciales sean más ricas y más sólidas>>.
<<Los vecinos son por
lo general tan dedicados al comercio,
que en las mujeres cargan encima de la cabeza unas canastas de ropas, y efectos
extranjeros, y caminan 5 ó 6 leguas por sierras y barrancos a los lugares más
infelices a vender sus efectos y así vive un número de personas que de otro
modo sufriría muchas privaciones>>.
<<Es lugar pedáneo
sujeto a la jurisdicción de la Villa de la Orotava y esta calidad hace poco
honor al pueblo que merecía por descontado tener la consideración de Villa
exenta de jurisdicción con su Alcalde Ordinario>>.
<<No se conoce en él
fábricas, pero si son muchos los adelantos que ha hecho en preparar los vinos
para que tengan mejor despacho en el Norte>>. Por este tiempo escaseaba
demasiado el agua y varias calles estaban aún sin empedrar: sin embargo veamos
como todo esto era fácil de solucionar, pues el documento nos dice: << Si
S.M. se dignarse hacerle la merced de Villa con jurisdicción exenta, entonces
tomarían los alcaldes otro interés en su fomento; pues hasta por el medio de
subscripción emprenderían obras útiles según me han asegurado algunos
pudientes>>. En este año de 1804
se empedró la calle de Quintana y se llevaron a cabo algunas reformas en la
pendiente Calzada de Martianez, el rico genovés don Luis Lavaggi edificó su
casa de la calle Blanco que antes había sido propiedad de don Manuel Álvarez y
en la cual nació, en el año 1796, nuestro eximio historiador don José Agustín
Álvarez Rixo.
El Ayuntamiento lo componían
los siguientes señores: Alcalde Real, don Bernardo Cologan Fallón; diputado de
Abastos, don Antonio Negrín Sarmiento y personero sindico, don Tomás Cullen.
En este mismo año de 1804 se
registraron dos hechos importantes: el fallecimiento, el día veinte de julio,
del célebre escribano don Nicolás de Curras y Abreu, que fue enterrado en la
capilla de los Lindos o de Animas (hoy de la Virgen del Carmen – Parroquia
Matriz), a quien sustituyó su pariente don José Álvarez de Ledesma, y la visita
pastoral que en diciembre nos hizo el obispo Verdugo, quien se alojo en la casa
que en la calle de la Oposición poseía don Dionisio O´Daly (hoy Agustín de
Bethencourt).
Dejemos estos datos y sigamos
la lectura del interesante documento: <<También cuenta el Puerto de la
Orotava con algunos labradores que han roturado, y están roturando tierras de
la jurisdicción que estaban abandonadas,
y por las que paga un canon perpetuo al Ayuntamiento de La Laguna, que servirá
de obstáculos a la mejora de las tierras mismas, si no se adopta el plan que se
propondrá al tratar de los propios de La Laguna>>.
OTRAS CURIOSIDADES DEL PUERTO
DE LA CRUZ DE AQUELLOS AÑOS: Un teatro y un cine existían en el Puerto de la
Cruz en los años 50:<< El teatro Tophan>> y el <<Cinema
Olimpia>>, ambos pasaron a mejor vida. El primero destruido para hacer un
hotel, y el segundo para edificar un centro comercial. ¿Quién no los recuerda? Por el escenario de Tophan pasaron las
mejores compañías de zarzuelas de España, y en su sala se efectuaban aquellos
magníficos y elegantes bailes de blanco y negro, que se programaban en las
fiestas de julio.
En El Olimpia, además de proyectarse los
mejores films, se llevaban a cabo los bailes llamados popularmente de
<<baños turcos>>. Hoy esta forma táctica no se estila, puesto que
han cambiado los tiempos. Una sola piscina había en el Puerto de la Cruz, que
ubicada en la playa Martínez, ostentaba su mismo nombre. En sus instalaciones
se podía, además de zambullirse en el refrescante líquido, disfrutar de un
selecto bar restaurante donde se servían las mejores comidas y bebidas, tanto
nacionales como extranjeras; saciar el apetito y la sed no era problema en la
popular e inolvidable piscina de Martiánez. En sus amplias terrazas también se
organizaban grandes y divertidos bailes
de tarde- noche, amenizados por la estupenda, y también recordada,
orquesta Manigua.
Dos eran los restaurantes más
famosos y distinguidos del Puerto de la Cruz de aquella década ambos de grato
recuerdo: << El Rancho Grande>> y el <<Miramar>>.
Estaban muy cerca el uno del otro, a poco más de cincuenta metros, en el paseo
San Telmo, aunque el Miramar tenía la entrada principal por la calle Corales,
¿lo recuerdan? En el popular Rancho Grande, también se hacían fiestas
bailables, muy amenas y divertidas. Este restaurante ha sido reconstruido y lo
rigen en la actualidad unos alemanes. En cuanto a Miramar, desapareció del
mapa, y en su lugar surgió un edificio de apartamentos. ¡Qué pena que se
perdiera aquel y otros pintorescos riñones del antiguo Puerto de la Cruz!
Tres farmacias cubrían las
necesidades de la población portuense de aquellos años de mis amores. A saber:
la de D. Luis Espinosa (<<Estrada>>), ubicada en la calle Esquivel
número de teléfono 120. La de doña Asunción Curvelo, en la calle de San Juan. Y
la de San Felipe, cuyo número de teléfono era el 64. A esta última farmacia, mencionada, le tocó hacer la guardia en las
fiestas de julio del año 1954.
Los centros culturales que
existían en la misma época, en la cuidad
turística, eran los siguientes: Colegio de Formación Profesional, ubicado en la
calle Pérez Zamora, hoy restaurada y convertida en “Casa de la Juventud”. Museo
de Arqueología Canaria y Arte Contemporáneo, en la calle Quintana número 12, y
el Instituto de Estudios Hispánicos, en la misma calle e igual edificio.
En este cultural Instituto,
de todos conocidos, además de exposiciones de pintura y escultura, etc., se
siguen impartiendo los famosos cursos de invierno para extranjeros, que en
combinación con la Universidad de La Laguna, han cosechado muchos éxitos.
También en la sala de este importante centro cultural se siguen ofreciendo
conferencias, sin y seguidas de coloquios, donde el conferenciante, después de
exponer el tema, pasa a la disertación y al coloquio con los asistente. Ejemplo
de ello eran, <<La tertulia de los Iriarte>>. Hoy, no sé por qué
razón, no se imparten.
No quiero dejar pasar este
articulito y la oportunidad que me ofrece este distinguido rotativo EL DIA,
para felicitar y agradecer al presidente y directiva del Instituto de Estudios
Hispánicos de Canarias, (I E H C) por el magnífico ciclo de conferencias que
nos ofrecieron hace algún tiempo , titulado: <<El legado cultural de
España al siglo XXI>>. En dicho evento intervinieron la flor y nata de la intelectualidad española. Veamos
sus nombres y temas tratados por cada uno de ellos: Dr. José Luis Pinillos
(profesor emérito de Psicología), << El legado cultural de España en un
mundo postmoderno>>. Dr. José María Jover Zamora (profesor emérito de
Historia Moderna de España y de Historia Universal Contemporánea), << La
civilización como objeto de conocimiento histórico>>. Dr. Fernando Chueca
Gaitia (arquitecto y académico de la Real
de Bellas Artes de San Fernando),
<<La arquitectura: del historicismo al racionalismo. Dr. José
Manuel Pita Andrade (profesor emérito de
Arte Moderno y Contemporáneo), >> La pintura luminista>>. Dr. José
Manuel Alvar López (profesor emérito de Lengua Española), << La poesía de
Luis Rosales>>. Dr. Domingo García-Sabell Rivas (presidente de la Real
Academia Gallega), << La aportación literaria de Galicia>>.
Para todos ellos:
conferenciantes y organizadores, mis más sinceras felicitaciones.
Posdata: espero que a estos
conferenciantes, por sus mentes lúcidas e inteligentes y una facilidad de palabra impresionante,
vuelvan a deleitarnos con nuevas
conferencias…
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