Rosa Valcárcel
Viajar es imaginar palacios encantados,
ceremonias de amor que se contorsionan
entre seducción de corpiños, miriñaques
y estrellas que rozan
la desnudez del agua
Seguir la pandereta del guía,
la luz de las grietas que busca el jadear
de una vela, la sonrisa de una bestia.
Escuchar los acontecimientos de otras vidas.
Manosear cartas de muertos, sudarios,
harapos, vestidos de boda.
de segunda mano
Atravesar con pies y manos escaleras sin barandas,
el hálito de las pitonisas, las revelaciones de la
sangre
coagulada. Flotar con las momias bajo
el vacío de una ola.
Viajar es arrastrar contigo tu jaula,
alejarse, regresar.
Por eso te narcotizas
te crees invulnerable,
como si la muerte no pudiera engullirte
en vacaciones, como si los aviones
viajaran más rápido que su amenaza.
Las antiguas civilizaciones muestran
el proscenio y las bambalinas del cielo,
las ascuas de cadáveres irreconocibles,
los idilios rosas que envuelven
el hechizo de estar vivo
en una Tierra moribunda.
Muestran la paz mezclada con la guerra,
muestran que la Nada es
más fuerte que el Todo
Del libro Himno a la vida
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