Agustín Armas Hernández
En la arena de la playa,
junto a la orilla de la mar
donde tienes tu capilla
hoy venimos a rezar.
Con la brisita marina
y el olor a yodo y a sal,
estaremos muy a gusto
y así podremos dialogar.
a la ribera del mar,
donde tierra y mar se unen
en un abrazo eternal.
Te pediré por mis gentes,
aquellos lobos de mar
que tú un día te llevarás
a ese mar celestial;
Donde las aguas son limpias
y no hay nunca temporal.
son sustancia celestial.
Deja Madre que aquel día,
cuando tenga que partir,
reunirme yo con ellos
y nunca más separar.
Madre mía del Carmelo,
Reina del cielo y la mar.
Tú sabes lo que queremos
¡Qué no nos dejes de amar!
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