Pedro Ángel González Delgado
Escuchábamos esta misma semana, no sin cierto asombro, al
concejal de Fiestas del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz manifestar que
todavía no sabía cuál era su despacho. Se está ya próximo a cumplir un mes en
el gobierno, pero justificaba esa ausencia de despacho por, según él, el
volumen de trabajo que había tenido que realizar, a pesar de reconocer que el
trabajo de las Grandes Fiestas de julio ya estaba hecho desde el mandato
anterior y, además, afirmaba que de todo se encarga la empleada municipal
gestora de fiestas. Y claro, superado el asombro, la duda de cualquier mortal
no puede ser otra que la de cuestionarse qué trabajo es ese que se ha tenido que
hacer si ya estaba todo organizado, o prácticamente todo porque faltaba
designar pregonero. La respuesta está en las redes sociales. No es otra que la
de posar para fotografías. Nunca antes unos ediles habían servido tanto de
modelos para Facebook, Twitter e Instagram. De todos hay fotos y desde todos
los ángulos, confundiendo las redes sociales institucionales con las del
Partido e, incluso, con las personales. Para realizar un correcto reparto de
áreas que, al final, ni siquiera fue correcto, se tuvo que aguardar
pacientemente. Nunca antes se había tardado tanto en conocer cuál iba a ser la
distribución de las áreas y las concejalías del Ayuntamiento, es decir, a qué
se iba a ocupar cada concejal. Pero todo tiene un motivo, pues no vaya a ser
que la foto salga movida si se hacen las cosas rápidas.
Marco - sin ese - González tiene una virtud. No debe doler
prendas reconocérselo. Le gusta el “postureo”, y eso, hoy en día, en política
parece que es una virtud. Ya apuntaba maneras antes de entrar a la política,
cuando se ocupaba tanto en el escenario como en las bambalinas de éste de las
cosas de las artes escénicas. Solía estar más detrás que sobre el escenario,
pero también alguna coreografía se marcó. Ahora le toca estar sobre el
escenario de la política municipal, y los portuenses parece que tenemos que
acostumbrarnos a verlo, día sí y día también, a todas horas, en las redes
sociales municipales de las formas más variadas. Tal es así, que se le puede
ver sentado en una reunión como oliendo una flor o, incluso, paseando por el
muelle mientras un empleado municipal lo sigue sacándole fotos cada vez que se
para a saludar a alguien. Suponemos que el empleado municipal, operario, estaba
de descanso y no encontró otra mejor forma de disfrutar de su tiempo que seguir
a su líder para tomar las mejores instantáneas de éste. Y es verdad que se nota
la diferencia con el anterior alcalde Lope Afonso, que destacó siempre por su
humildad, incluso timidez en algunos casos, seriedad y saber estar. Pero ya lo
decía el líder de los socialistas portuenses en campaña: el que no está en
Facebook no existe. Y claro, esa obsesión por figurar ha hecho creer al nuevo
gobierno municipal portuense que las redes sociales del Ayuntamiento no tienen
una función institucional, sino de propaganda personal, como si fueran suyas.
Es como si uno quiera darse un baño en el muelle y dijera, aparco en zona
peatonal detrás de la Real Casa de la Aduana que para eso soy amigo de la
familia. Claro, el problema viene cuando se olvida de echar el freno de mano.
Quizá los actuales dirigentes también se pasen de frenada en esto de las fotos
que, por lo que parece, para ellas sí hay tiempo.
Ninguno estamos libre de pecado. Y las redes sociales son
un ejemplo de ello, como ya ha apuntado algún pensador. La vanidad se recrea en
el Facebook, que bien utilizada puede ser una herramienta útil, pero su uso
excesivo o convulso no deja de ser una extrema llamada de atención de la propia
influencia que, por ejemplo, un político de forma narcisista quiere realizar,
cuando invadido por la soberbia y su propia debilidad en la confianza de sí
mismo, tiene constantemente la necesidad de alimentar su ego. Lo mismo sucede
con Instagram, cuando algún político no consigue controlar sus impulsos y
necesita constantemente verse reflejado en la red social, con la obsesión de
saber cuántos “me gusta” tiene. Lo dicho, ninguno estamos libre de pecados,
pero lo importante es no dejarse consumir por ellos y, por lo que vemos,
algunos nos paramos a pensar y otros, sin embargo, ni siquiera tienen tiempo
para planificar en su despacho. Ahora, eso sí, para fotos sí hay tiempo.
Totalmente de acuerdo.
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