Salvador
García Llanos
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del edificio ‘Iders’, abandonado a su suerte desde hace muchos años, tantos que
vio hasta un cambio de denominación en la vía donde se ubica, en el Puerto de
la Cruz, ahora avenida Familia Bethencourt y Molina. Con el nuevo mandato,
parece que resurgen los intentos de solución para un impacto urbanístico que
refleja una cierta decadencia del corazón turístico de Martiánez.
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que son expresión de voluntades: se trata de eso, de encontrar alternativas al
estancamiento, fruto de una situación urbanística complicada en la que inciden
las diferencias entre la multipropiedad. Hasta eso: la comunidad de
propietarios aparece disuelta.
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que, dadas las circunstancias, habrá que tomar con cautela si bien es positivo
que los nuevos gobernantes hayan tomado la iniciativa, la afronten con seriedad
y en el marco competencial correspondiente exploren vías para desbloquear,
incluida, según algunas fuentes, la expropiación. Ahí tiene mucho que decir el
Consorcio de rehabilitación que dispone de la segunda fase del Plan de Modernización,
Mejora e Incremento de la Competitividad, el denominado PMM II, que sugiere
algunas líneas de actuación.
Lo
importante es que esa voluntad se plasme con decisión consensuada entre las
partes. Que éstas conozcan los pasos que se quiere dar. Que haya transparencia.
Y que el seguimiento sea primordial para una satisfactoria ejecución. Se trata
de una decisión estructural. Hay intereses en juego y es natural que prime la
claridad para superar, si es posible, la controversia.
La
impresión es que todos quieren una solución: los responsables
político-administrativos, los propietarios -aunque, como comunidad estén
disueltos- y los ciudadanos en general que han visto pasar el tiempo con un
adefesio en el que se cebó una suerte de maldición a raíz de haberse detectado
una afección parcial de aluminosis que obligó a medidas enredadas en un bucle
al que ahora intentan -esperemos que con acierto y éxito- eliminar nudos.
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