José Peraza
Hernández
Esta
ciudad portuense, como marinera ha realizado esté edificio de nombre “Castillo
San Felipe”. Para el disfrute, y espacio cultural, de interesante, en el que
podrás encontrar, esté Castillo San Felipe el que se encuentra ubicado junto a
Playa Jardín, en dicha ciudad de Puerto de la Cruz, junto a la costa de la
playa jardín, en esta bella isla de Tenerife.
Esté
Castillo de nombre de San Felipe, fue fortín de estilo colonial el que
construido en el siglo XVII para defender la ciudad de los ataques de piratas y
corsarios.
Esto es
historia ya plasmada en libros y publicidad, la que añado a este artículo, para
que se conozca siempre allá donde llegue.
Añadiendo
antes de proceder a realizar el siguiente capítulo del que se va a celebrar hoy
que, el castillo cuenta con una planta pentagonal de dos alturas, y
antiguamente estaba rodeado por un gran foso con un puente levadizo, el cual
actualmente ha sido reemplazado por una pasarela fija.
El
Castillo San Felipe ha ido deteriorándose con el paso de los años. Fue
reformado en el siglo XIX, cuando adoptó la estructura arquitectónica que puede
contemplarse hoy en día.
Durante el
paso de los años, esta singular edificación, además de para defender nuestras
costas, también ha sido utilizada para muchos otros fines, como lazareto,
enfermería, e incluso como restaurante.
Esta
insólita edificación ha sido catalogada como Monumento Histórico Artístico desde
1949. Ahora el Castillo San Felipe, el que se encuentra en un buen estado de
conservación, y en su interior alberga un interesante espacio cultural donde se
celebran exposiciones, conciertos de música clásica, recitales poéticos, así
como un largo etc.
Ahora,
partimos con la presentación como estaba previsto sobre el título del libro
sobre los secretos cubanos de Agustín de Betancourtpor.
En la
tarde noche del martes del
martes, 6 de noviembre, en el espacio cultural del Castillo San Felipe. De la autora Olga W. Egórova, profesora de la Universidad Técnica
Estatal de Moscú.
El evento, organizado por el área de
Cultura del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, fue presentado y conducido
por Isidoro Sánchez García, especialista e investigador de
la obra del insigne ingeniero portuense.
El acto fue abierto por la teniente de
alcalde Sandra Rodríguez, posteriormente hablo Isidoro, a su terminación le
paso la palabra a la autora
Olga W. Egórova,
Al finalizo el acto, fue con un recital
musical de Othoniel Rodríguez.
Hay que decir que la sala de encontraba
llenas. Una charla muy interesante, y posteriormente se procedió a realizar la
foto de familia.
Tengo que decir que el amigo del Diario
“Puertodelacruz.com”, había publicado un repostaje, donde habla de la
trayectoria en general, para que la puedan conocer más a fondo.
Olga Egórova
En los orígenes del libro la estudiosa rusa pasea por
la capital habanera, visita el antiguo Palacio de los Capitanes —hoy Museo de
la Ciudad— y, al observar un óleo del criollo Juan del Río, repara en el diseño
de una máquina de vapor que, de inmediato, relaciona con sus estudios sobre la
historia de la tecnología. Olga V. Egórova descubre así el eslabón desconocido
que une a Cuba con el padre de la ingeniería moderna en España y Rusia.
El libro
“Agustín de Betancourt: secretos cubanos de un
ingeniero hispano-ruso” es un interesante libro que abre un nuevo capítulo en
los estudios históricos sobre la industria azucarera en la Isla, el referido a
la introducción de las nuevas tecnologías de la Revolución industrial y cómo
esto fue un imperativo para los sectores ilustrados cubanos, atrapados en la
paradoja de emplear mano de obra esclava y profesar, contradictoriamente,
valores humanistas. De ahí que Francisco Arango y Parreño e Ignacio Montalvo
viajasen a Inglaterra, Francia y otros países europeos para gestionar la
fabricación de una máquina de vapor que pudiera emplearse en sus ingenios
azucareros.
Con ese motivo, esos patricios contratarían al inventor portuense Agustín de
Betancourt, quien había hecho carrera en París y terminó sirviendo al zar
Alejandro I en San Petersburgo, donde murió en 1824. Entre las obras
mundialmente reconocidas de este ingeniero sobresale el Picadero de Moscú,
convertido en la famosa Sala Central de Exposiciones Manezh.
Betancourt diseñó la máquina de vapor que, por primera vez, se
utilizó en un ingenio azucarero cubano, en 1796, y cuyo plano fue
reproducido por el pintor Del Río en el retrato que hiciera del Conde de Casa
Montalvo a petición de la Sociedad Económica Amigos del País. Sobre ese
hallazgo historiográfico versa este libro, por cuya investigación Egórova obtuvo
su segundo doctorado: el de Ciencias Históricas, por la Universidad de La
Habana.
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