Rosario Valcárcel
No hace tantos años en que las mujeres no eran libres, no
podían equipararse a los hombres en igualdad de derechos, ni imponer su
presencia en la sociedad. Estaban atadas como un Prometeo. No tenían derecho al
estudio, al trabajo, al sufragio. Al arte de escribir, a realizar sus propios
sueños…
Entonces, no tuvieron otra opción que acatar las” dulzuras” del
sometimiento y la resignación, y para poder publicar comenzaron a firmar bajo
el seudónimo de un nombre masculino.
Hay muchos ejemplos en nuestra literatura, pero uno
similar al film La Buena esposa, lo encontramos en la escritora Sidonie
Gabrielle Colette, quien publicó una serie de novelas tituladas Claudine y las
firmó con el nombre de su marido Gauthier. Él fue quien se llevó los elogios.
Ese es el tema de la película La buena esposa en la que
Glenn Close y Jonathan Pryce interpretan a una pareja aparentemente feliz que
se enfrenta al momento más importante de sus vidas cuando al marido le conceden
el Premio Nobel de Literatura. Será en Estocolmo, durante los actos
conmemorativos del premio, cuando ella que, durante cuarenta años, había
guardado en la intimidad familiar su gran secreto, empieza a ponerse nerviosa,
a experimentar con plena intensidad cada instante vivido: el amor, la verdad,
la mentira. Se deja abatir por el destino.
Y comienza a mantener una sonrisa forzada, a sufrir el
papel que había interpretado durante toda su vida. A no soportar sobre su alma
el frío moral que, nace de lo más íntimo y produce tristeza. La amargura o
quizás la melancolía. Ese frío que la había arrinconado a la sombra y al
silencio que, quizás tomó por decisión propia o como alternativa para
realizarse.
La buena esposa ha sido muy bien recibida por parte de la
crítica y el público. Creo que podría ser el papel que, por fin le otorgue la
estatuilla a la actriz veterana Glenn Close, por su espectacular interpretación
acompañada de sus ojos reflexivos y de sus diminutos gestos ubicados con
oportunidad.
Una película que refleja la sociedad de los años
cincuenta en Estados Unidos, una película para reflexionar basada en una novela
de Meg Wolitzer, que narra el valor de la mujer, su esplendor y su talento en
todos los aspectos de su vida.
Un film entrañable, un drama que dirige el cineasta sueco
Björn Runge y relata los anhelos de muchas mujeres por tener su propia voz. Un
film dirigido a hombres y mujeres protagonizado por un hombre y una mujer que
habla en voz baja.
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