Carmen F Martell
Con la presencia del alcalde Bermúdez, reabrió sus puertas
la Casa Regional de La Palma, sita en el distrito capitalino de Ofra
La Isla de La Palma es,
políticamente, una pequeña parte de Canarias perteneciente a la Provincia de
Santa Cruz de Tenerife, pero lo cierto es que, desde el principio de la
historia, la Isla Bonita ha conseguido brillar con luz propia en el firmamento
cultural de este soñado archipiélago español.
La Casa Regional palmera lleva en la capital tinerfeña 18 años, creciendo poco a poco en número de socios; con un alto índice de palmeros, también abundan los no nacidos allí pero que la llevan en el corazón.
A lo largo de los años transcurridos desde su inauguración, la Sede ha vivido momentos altos y bajos, ha recibido o perdido ayudas de los organismos a los que ha querido representar y, con las diferentes directivas que han estado al frente, ha luchado por sobrevivir frente a los malos tiempos.
Y es posible que estemos asistiendo al comienzo de su tiempo de esplendor.
Desde hace algún tiempo, el actual presidente, Luis Expósito se ha empeñado en darle un interés social; la idea fue acogida con algunos aplausos y no pocas críticas.
Pero la Junta Directiva con el presidente a la cabeza, secundado por Santiago Jorge, Milagros Machín y Carmen Machín se puso manos a la obra y, en poco tiempo, La Palma lució su grandeza en forma de "Semana Cultural Palmera" invitando a propios y extraños a conocer su historia, tradiciones y especialmente, su tan afamada gastronomía.
El pasado 26 de septiembre se reabrió La Casa Regional de La Palma, tras unos trabajos de mantenimiento y remodelación. Estuvieron presentes: el alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez; Coromoto Yáñez del Área de Gobierno, Acción Social y Atención Ciudadana del Cabildo de Tenerife; Dámaso Arteaga, concejal del Tagoror del Distrito Ofra-Costa Sur; los anteriores presidentes de la Asociación; socios, vecinos de la zona y miembros de otras asociaciones cercanas.
Bermúdez se dirigió a los allí reunidos, ofreciéndose a buscar un local social de mayores dimensiones, si fuera posible, así como a dotar el acceso de una barandilla.
Por parte del Cabildo y de la mano de Yanes, Ansina fue de una ayuda inestimable tanto en la preparación del brindis, como en la coordinación del inesperado número de asistentes.
Sorprendió la exposición de trabajos típicos, con los afamados bordados calados, así como manualidades desarrolladas por los socios (especialmente por las socias), un taller de elaboración de mojo impartido por Concha Mary González, un documental sobre arquitectura tradicional palmera, comentado por su autor, Francisco Hernández. Entre bastidores, Paco, Luis, Raúl y Yamila, también miembros de la directiva, no escatimaron esfuerzos en los últimos días para que la reapertura se concretará en la fecha prevista.
El fin de fiesta llegó con una actuación en vivo y los socios bailando, en lo que se convirtió en una divertida verbena.
La Palma, una vez más quiso formar parte de la vida social de Santa Cruz de Tenerife.
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