Lorenzo de Ara
Todavía se escucha por ahí: “El Puerto de la Cruz
está hundido”. Tiene gracia. Mucha. La calamidad de los salvadores de la patria
que todo se lo saben. Todo. Y tienen solución para todo. El remedio casero de
toda la vida que ellos llevan en los bolsillos y que venden al mejor postor. Y
a buen precio. En el Puerto de la Cruz hay chamanes que curan las desgracias
con un chasquido de dedos, un parpadeo romántico o pornográfico de los ojos, un
espasmódico movimiento del cuerpo para espantar a los demonios, en este caso,
la supuesta incapacidad del actual equipo de gobierno PP-CC. Por metro cuadrado
son muchos los que saben más que nadie. De la sociedad necesariamente crítica
se ha pasado a la sociedad que siente placer mortificándose. Una sociedad (o
parte de ella) que prefiere echarse en los brazos de los que reparten pócimas
mágicas. Por ejemplo, esos que (y hay excepciones muy respetables, que critican
con prudencia y buscando el bien y no la ganancia de pescadores en río
revuelto) en redes sociales insultan y escupen más veneno que una mamba negra.
Esos que obtienen fotos (fotitos) de un rincón de la ciudad en el que se
encuentra la basura suficiente para afirmar que el Puerto de la Cruz está lleno
de mierda. Esos que sin atreverse a dar el paso necesario que les lleve a la
política (porque no tienen cojones, no tienen inteligencia y en realidad no
quieren a nuestro pueblo), sí que osan señalar, movidos por el odio, pero sobre
todo por la ignorancia y el servilismo a otros partidos, que el Puerto de la
Cruz en manos de este gobierno no tiene futuro.
Cuando el PSOE ha gobernado mi ciudad siempre he
procurado ser razonable en mis apreciaciones. No caer en la crítica infundada y
abrupta, aunque insistiendo, porque así lo creo, que PSOE en el Puerto de la
Cruz ha hecho mucho daño a los intereses generales. Afortunadamente para los
socialistas, jamás se ha vivido una época tan impúdica en cuanto a las críticas
dirigidas al gobierno local. Afortunado fue el PSOE y esta misma coalición que
ahora gobierna en el pasado, porque no sufrió el acoso y la infamia de tanta
basura en redes sociales.
Ser vecino e hijo de una ciudad que no entiende la
vida callando o cerrando los ojos. ¡Bravo! El Puerto de la Cruz es la ciudad
donde con más pasión se observa el devenir de los acontecimientos políticos. Y
esa realidad es saludable.
El siguiente paso es lo que hoy se practica: la
estulticia argumental, la ramplonería en los argumentos, la ulceración de los
comportamientos, el ponzoñoso blablablá del chisgarabís con ínfulas (después de
jubilado o recluido veinticuatro horas en Facebook) que cree sabérselas todas.
Este gobierno comete muchos errores. Soy el
primero en criticar a diario acciones que no puedo aprobar. Pero el hartazgo
ante los salvadores del Puerto de la Cruz es ya absoluto.
¿¡Qué salvadores ni que ocho cuartos!?
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