Salvador García Llanos
Las lluvias copiosas ponen al desnudo algunas
deficiencias que se hacen ostensibles. Las goteras, por ejemplo. Las hemos
padecido en el Bar Dinámico del Puerto de la Cruz, en la plaza del Charco,
otrora médula espinal de lo portuense y ahora un establecimiento en decadencia
abandonado a su suerte y cuyo mejor espejo de decadencia es que mientras todo
el cinturón de cafeterías a su alrededor aparece casi pleno de ocupación
mientras están abiertas, la más popular y conocida presenta muchos vacíos.
En el costado sur, concretamente, donde algunas
mesas y sillas se veían literalmente empapadas, mientras en otras, las más resguardadas,
los clientes hacían verdaderos esfuerzos por evitar verse afectados por las
goteras o salpicados. Nada que reprochar al personal, que bastante tenía con
soportar algunas quejas.
El caso es que el Dinámico, incluido en el objeto
social de la empresa pública Pamarsa, si no lo han modificado a lo largo de los
últimos meses, es el latente ejemplo del abandono y de la desidia de sus
responsables. En pleno centro de la ciudad, las prestaciones y la imagen no son
lo más edificante. Es como si se quisiera propiciar su fenecimiento para que,
si alguna vez se plantea una modificación del citado objeto social o una nueva
concesión o una privatización de facto, apareciera la realidad física lo más
libre de cargas, lo menos gravoso para los nuevos adjudicatarios.
No es por comparar, pero resulta llamativo que se
aspire a disponer en este municipio de grandes infraestructuras o de nuevas
dotaciones cuando luego no hay capacidad para reparar unas goteras en un
establecimiento público que gozó de gran aceptación popular.
Los clientes se sentaban, se mojaban y se iban,
claro. La pregunta es si tanto cuesta subir al techo y proceder a la
reparación. Igual sí, pero no hay liquidez para afrontarla. Antes, en el marco
jurídico de las sociedades públicas, había una figura, el Plan Anual de Inversión
y Financiación (PAIF), de obligada consignación presupuestaria y que,
independientemente de objetivos y cuantía, servía para obras, servicios y
atenciones puntuales como pudiera ser esta.
Pero no se sabe lo que el gobierno local quiere
hacer con Pamarsa ni con las unidades de explotación que aún le quedan. Y así
van pasando los meses del mandato, entre desconocimiento y carencia de una
mínima planificación. ¿Quién se ocupa del Dinámico? ¿Cuál es su destino? Las
preguntas deberían tener respuesta, al menos como declaración de intenciones.
Preguntar más, pedir más sobre aspectos concretos de la gestión, personal,
contratación, provisiones y demás puede parecer demasiado. Hace mucho tiempo
que no se palpa una desatención y una insensibilidad tan acusada hacía la
gestión de lo público.
Hagan algo por la techumbre del Dinámico. Por
decoro, por el mantenimiento de los clientes que aún prefieren ese marco para
sus conversaciones cotidianas, para sus encuentros habituales. Las goteras,
ahora mismo, los ahúyentan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario