Antonio-Pedro Tejera Reyes
LA MALDAD, LA ENVIDIA Y LA INJUSTICIA
En uno de nuestros últimos debates sobre los temas
que azotan a la sociedad mundial, ocurrido en torno a una mesa y mantel, en la
cual celebrábamos el encuentro de unos amigos con muchos años de vivencias, se
planteó el tema del disidente que quiere imponer su criterio frente a una
mayoría absoluta, sin más razonamientos que los de su particular conocimiento.
Viene esto a cuento, porque hemos recibido un
triste mensaje que nos llama la atención, por la poca sostenibilidad del mismo,
ya que – como en el debate que recordamos en estas líneas – el autor, basa su
nefasto correo en un equivocado razonamiento, sin otras pruebas que no sean su
particular opinión sobre hechos desfigurados precisamente por torcidas noticias
generadas desde la maldad, la envidia y la injusticia. Una realidad
indiscutible, ante la que los hechos son incontrovertibles. No se puede tapar
el sol con un dedo. La verdad es la verdad, aunque se mire al revés.
Y es que estos tres flagelos de la sociedad – la
maldad, la envidia y la injusticia – no los hemos podido nunca apartar de
nuestro alrededor, ya que con una permanente persecución han destrozado nuestro
entorno acabando con todo lo que se le ha puesto por delante.
Las bases de nuestro proceder han sido siempre el
valor del trabajo bien hecho, la honestidad, la honradez, y, sobre todo, la
fidelidad a unas ideas y valores que papá y mamá nos enseñarían desde que
tuvimos uso de razón. La obra está ahí frente a estos tres flagelos
mencionados, pese a que ellos se han cebado – y se ceban – en intentar
destruirla.
Decía Rubén Darío: “Puede una gota de lodo sobre
un diamante caer/ puede que así de ese modo su fulgor oscurecer/ pero, aunque
el diamante todo se encuentre de fango lleno/ el valor que lo hace bueno no
perderá ni un instante/ y será siempre diamante por más que lo manche el cieno”
Estas y otras muchas reflexiones, nos han dado la
fuerza para sobrevivir y seguir “el consejo” del poeta lagunero Tabares
Bartlett – más de poetas – “Tener para la ofensa recibida/ pronto perdón y
olvido para el daño/ libre y exento de maldad y engaño/ llevar la frente por el
mundo erguida”.
Frente a estas realidades, sin más aditamentos,
todo este triste panorama lo hemos llevado a la letra impresa en nuestros
mensajes publicados que titulamos “Maldad bajo el sol”, y que en la vía digital
se encuentran dando la vuelta al mundo produciendo algunas relevantes críticas.
No es para menos, ya que la visión que nos ha dado
la experiencia sobre este tema, es de una amplitud y una realidad que afianza
totalmente nuestro criterio, cuando afirmamos que como dice la sentencia: “gato
blanco, o negro, caza ratones”
Nada más elocuente, cuando tenemos en nuestro
entorno las más evidentes pruebas sin nada que pueda desfigurarlas.
Hemos escrito varias veces, sobre estos temas. No
nos cansaremos de hacerlo, pues cuando se ha tenido que vivir intensamente el
amargo sabor de la injusticia y el zarpazo directo de la envidia, esos
productos de la maldad, bien entendidos y soportados, ayudan a crear una coraza
en la que los principios de una buena enseñanza adquieren un inmenso valor, ese
que les falta a quienes desde su propio hogar de nacimiento solo han conocido la falta de escrúpulos que la execrable vivencia de la dictadura y la degradación
sistemática de los principios morales, sin quitarles ni ponerles nada.
De hecho, la formación de una larga vida de
trabajo junto a personajes de un alto valor moral y una probada honestidad,
pueden formar una escuela que nos incite en muchos de los más flagrantes casos,
a renunciar a nuestras justas defensas, en honor a las consecuencias que ello
podría tener para seres desvalidos atropellados con manipulaciones, mentiras y
falsedades, como hemos visto ocurrir en muchas difíciles situaciones padecidas.
El mundo está lleno de “personajes” que no les
importa perder un ojo para ver a otro ciego, ni perder el honor y la honradez,
con tal de hacer daño al envidiado. Una verdad cuya dimensión sobrepasa los
límites de la decencia, la comprensión humana, y la honestidad que debiera de
existir en todos los seres humanos, fundamentalmente para preservar a la
sociedad y a la familia. Otros, en su ignorancia y faltos de conocimiento, son
manipulados y convertidos en juguetes de aquellos cuyos malos principios les
nacieron en sus propios genes, su casa… su familia…
La vida es así.
“Cultivo una rosa blanca/ en junio como en Enero/
para el amigo sincero/ que me da su mano franca. Y para aquel que me arranca/
el corazón con que vivo/ cardo ni ortiga cultivo/ cultivo una rosa blanca”.
José Martí.
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