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sábado, 17 de febrero de 2018

PENSANDO EN VOZ ALTA


Antonio-Pedro Tejera Reyes

LA MALDAD, LA ENVIDIA Y LA INJUSTICIA

En uno de nuestros últimos debates sobre los temas que azotan a la sociedad mundial, ocurrido en torno a una mesa y mantel, en la cual celebrábamos el encuentro de unos amigos con muchos años de vivencias, se planteó el tema del disidente que quiere imponer su criterio frente a una mayoría absoluta, sin más razonamientos que los de su particular conocimiento.

Viene esto a cuento, porque hemos recibido un triste mensaje que nos llama la atención, por la poca sostenibilidad del mismo, ya que – como en el debate que recordamos en estas líneas – el autor, basa su nefasto correo en un equivocado razonamiento, sin otras pruebas que no sean su particular opinión sobre hechos desfigurados precisamente por torcidas noticias generadas desde la maldad, la envidia y la injusticia. Una realidad indiscutible, ante la que los hechos son incontrovertibles. No se puede tapar el sol con un dedo. La verdad es la verdad, aunque se mire al revés.

Y es que estos tres flagelos de la sociedad – la maldad, la envidia y la injusticia – no los hemos podido nunca apartar de nuestro alrededor, ya que con una permanente persecución han destrozado nuestro entorno acabando con todo lo que se le ha puesto por delante.

Las bases de nuestro proceder han sido siempre el valor del trabajo bien hecho, la honestidad, la honradez, y, sobre todo, la fidelidad a unas ideas y valores que papá y mamá nos enseñarían desde que tuvimos uso de razón. La obra está ahí frente a estos tres flagelos mencionados, pese a que ellos se han cebado – y se ceban – en intentar destruirla.

Decía Rubén Darío: “Puede una gota de lodo sobre un diamante caer/ puede que así de ese modo su fulgor oscurecer/ pero, aunque el diamante todo se encuentre de fango lleno/ el valor que lo hace bueno no perderá ni un instante/ y será siempre diamante por más que lo manche el cieno”

Estas y otras muchas reflexiones, nos han dado la fuerza para sobrevivir y seguir “el consejo” del poeta lagunero Tabares Bartlett – más de poetas – “Tener para la ofensa recibida/ pronto perdón y olvido para el daño/ libre y exento de maldad y engaño/ llevar la frente por el mundo erguida”. 

Frente a estas realidades, sin más aditamentos, todo este triste panorama lo hemos llevado a la letra impresa en nuestros mensajes publicados que titulamos “Maldad bajo el sol”, y que en la vía digital se encuentran dando la vuelta al mundo produciendo algunas relevantes críticas.

No es para menos, ya que la visión que nos ha dado la experiencia sobre este tema, es de una amplitud y una realidad que afianza totalmente nuestro criterio, cuando afirmamos que como dice la sentencia: “gato blanco, o negro, caza ratones”

Nada más elocuente, cuando tenemos en nuestro entorno las más evidentes pruebas sin nada que pueda desfigurarlas.

Hemos escrito varias veces, sobre estos temas. No nos cansaremos de hacerlo, pues cuando se ha tenido que vivir intensamente el amargo sabor de la injusticia y el zarpazo directo de la envidia, esos productos de la maldad, bien entendidos y soportados, ayudan a crear una coraza en la que los principios de una buena enseñanza adquieren un inmenso valor, ese que les falta a quienes desde su propio hogar de nacimiento solo han conocido la falta de escrúpulos que la execrable vivencia de la dictadura y la degradación sistemática de los principios morales, sin quitarles ni ponerles nada.

De hecho, la formación de una larga vida de trabajo junto a personajes de un alto valor moral y una probada honestidad, pueden formar una escuela que nos incite en muchos de los más flagrantes casos, a renunciar a nuestras justas defensas, en honor a las consecuencias que ello podría tener para seres desvalidos atropellados con manipulaciones, mentiras y falsedades, como hemos visto ocurrir en muchas difíciles situaciones padecidas.

El mundo está lleno de “personajes” que no les importa perder un ojo para ver a otro ciego, ni perder el honor y la honradez, con tal de hacer daño al envidiado. Una verdad cuya dimensión sobrepasa los límites de la decencia, la comprensión humana, y la honestidad que debiera de existir en todos los seres humanos, fundamentalmente para preservar a la sociedad y a la familia. Otros, en su ignorancia y faltos de conocimiento, son manipulados y convertidos en juguetes de aquellos cuyos malos principios les nacieron en sus propios genes, su casa… su familia…

La vida es así.

“Cultivo una rosa blanca/ en junio como en Enero/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca. Y para aquel que me arranca/ el corazón con que vivo/ cardo ni ortiga cultivo/ cultivo una rosa blanca”. José Martí.

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