Antonio-Pedro Tejra Reyes
MARICHAL TIENE RAZON
He leído con atención, lo poco que se ha escrito
sobre la polémica declaración de Jorge Marichal, presidente de los hoteleros de
la provincia de Santa Cruz de Tenerife, ASHOTEL, publicada en la edición
impresa y digital del periódico EL DIA, el 28 de enero pasado.
Con relativa sorpresa he visto tímidos intentos de
contradecir su frase: “En este país quien se deja explotar es porque quiere”.
Pareciera que esto no es así, según los escritos
que ha producido la contundente declaración, cuando salen a la palestra algunos
disidentes seguramente ¿explotados?
Parece curioso – visto desde nuestra panorámica
internacional – que sigan llegando a nuestras costas emigrantes que se juegan
la vida en su intento de acudir a un mercado de trabajo donde supuestamente
existe la explotación humana. Incongruente ¿No?
Ocurre que el prisma desde el cual se puede ver el
fondo del tema, está distorsionado por la idea que hemos incrustado en la
sociedad, de que el empresario turístico es un explotador. La realidad de la
valorización del desarrollo del turismo en Canarias, escapa detrás de una
política de demonizar a quienes había que poner en un altar con el más alto de
los pedestales.
Hace solo unos días que está dando la vuelta al
mundo, en la prensa digital, un pequeño reportaje que hemos ilustrado con una
reseña de cómo se vivía en las Islas Canarias antes de la llegada del “boom”
turístico. Pocos conocen y valoran esto, y a pocos les interesa que se conozca,
pues se caerían por su propio peso muchos de los íconos de las estructuras
sociales y económicas de las que se están lucrando gracias al “fenómeno” del
turismo – les guste o no les guste – nacido por el arrojo, la inteligencia y la
capacidad del empresariado que ha confiado en las condiciones naturales de
Canarias, ante la explotación – esa sí que es explotación – de quienes se
benefician de ello dando palos al agua, amparados en los vigentes puestos
políticos – algunos hasta honorarios – que han nacido gracias a este
espectacular movimiento de la comunidad mundial, y a la admirables gestión de
un empresariado que tiene que soportar incluso que se les llame explotador. ¡Qué
vergüenza!
Esa sociedad a donde se dirigen estos extraños
mensajes hablando de explotaciones, es la misma que vive cobrando un salario
sin trabajar oficialmente, protestando por la falta de empleo, pero haciendo
todas las chapuzas – por emplear un término canario – que puede, sin producir
una sola factura para no colaborar con” el sistema”. La misma que te contesta:
“Por qué a mí”, cuando se le llama para un trabajo legalizado. Esto es lo que
tenemos. ¿Quién está explotando a quién?
Habría que darse una vuelta por MERCATENERIFE,
para apreciar bien dónde es que falta el trabajo y quienes explotan a quienes.
Ignorar el escenario que nos rodea parece ser lo
ideal para protestar y poner “contra las cuerdas” a quienes nos han sacado de
la miseria corriendo todos los riesgos del mundo, arriesgando sus haciendas,
sus pocos bienes adquiridos con los más complicados trabajos, y sufriendo el
amargo sabor de la injusticia en carne propia – es nuestro caso - en muchos
momentos de su vida por la llamada administración pública, ese misma que
indiferente, permite que los bancos cierren sucursales – por coñazos, como se
dice en Venezuela – despidan cientos de empleados, y después publiquen todos
los años, sin ningún sonrojo, sus imponentes beneficios. ¿Es que eso no es una
explotación evidente de la sociedad? No nos hace falta preguntar por qué nadie
protesta sobre esa fragrante y publicitada realidad. Lo sabemos.
El tratadista, sabio, del movimiento turístico
mundial, uno de los cerebros que intuyó lo que ahora es la realidad del turismo
mundial, Arthur Haulot, decía que los empresarios del turismo eran hombres de
la esperanza. Así es…
* Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial
del Turismo.
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