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sábado, 29 de julio de 2017

REGALO DE UN PORTUENSE

Gladys González

La festividad de la Virgen del Carmen se celebra cada 16 de julio en miles de ciudades españolas. Una de estas ciudades es Puerto de la Cruz, tierra de marineros, que cada año veneran a su imagen con una devoción digna de reconocimiento. Pero no sólo ellos sino que dicha imagen es admirada por miles de ciudadanos que la consideran una de las tallas más bellas de la Isla. Sin embargo, la existencia de la imagen y su llegada a tierras portuenses ha estado siempre rodeada de polémica. Son muchas las leyendas que giran en torno a ella y, una de tantas, es la que se expone a continuación:

LEYENDAS REALEJERA. "Las cajas y la Virgen del Carmen".

Leyenda circula en torno a la llegada de la venerada imagen de Nuestra Señora del Carmen, del siglo XVIII, obra del taller genovés de Antón María Maragliano. Según se cuenta, esta imagen y la que habían solicitado en el Puerto de la Cruz arribaron al muelle en dos cajas parecidas. La caja destinada a los portuenses apareció deteriorada, por lo que los receptores supusieron que la imagen contenida se hallaría igualmente en mal estado. Los portuenses cambian las cajas y nos envían la imagen que creían dañada, resultando que no lo estaba, pues, al contrario, era de mejor ver y de mejor hechura la talla que llegó al Realejo. Se dice que de ahí arranca la tradición de que vengan los pescadores a la realejera fiesta del Carmen, “porque ésta tenía que haber sido su imagen”. 

Otra versión es más concreta al  señalar que a la imagen de inferior calidad se le había asignado un embalaje en caja de caoba, mientras que la Virgen del Realejo era el contenido de una rústica caja de madera corriente, hecho que, sin duda, debió confundir a los que en un principio creyeron en la supuesta calidad artística de la que venía protegida en tan buenas condiciones. Por último, la confraternidad o Venerable Hermandad de la Virgen del Carmen, que se origina a la sombra del convento de San Juan Bautista y del Espíritu Santo, bajo los auspicios y el constante apoyo de la comunidad agustina establecida en él, se quedó con aquella otra imagen que, al parecer, no les pertenecía.

Sin embargo, las leyendas son eso, simplemente leyendas. Y, tras ellas, los relatos carecen de verosimilitud ya que, en este caso que nos ocupa es probable que llegaran al muelle portuense dos vírgenes pero, lo que hay que descartar, es que la actual Virgen del Carmen del Puerto de la Cruz sea una de ellas.

De hecho, “…no fue hasta 1925, inicio siglo XX, que el Rvdo. Padre Antolín Fernández Martínez de Azagra propone que se celebre una procesión propia en el municipio portuense en honor  a la Virgen del Carmen, aprovechando  la devoción que le profesan a la Virgen marinera, y que al no tener virgen en el municipio, los marineros subían a Los Realejos para cargar en procesión a la Estrella de los Mares, privilegio que obtuvieron y realizan desde 1750, en la llamada Procesión de los Marinos.” Texto extraído del libro “La Virgen del Carmen…..” del autor  Fernando Viale Acosta.

Es más, en las fechas que recoge la leyenda, no había en el Puerto de la Cruz ninguna imagen de la Virgen del Carmen por lo que se utilizaban en la procesión otras imágenes como una media talla atribuida al escultor Fernando Estévez de Sacramento o la imagen de la Virgen de Buen Viaje, de la ermita de San Telmo.

Así, no fue hasta el 30 de abril de 1954 cuando Ángel Acosta Martín, escultor portuense, envía a Santa Cruz de Tenerife, a bordo del buque “Villa de Madrid”, la imagen que hoy se pasea cada año en la festividad. Una caja de 163 kilos en la que se protegía a la Virgen, tallada en su taller de Tortosa. El regalo que este portuense hizo a su tierra como muestra del cariño que profesaba a su ciudad. 

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