Gladys
González
La
festividad de la Virgen del Carmen se celebra cada 16 de julio en miles de
ciudades españolas. Una de estas ciudades es Puerto de la Cruz, tierra de
marineros, que cada año veneran a su imagen con una devoción digna de reconocimiento.
Pero no sólo ellos sino que dicha imagen es admirada por miles de ciudadanos
que la consideran una de las tallas más bellas de la Isla. Sin embargo, la
existencia de la imagen y su llegada a tierras portuenses ha estado siempre
rodeada de polémica. Son muchas las leyendas que giran en torno a ella y, una
de tantas, es la que se expone a continuación:
LEYENDAS
REALEJERA. "Las cajas y la Virgen del Carmen".
Leyenda
circula en torno a la llegada de la venerada imagen de Nuestra Señora del
Carmen, del siglo XVIII, obra del taller genovés de Antón María Maragliano.
Según se cuenta, esta imagen y la que habían solicitado en el Puerto de la Cruz
arribaron al muelle en dos cajas parecidas. La caja destinada a los portuenses
apareció deteriorada, por lo que los receptores supusieron que la imagen
contenida se hallaría igualmente en mal estado. Los portuenses cambian las
cajas y nos envían la imagen que creían dañada, resultando que no lo estaba,
pues, al contrario, era de mejor ver y de mejor hechura la talla que llegó al
Realejo. Se dice que de ahí arranca la tradición de que vengan los pescadores a
la realejera fiesta del Carmen, “porque ésta tenía que haber sido su
imagen”.
Otra
versión es más concreta al señalar que a
la imagen de inferior calidad se le había asignado un embalaje en caja de
caoba, mientras que la Virgen del Realejo era el contenido de una rústica caja
de madera corriente, hecho que, sin duda, debió confundir a los que en un
principio creyeron en la supuesta calidad artística de la que venía protegida
en tan buenas condiciones. Por último, la confraternidad o Venerable Hermandad
de la Virgen del Carmen, que se origina a la sombra del convento de San Juan
Bautista y del Espíritu Santo, bajo los auspicios y el constante apoyo de la comunidad
agustina establecida en él, se quedó con aquella otra imagen que, al parecer,
no les pertenecía.
Sin
embargo, las leyendas son eso, simplemente leyendas. Y, tras ellas, los relatos
carecen de verosimilitud ya que, en este caso que nos ocupa es probable que
llegaran al muelle portuense dos vírgenes pero, lo que hay que descartar, es
que la actual Virgen del Carmen del Puerto de la Cruz sea una de ellas.
De
hecho, “…no fue hasta 1925, inicio siglo XX, que el Rvdo. Padre Antolín
Fernández Martínez de Azagra propone que se celebre una procesión propia en el
municipio portuense en honor a la Virgen
del Carmen, aprovechando la devoción que
le profesan a la Virgen marinera, y que al no tener virgen en el municipio, los
marineros subían a Los Realejos para cargar en procesión a la Estrella de los
Mares, privilegio que obtuvieron y realizan desde 1750, en la llamada Procesión
de los Marinos.” Texto extraído del libro “La Virgen del Carmen…..” del
autor Fernando Viale Acosta.
Es
más, en las fechas que recoge la leyenda, no había en el Puerto de la Cruz
ninguna imagen de la Virgen del Carmen por lo que se utilizaban en la procesión
otras imágenes como una media talla atribuida al escultor Fernando Estévez de
Sacramento o la imagen de la Virgen de Buen Viaje, de la ermita de San Telmo.
Así,
no fue hasta el 30 de abril de 1954 cuando Ángel Acosta Martín, escultor
portuense, envía a Santa Cruz de Tenerife, a bordo del buque “Villa de Madrid”,
la imagen que hoy se pasea cada año en la festividad. Una caja de 163 kilos en
la que se protegía a la Virgen, tallada en su taller de Tortosa. El regalo que
este portuense hizo a su tierra como muestra del cariño que profesaba a su
ciudad.
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