Evaristo Fuentes Meliaán
El concierto de clausura de la semana de Música de Cámara de La Orotava estuvo
protagonizado por la Joven Orquesta de Canarias (JOCAN), que había realizado el
mismo programa el día anterior en Gran Canaria y que al día siguiente lo
repetiría en la isla de la Palma. Esto significa, pues, que la Sala Teobaldo
Power de la Villa norteña tinerfeña se constituye como protagonista única de
programas musicales importantes en la isla de Tenerife.
El
concierto--sábado 22 de julio a los 8,30, pm-- se programó en dos mitades, la
primera con una pieza de Luis Cobiella Cuevas, muy pegadiza y armónica, con
ribetes de folk canario, y luego, un concierto para trompeta y orquesta de
Hummel, una trompeta en los labios de
Stephen Burns, director artístico de una importante entidad musical de Chicago
(EEUU), que hizo las delicias del respetable público; quizá el trompetista venía cansado del viaje entre islas, y le
faltó una ligera limpieza de tonalidades exhibicionistas, pero eso no viene al
caso, uno es un profano en la materia y no debe emborronar la destacada
actuación de este profesor foráneo.
La segunda parte,
influido por el sabio consejo de un buen amigo, subimos al anfiteatro, para oír
y presenciar desde lo alto la interpretación por la JOCAN de la sinfonía núm. 4
en re menor de Schumann. Bajo la dirección del reconocido profesor Víctor Pablo
Pérez, quien durante varios años dirigió con su maestría habitual la OST, y que
regresa a esta isla cada vez que se lo solicitan. Al terminar el concierto hubo
abundantes aplausos, vivas y oles, y se
hizo entrega a Víctor Pablo de una placa conmemorativa.
Y cuando nos
disponíamos a bajar del anfiteatro, me di de bruces con un melómano forastero,
que me comentó las inmejorables características de sonido que tiene la Sala T.
Power. Pero me puso una ‘pequeñísima’ pega: las viejas butacas no concuerdan con la magnificencia sónica de
la Sala. Las del anfiteatro son las mismas desde que el 21 de abril de 1957
(¡hace ya más de sesenta años!) se inauguró la Sala como Cine Orotava; mientras
que las butacas del patio de ídem son de…segunda mano, de un multicine que
cerró hace años en la capital tinerfeña. Es menester, por lo tanto, una llamada de atención a todos los gobiernos (ámbito municipal,
insular, autonómico, nacional y europeo) para que pongan manos (y presupuesto)
en este asunto y consigan unas butacas más ‘decentes’ para esta magnífica Sala.
Se lo merece. Nos lo merecemos.
Epilogo: me queda
que contar otra anécdota, que dejo para el final aunque fue antes del concierto:
al entrar a la sala saludé al veterano arquitecto Vicente Saavedra, un casi
coetáneo mío, nacido en 1937, que en el curso 1960-1961 me dio clases de la
asignatura de Dibujo en la Escuela de Aparejadores, calle de San Agustín
lagunera. Saavedra, ahora mismo y hasta el mes de octubre, tiene una Exposición
antológica a dueto con su compañero, Javier Díaz Llanos; han realizado y
expuesto un impresionante resumen de toda su vida profesional, más de medio
siglo, en los salones del edificio TEA de la Capital tinerfeña. Saavedra y Díaz Llanos, en esa Expo que ya
visité con toda parsimonia, tienen una sala dedicada a los proyectos que por
diversos motivos no se llevaron a cabo, entre los que está la reforma, ambientación
y mejora de la Sala Teobaldo Power. Este proyecto, pergeñado a principios de
este siglo XXI pero aún no realizado, tiene una obra material coleteando en el
subsuelo de la plazoleta que está enfrente de la fachada lateral de la Sala,
para dedicarla a vestuarios y servicios, conectados con un pequeño túnel que atravesaría la calle. Desconozco los
motivos por los que no se llevó a cabo, lo cierto es que este proyecto de mejora convertiría
(según palabras del propio arquitecto Saavedra) la Sala T. Power en la mejor y
más emblemática del Norte de Tenerife.
Espectador
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