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lunes, 24 de julio de 2017

LAS FIESTAS DE JULIO EN EL PUERTO DE LA CRUZ EN AQUELLOS AÑOS IDOS DE MI JUVENTUD. (Y VII)

Agustín Armas Hernández

 …Aquel día me levante muy tempano, casi rayando el alba. Me incorporé muy contento y optimista, pues, además de haber dormido bien, corría el mes de julio. Tiempo de fiestas en el Puerto de la Cruz. Ya lo venían anunciando, desde días atrás, como preludio del comienzo con campanas y cohetes al vuelo.

No me desayuné, pues, al no sentir apetito, solo probé un sorbo de café, preparado rápidamente.

Quería disfrutar del día que presentía espléndido. Me dispuse a dirigirme al muelle pesquero que distaba de mi casa a unos 500 metros. En el camino pude apreciar lo que ya intuía: un día radiante, lleno de sol. En ese momento salía el astro rey con toda su magnificencia. No más llegar al muelle, vi junto a las barquillas, en la playa varadas, a unas cuantas personas que como yo, madrugadoras, se disponían a embellecer y engalanar, con banderas y hojas de palmeras, el muelle y los botes de pesca. El motivo de estos adornos se debía a que los marinos y el resto de los portuenses, al día siguiente, festejarían el embarque de su patrona la Virgen del Carmen.

Pues bien, además de los pescadores que estaban en el muelle, pude distinguir a lo lejos una persona que se acercaba a la punta del muelle viejo. Caminaba con mucho cuidado, pues, sus zapatos de goma, en contacto con el suelo donde había crecido el musgo, lo hacía propio para resbalar y darse un golpe, con las consiguientes consecuencias dolorosas. (Téngase en cuenta que el pequeño muelle pesquero portuense en aquel entonces, década de los 50, estaba e n malas condiciones debido a que, el continuo batir del mar lo había dañado profundamente, y los tiempos que corrían no eran buenos para su reparación, pues las arcas municipales estaban exhaustas como secuela derivada de la guerra civil). Decidí, después de visualizar lo que se proponían hacer los marinos con sus barcas, ir al encuentro del sujeto que se dirigía a la punta del muelle y que, desde hacía algunos minutos había llegado a su destino. Según me acercaba al lugar donde se encontraba el madrugador vigía,  pude reconocer al solitario escudriñador del lejano horizonte. Era Pepe Martel, al llegar a su lado se volvió extrañado y me dijo: -Hombre Armas, ¿tú, por aquí, tan temprano? ¡Qué día más maravilloso!, ¿verdad? Esplendido, le contesté. -¿Qué te parece si avisas a los demás alumnos y vamos de pesca, y con lo que cojamos celebramos mañana el día de nuestra Patrona la Virgen del Carmen? (Tanto Pepe Martel como Sigfredo Reyes se proclamaban, y de verdad lo eran, profesores en pesca submarina, de ahí que, a los de más del grupo de amigos aficionados a la pesca, en plan bromistas nos trataran de alumnos y nosotros a ellos de profesores. Tanto los unos como los otros lo decíamos (<<the pupils, the teachers>>), de forma que con frecuencia estábamos con estas bromas). Me parece muy bien, pues el día para un safari a las profundidades y lecho marino esta de primera. – Entonces, vete y avísales que estén aquí, en el muelle, alrededor de las diez, con los bártulos de pesca, mientras yo también preparo los míos. De acuerdo.

Fui de casa en casa avisando a las personas que en aquellos tiempos  pasaban por ser los más destacados pescadores submarinistas del Puerto de la Cruz. Ellos eran además de los <<the teachers>> antes citados los siguientes personajes: Antonio García Pérez, (padre del periodista y ex alcalde del Puerto de la Cruz, Salvador García Llanos), Alonso Rodríguez Méndez, José Armas Hernández, (mi hermano), Sebastián González Sánchez, etc. Todos ellos ahora fallecidos.

Pues bien, antes de las once de la mañana, ya estábamos todos en el muelle dispuestos para la pesca. Nos repartimos en grupos diferenciados a saber: los profesores, Sigfredo y Martel irían con las escopetas submarinas a cazar peces, Antonio y Alonso a coger lapas y almejas, Armas, pulpos, González, cangrejos y el que esto escribe, por ser menos experto, iba recogiendo la pesca y poniéndola en lugar seguro, sobre un risco del bajío o en tierra firme.

La excursión a las profundidades marinas comenzó en el muelle y fue avanzando hacia el Penitente, San Telmo y toda la costa de Martianez, donde concluyó.

La captura fue impresionante, de tal magnitud que, se recuerda como la pesca submarina más grande que se ha realizado en la costa norte de Tenerife. Viejas, sargos, meros, abadejos, etc. Fueron algunos de los variados peces que se recogieron, además de los moluscos, crustáceos, cefalópodos, antes aludidos y que se midieron por sacos. Esto último a muchos les sonara utópico, pero es totalmente cierto. Téngase en cuenta que en aquellos años, década de los 50, el fondo marino estaba virgen, no contaminado y sin descubrir su riqueza.

No quiero terminar este articulito que, concluye una serie de cuatro,  dedicados a las fiestas  de Julio de Puerto de la Cruz del año 1954, sin dejar constancia en este último de lo que escribiera en el programa de las fiestas, ese año editado, otro de los cuatro escritores que intervienen en el mismo y que tanto lo enriquece y enaltece. Se trata de don Benjamín Afonso Padrón, y el título del bello escrito que dedica al Puerto de la Cruz, sus gentes y creencias es el siguiente: <<La senda luminosa de mi pueblo>. Veámoslo: <<Yo no sé, amigo forastero, lo que tu alma experimenta cuando visitas el Puerto de la Cruz, en los días alegres, fervorosos de sus fiestas. Pero me parece adivinar en tu espíritu la misma emoción que a mí me invade y pugna a veces por asomarse a los ojos.

Encontrarás en él, devoción, alegría y cariño. Te sentirás dulcemente unido por los lazos de la camarería al más encopetado caballero portuense o al más humilde de los habitantes de su marinería; que si te parece tosca corteza, requemada por las rigurosidades del sol, a poco que penetres en su tesoro sentimental te sorprenderá gratamente, algo así, como el buscador de riquezas marinas que halla entre una concha de valvas de duras aristas cortantes, el rico presente, de la concreción nacarada, de una perla.

Observa cómo estos habitantes de Puerto de la Cruz, continúan ansiosamente descubriendo rutas de gloria. Y es que su vivir junto al mar sabiendo interpretar el lenguaje de este, cuando se despereza en las playas morenas, cuando azota con su poder sobrehumano los acantilados, cuando estrella sus olas contra las barquillas, les ha aguzado la intuición para llevarlos al conocimiento del grandioso poema de lo eterno o imperecedero.
De todos los caminos que parten de este pueblo, simbólicas sendas por las que avanzan los deseos de la cabalgadura de la historia, existe uno que se nos prolonga hacia la intimidad del cielo. Tiene él su origen, en la acendrada devoción a Jesús del Gran Poder y la Santísima Virgen del Carmen. Jamás sobre este camino luminoso, sentimental, que descansa sobre los arcos indestructibles de la fe, ha caído la semilla de la cizaña del materialismo.

Ahora acuden a mi mente, lejanos recuerdos de mi niñez: la mansedumbre de Cristo recorriendo las calles entre la multitud creyente, y la maternal intercesión de María, implorando la bendición para los marinos, sobre un trono de corazones, en una navecilla de flores.

Estas remembranzas, surgen impulsadas por el oleaje de emociones vividas y quizás, también, por un afán que llevo a lo largo de mis andares, anclado en el alma: que el Puerto de la Cruz, continúe por siempre su peregrinaje por los campos de la historia, por el luminoso camino que abrió el amor infinito de Dios.

No puede perecer jamás un pueblo que entre sus rutas de comunicación espiritual posee el luminoso camino de la verdad, la bondad y la belleza.

COMERCIOS DEL PUERTO DE LA CRUZ EN LOS AÑOS 50: Veamos a continuación algunos establecimientos comerciales del Puerto de la Cruz de aquellos años, los nombres de los propietarios y las calles en donde estaban ubicados: En la calle de Quintana numero 14 se encontraba instalado el estanco de tabacos de don Eduardo Curbelo Díaz. En las Lonjas estaba la fábrica de hielo, bebidas gaseosas y lejía<< Sol del Valle>> de don Antonio Castro Díaz. En San Juan número 5 el almacén de víveres, al por mayor, de don Ruperto Peña. En la Calle Quintana número 4 la de ultramarinos finos y víveres en general de don David Peláez Cámara. En la calle San Juan número 1 estaba la librería Cartaya regentada en ese tiempo por don Eladio Santaella Arnay. En Dr. Ingran número 21 estaba instalada la sastrería de don Matías Suarez García. En Iriarte número 4 la fábrica de bebidas gaseosas y helados de don Cristóbal Perera Rivero. Y muchos establecimientos más que no menciono porque se haría interminable la lista; solo aludo a algunos de los negocios y personas que ya no existen, porque cerraron o fallecieron sus propietarios.

NOTA AL PROGRAMA DE LAS FIESTAS DE 1954: En la procesión del domingo la banda de música de este Puerto estrenará una marcha escrita por D. Manuel Díaz Pacheco y que dedica a la venerada Imagen del Gran Poder de Dios; lleva por título: << Al paso del viejito>>.

Aquí concluyo lo principal de lo acaecido en el Puerto de la Cruz el año 1954, en propicia ocasión entraremos en eventos y avatares en año 1955…

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