A RASTRAS
CON LA PROFESIONALIDAD EN EL TURISMO
Antonio-Pedro
Tejera Reyes
Curtidos
hasta cierto límite en las exigencias que el conocimiento de la actividad
turística trae consigo, no es de extrañar que nuestro espíritu crítico se
rebele constantemente ante las incidencias que vemos todos los días, en las
cuales se ponen de manifiesto el desconocimiento y la falta de profesionalidad,
de muchos los actores en el sector, lo cual ha traído consigo - y sigue
trayendo – el fracaso de numerosas empresas, grandes y pequeñas, sin ningún
tipo de distinción ni categoría.
La sobrecargada
mesa ofrece un aspecto poco digno de un hotel de cinco estrellas, algo
intolerable en un hotel de lujo, contrario a la excelencia que debería ser su
modelo, que dice bien poco favorable del profesional dirigente del no
mencionado hotel.
No es de
recibo que personajes identificados sin el conocimiento necesario, dirijan las
empresas de sector turístico, llámense países, pueblos, ciudades, operadores de
programas de viajes, de agencias, hoteles, etc., ya que este evidente error
traerá, tarde o temprano, fatales consecuencias en las cuales estarán
involucrados todos los actuantes alrededor de la empresa que será llevada a la
quiebra.
Son muchos
los ejemplos que podemos poner de los operadores turísticos europeos que han
llevado a la ruina a confiados operadores del turismo en Canarias, por
presentar una prescripción de la empresa, en algunos casos de forma
fraudulenta. Casos conocidos que han tenido amplia significación y
consecuencias en el mundo entero.
Contra esta
falta de conocimientos, y en muchos casos de honestidad en la gestión, las
medidas tomadas por los núcleos receptores han sido determinantes para que cada
vez, marchen con más claridad y seguridad las relaciones empresariales en el
sector turístico, sin que esto signifique que se ha conseguido la fórmula ideal
para evitar estos grandes problemas.
La otra cara
importante de la profesionalidad, es la que tiene que ver con el conocimiento
de las funciones de todo el personal activo del sector, en cuya formación
llevamos muchos años involucrados totalmente. No es de extrañar entonces que
detectemos a cada rato los muchos errores que se cometen en contra del
desarrollo armónico del turismo, ese que produce riqueza para la persona, la
familia la comunidad y para el mundo entero, como bien ha acuñado la Organización
Mundial del Turismo.
En esa
panorámica, la buena disposición y la cultura turística adquirida en los
centros que honradamente han expandido sus enseñanzas por el mundo, son un
patrimonio de La Humanidad que se enfrenta a aquella otra “procesión” que solo han
visto en estas nobles enseñanzas la fórmula ideal de ganar votos políticos,
generar riquezas personales, o justificar ingresos económicos procedente de
actividades ilegales, alardeando de instalaciones y suntuosidad difícilmente
acorde con los ingresos que pudiesen reportarle una humilde entrega a una
enseñanza seria y eficaz poblada de los medios necesarios para sus fines. Estos
no debieran ser otros que conseguir un personal culturizado principalmente en
el valor humanístico fundamental del desarrollo turístico: la consecución de un
mundo donde se pueda vivir disfrutando de la paz, y sus valores añadidos, como
dice Rotary Internacional, con la inteligencia la buena voluntad y el aprecio a
toda ocupación útil, en beneficio de toda la comunidad mundial. Esa debe ser la
finalidad.
A todo esto
llegamos, a través de una larga carrera de años de trabajo y entrega en los
cuales hemos invertido toda una larga vida, sin otro propósito que el deber
cumplido, y cuya recompensa está en esos cientos de profesionales turísticos
que nos contactan y nos escuchan desde innumerables lugares del mundo, en
algunos casos hasta bendiciéndonos y agradeciendo la oportunidad que se les dio
para su formación integral que les cambio la vida de forma integral tanto en lo
profesional como en lo familiar:
Inolvidable, increíble, maravilloso, “ha cambiado mi vida” etc. etc., son
algunas de las expresiones que estas decenas de profesionales emplean para
describir lo que en su día aprendieron a través de un grupo de abnegados profesionales turísticos de Canarias, que con
la mayor ilusión y una entrega sin límites, emplearon su mejores horas en
trasmitir conocimientos nacidos de sus experiencias profesionales, muy lejos de
esos estudios “académicos” en los que se quiere encorsetar una actividad que
lo que necesita es práctica, calor humano, honradez y honestidad, algo que está
muy lejos de la manipulación política y el despojo a lo que muchas de las veces
nos hemos visto sometidos.
Con estas
meditaciones – reflexiones y recuerdos diríamos mejor – llegamos a un hotel de
cinco estrellas, hito histórico de una ciudad centro turístico de una muy
importante isla, donde en una cena de gala de una de las más importantes
organizaciones de servicio mundiales, el
profesional de turno en la dirección
del no citado establecimiento, permitió colocar cubiertos para once
personas, en mesas redondas con capacidad sólo para seis comensales. Este
estropicio – por llamarlo de una manera suave – no se puede permitir de
ninguna manera. La profesionalidad del personaje, no sólo quedó en entredicho,
si no la imagen de la empresa arrendataria del citado hotel, el propio
establecimiento, y con ello la de la propia ciudad donde se celebraba el
acontecimiento. Intolerable.
La
profesionalidad en el turismo es algo muy profundo. La falta de ella puede
producir consecuencias fatales de carácter irreversible, pues el viajero
frecuente – el turista común – solo recordará con el tiempo, el nombre del
lugar donde ocurrió el suceso, quizá nunca más el nombre de sus personajes…
¡Cuidado! La
competencia nos acecha. De eso y de otras lamentables historias sabemos
demasiado…
*(Del Grupo
de Expertos de la Organización Mundial del Turismo, de las Naciones Unidas,
ONU)
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