Javier Lima Estévez
En la revista ERES, localizamos un interesante artículo
publicado en 1990 del catedrático de Arqueología de la Universidad de La
Laguna, Premio Canarias de Patrimonio Histórico, Doctor Honoris Causa por la
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y autor de numerosos libros y
artículos, Antonio Tejera Gaspar. Su trabajo, bajo el título “Apuntes sobre
restos de los guanches encontrados en el siglo actual, de José Agustín Álvarez
Rixo”, analiza con detalle un manuscrito redactado por el destacado cronista y
político portuense que, a lo largo de sus 28 páginas, aglutina información
relativa a diversos hallazgos arqueológicos en la isla de Tenerife entre 1845 y
1879. Para el caso del Valle de La Orotava ofrecemos algunas noticias al
respecto que, en la primera parte del presente artículo, dedicaremos con
especial atención al núcleo portuense. De esa forma, Álvarez Rixo afirma que en
“el año 1817, haciendo excavar en mi terreno de la Luz a la entrada de una
extensa gruta volcánica (que fue morada de Guanches) para plantar una parra, se
descubrieron varias cuentecitas de barro, unas en forma y figura de formillas
de hueso, otras en figura de pequeños canutillos, los cuales recogí y todavía
conservo, lo mismo que una lancetita de piedra tabona, obsidiana, aunque con la
punta rota. Pero las osamentas estaban casi pulverizadas”. Al mismo tiempo,
describe que siendo el año 1857 y “sorribándose en un trozo de malpaís en la
Suerte nº 18, de la jurisdicción de este Puerto de la Cruz, se descubrió una
curiosa gruta volcánica que había servido de morada de guanches, por hallarse
en ella algunos gánigos, cazuelas todas de su uso; y todo lo desaparecieron los
trabajadores: gracias que se pudo recoger algunos raros a par que curiosísimos
filamentos o hilos de lava cristalizados que a manera de los festones que forma
la cera y las resinas al derretirse, pendían del techo de la gruta, la cual
después tapiaron a fin de continuar el trabajo de sorriba del terreno”. Del
municipio portuense también citaría el descubrimiento realizado en torno a la
Ladera de Martiánez, concretamente en 1879, afirmando que en el verano de ese
año se descubrió “una cueva de Guanches con más de trescientas calaveras y
osamentas cuyos pormenores se publicaron en el periódico Memorandum (no hay
número) del corriente año y en mis diarios apuntes a los cuales me remito: la
cueva estaba tapiada con piedras y apenas alguna rendija por donde entraban a
dormir y hacer sus nidos algunas aves marinas: Muchos de dichos cráneos los
recogió D. Ramón Gómez el boticario y los regaló a varios sujetos científicos
para estudiar sobre razas humanas”.
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