Evaristo Fuentes Melián
Hay tres plazas principales en el casco urbano de La
Orotava, con pros y contras cada una de ellas: la de Franchi Alfaro o del
Llano, que sirve de escape del rigor colegial salesiano, con sus laureles
encantadores; la plaza del Kiosco o La Alameda o la Constitución (¿cuál
Constitución?), con nuestros escarceos amorosos primarios y con los charquitos
en las losetas de su pavimento que cuando llueve te mojan el calzado si te
descuidas al pisar; y la plaza del Ayuntamiento, Consistorio con la burocracia
de sus trabas engorrosas, pero también
con la Alfombra del Corpus multitudinaria y suntuosa. Hay más
plazoletas, como la de San Francisco, que es una plaza triangular inclinada,
solamente para verla al pasar por la calle adosada del mismo nombre; o para
acceder por el lado de arriba a la esquina del local del zapatero remendón que
todavía labora allí al estilo antiguo pero eficaz. Y que yo recuerde ahora, hay
una que pudo ser plazoleta silvestre, con árboles centenarios que fueron
talados impunemente; hubiera sido la placita del Recodo o del Gurugú, donde se
plantó una gran fuente con chorros de agua, pero sin gracia…También tiene su
plaza la iglesia de San Juan del Farrobo, formada con rectángulos en forma de U, abrazando al
edificio eclesial. Allí los chicos jugaban en mis tiempos con pelotas de trapo
o de badana.
En cuanto a torres, mencionemos sólo una: la torre de dicha parroquia de San Juan Bautista. En las
tripas interiores de esta torre, hace más de medio siglo, destacaban tres
particularidades: 1.- Las dos pesas cilíndricas colgantes de la cuerda del
reloj de la torre, que al gastarse la cuerda van bajando verticalmente hasta
casi llegar al suelo. 2.- La exclusividad de los Profesionales del Repique, que
no dejaban entrar a casi nadie a lo alto del campanario, al cual se accede a
través de una puerta / tranca horizontal de madera. Y 3.- Lo peor, y siento
decirlo: el olor a orines, hace más de medio siglo, actualmente ignoro si persisten
estos aromas…
Espectador
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