Evaristo Fuentes Melián
Leo varias opiniones sobre Fidel Castro, desde la derechosa
recalcitrante hasta el extremismo de izquierdas. Veamos algunas:
“Reagan no prohibía al estadounidense abandonar el país a
voluntad. Castro solo dejaba salir en momentos de máxima presión para evitar
que su régimen explotara. Cuando Castro entró en la Habana, en enero de 1959,
la renta per cápita de los cubanos era el doble de la de los españoles. Cuando
se murió en 2016, la renta per cápita es 10 veces menor que la española.
Otra opinión muy distinta: “Creo que hay que poner el acento
sobre las íes de un hombre emblemático, que acaparó la atención del mundo
entero y trajo a los más humildes cubanos desamparados por su antecesor-- el
dictador Batista-- una esperanza de vida mejor”.
Y la última: “Poner como ejemplo a Reagan, no procede, fue
uno de los mafiosos más destacados en la presidencia de USA en los años ochenta
del siglo XX. En la guerra Irán- Irak luchaba oficialmente con un bando,
mientras que, por conductos bajo cuerda, permitía vender armamento al otro
bando. Hasta que ese macro chanchullo se destapó en el Congreso de los EEUU”.
Y digo yo, que las estadísticas nunca son fiables si nos
vamos al terreno de una honrada contabilidad. Recuerdo la anécdota, jocosa y
dramática al mismo tiempo, en la que en un país imaginario el mandatario dictador
en sus peroratas panfletarias alegaba:
“¡Cada habitante de este pueblo se come un pollo diario!”
Pero, claro, lo que no decía ni pregonaba este hipotético dictador,
es que los ricos se comían cuatro pollos y los pobres, ninguno.
En resumen, respecto a Cuba, yo insisto en un dato
incuestionable: los países del entorno de Cuba están peor en todos los aspectos
principales, vivienda, escuela, universidad, sanidad, alimentación, seguridad, delincuencia…Y
no lo digo yo, lo dicen algunos intelectuales economistas especializados en el
tema.
ESPECTADOR
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