Sheina Leoni Handel
Hace ya algunos años América Latina se vio sumamente
convulsionada por la llegada de Paul McCartney; hace solo unos meses fue la
llegada de Madonna la que conmovió a Argentina. Por si esto fuera poco, la
llegada de Elton John a nuestro continente logró conmocionar anticipadamente a
los numerosos fans del ídolo.
Pero no solo integrantes del mundo artístico logran
congregar a millones de fanáticos cada vez que se hacen presentes: también
figuras importantes del mundo deportivo, cultural o de cualquier otra índole
que han logrado destacarse por algo que suscite notoriamente el interés en una
sociedad determinada.
No importa hora, ni espera, ni costo: todo esto deja de
tener trascendencia cuando se trata de pasar un momento de la vida con esa
celebridad tan especial para cada uno. Todo está permitido en ese sueño mágico
y místico con la figura amada. Los diferentes cantos de estas sirenas son
capaces de hechizar a millones de personas, tal como lo hicieron sus
antecesoras en las antiguas leyendas.
Estas nuevas sirenas, poseedoras de un canto diferente, son
seguidas y amadas por millones de personas, ansiosas por estar cerca de ellas
aunque sea un segundo, y capaces de realizar cualquier cosa que estas le pidan.
Y así, van surgiendo en nuestro cambiante horizonte célebres
figuras con cualidades personales que provocan en sus seguidores una fidelidad
a prueba de todo. La historia ha estado plagada de ellas: nos referimos a
aquellos ídolos y líderes, positivos o negativos que han logrado influir o
cambiar el curso de las sociedades, simplemente por estar. Ídolos como Elvis
Presley o líderes como Gandhi (por nombrar a algunos) fueron capaces de dejar
su sello en la época en que vivieron y pasar a la inmortalidad.
Las nuevas sirenas, con sus llamativas voces, han logrado
encantar el mundo entero, que se ha desvivido por satisfacerlos. ¿Cuál podría
ser el motivo? Veamos.
Mi ídolo favorito es…
El concepto de ídolo es muy antiguo; en determinadas épocas
y culturas estos se consideraban representaciones de entidades sobrehumanas,
generalmente de orden divino, que se adoraban en imágenes construidas por el
hombre. El significado de ídolo era exactamente ese: figura o imagen que se
adora religiosamente.
Actualmente, sin embargo, este concepto y la relación que
establece el ídolo con sus seguidores se ha modificado, pues las
transformaciones culturales y la participación de los medios masivos de
comunicación así lo han exigido. Facebook, Twitter, YouTube, entre otras
herramientas informáticas, han dado a nuestros ídolos y líderes modernos una
nueva forma de llegar hasta sus adeptos, o directamente saber si los tienen.
Algunos publicistas sostienen que los ídolos son un producto
y una marca a la vez. Los medios masivos de comunicación amplifican la imagen
de la persona para hacerla conocida más allá del contacto personal. Ese
conocimiento, variable según la sociedad, es lo que hoy se conoce como fama.
Cuando el prestigio y la fama se unen, estamos frente a lo que hoy llamamos un
ídolo. ¿Cómo se vuelven especiales algunas personas, mientras que otras, con
iguales o superiores aptitudes, nunca logran destacar? Pues porque son tienen
un don excepcional que parece ser el principal motivo por el cual una persona
se convierte en estrella o ídolo de multitudes. Esta cualidad excepcional es lo
que llamamos carisma.
Lionel Messi |
Durante años se habló del carisma como de un don particular
referido a las cualidades y capacidades consideradas extraordinarias o
sobrenaturales (magia, revelaciones) para las que algunas personas parecen
estar dotadas en su medio social, como si fueran enviados de Dios o se les
hubiera concedido un don o un poder más elevado… En la época moderna, el
carisma se equipara cada vez más con el poder de irradiación individual
extraordinario que emana de algunas personas con dotes de mando. Se identifica
como el poder de provocar en las masas una entrega emocional hacia el ídolo, en
este caso, y una fuerte identificación con él. Sea como sea, una persona
carismática jamás pasa desapercibida: no importa edad, físico, nivel cultural…
el carisma pasará a ser su característica principal.
Y así, los simples mortales se sienten atraídos por su
ídolo, y harán todo lo posible por parecérsele. Copian sus tics, su ropa, sus
peinados, porque proyectan en ellos todos los sueños que tienen y no pueden
saciar individualmente. Pero, ¡cuidado!, cuando el idolatrado contradice los
propios valores que representa, o su mensaje no condice con el de su público,
pierde su popularidad y empieza a declinar.
¿Qué vemos en los ídolos?
Cuando las personas seleccionamos un ídolo es porque encontramos
en él cosas que querríamos ser o tener, lo que nos hace identificarnos con su
persona.
Los medios masivos de comunicación son determinantes para
construir esa imagen adorada, y a su vez, pueden decidir cuándo ponerle fin. Si
bien la popularidad se sostiene en el tiempo, los medios pueden en muchos
casos, si lo desean, poner fin a esos quince minutos de fama y terminar el
idilio con sus seguidores.
Desarrollar una fuerte personalidad respecto de ellos,
acompañada de una fuerte identificación en algún sector de la sociedad, es algo
fundamental para que un ídolo perdure.
Otro tipo de sirenas: los líderes
Todos sabemos que en estos últimos tiempos la salud del
presidente Hugo Chávez ha ocupado el primer plano de todos los periódicos del
mundo. Muchas personas se han manifestado dolorosamente, y hasta se han hecho
ceremonias religiosas en su honor.
Amado u odiado, es indiscutible que dicho mandatario tiene
ciertas características que le han permitido liderar su país acompañado de una
gran cantidad de personas que lo siguen, racional o irracionalmente. Más que un
jefe formal de gobierno, se ha transformado en un líder carismático y,
probablemente, va en camino a convertirse en un ídolo para muchos venezolanos.
Como mencionamos con anterioridad, siempre han existido líderes en las
diferentes épocas, ya sea positivos como Teresa de Calcuta o hasta el mismo
Jesús, o negativos como Hitler. ¿Cómo llegaron estas personas a convertirse en
líderes? ¿Nacieron o se hicieron? Pues no hay una respuesta absoluta.
En la actualidad hay coincidencia en que no es solo el
carisma lo que convierte a una persona en líder, sino que el líder se va
formando a sí mismo a través de un proceso de aprendizaje que incluye la
observación permanente del medio en el cual vive y la interacción con otras
personas y el medio social.
El líder es aquella persona que tiene ciertas aptitudes y
habilidades valoradas dentro del grupo, que es capaz de actuar para cambiar una
situación determinada, pero también de entusiasmar y movilizar a otras personas
para que intenten ese cambio junto con él. Es aquel que logra influir en las
conductas de las personas para obtener las metas perseguidas. Debe ser capaz de
motivar e influenciar a sus seguidores al mismo tiempo, pero fundamentalmente
debe actuar; los buenos líderes actúan, no solo hablan.
Por lo tanto…
Si bien, como hemos señalado, los ídolos y líderes siempre
han existido, en esta sociedad tecnologizada dichos conceptos, como tantos
otros, se han ido modificando.
En ambos casos sigue siendo necesario tener ese sello
particular que los convierte en seres especiales y los distingue de la
multitud, aunque la mayoría de las veces no alcanza: se necesitan otras
características complementarias, como carácter, voluntad, energía, preparación,
y por qué no, un poco de suerte.
Ni qué hablar de tener un lugar en las redes sociales, como
Facebook o Google+, y en las redes de contenido, como Twitter o el mismísimo
YouTube.
Por eso, si usted quiere formar parte de este grupo selecto
de sirenas que luchan por surgir en el siglo XXI, comience a prepararse,
desarrolle alguna habilidad, aprenda a sonreír, tenga su Facebook y sus
seguidores en Twitter, haga su propio video…
Y empiece ya mismo a contar a sus seguidores: tal vez mucha
gente ya lo ha empezado aplaudir…
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