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sábado, 24 de diciembre de 2016

LAS CENTENARIAS PALMERAS DEL MIRADOR DE LA PAZ Y AGATHA CHRISTIE

Agustín Armas Hernández

ENTRE OTRAS, PLANTADAS DESPUÉS, LAS TRES CENTENARIAS PALMERAS DEL MIRADOR DE LA PAZ, (PUERTO DE LA CRUZ). ELLAS, Y SU ENTORNO, FUERON UNA DE SUS INSPIRADORAS PARA QUE AGATHA CHRISTIE ESCRIBIERA: 

“EL HOMBRE DEL MAR” DE SU LIBRO: “EL ENIGMÁTICO MR. QUIN”. ESTA ESCRITORA, INGLESA, LLEGÓ A SER LA MÁS LEÍDA DE TODOS LOS TIEMPOS. VISITÓ EL PUERTO DE LA CRUZ EN 1927.

Su nombre completo era: Mary Clarisa Agatha Miller. Agatha Chiste, con solo treinta y siete años, era ya consagrada e importante escritora. Se le conocía como: “La dama del misterio”. Nació en Tarquay (Dervon, Inglaterra). Su padre era de Norteamérica. Falleció cuando ella tenía solo once años de edad. A partir de entonces quedó, solo, al cuidado de su madre, que la educó en su casa, inculcándole desde pequeña, a la literatura y escritura.

 La fuerte crisis emocional motivada por la separación de su marido, piloto de la RAF, y problemas económicos, secó, por algún tiempo, su vena literaria; no sentía inspiración para escribir. Esta intranquilidad fue motivo para que unos amigos le aconsejaran que viniera a Tenerife, temporalmente, para reponerse y recobrar su intelecto, perdida por los problemas que le angustiaban y acuciaban. Escogieron, la isla de Tenerife, para su descanso, y más concretamente el Puerto de la Cruz, por estar enclavado en el maravilloso y conocido Valle de la Orotava. Lugar de ensueño y benigno clima. Llegó, a este destino, acompañada de su hija Rosalind y de Charlotte Fisher, su inseparable secretaria. Se hospedó en el Gran Hotel Taoro. Disfrutó de sus jardines y del grato olor de sus variadas flores, especialmente de las embriagantes rosas, rojas, que las había por doquier.

 Después de algunos días, felices e inspiradores, también aciagos, en la hoy Ciudad turística, decide irse, a terminar sus vacaciones, a Las Palmas de Gran Canaria. El principal motivo fue que no le gustaba el mar, bravío del norte tinerfeño. ¡Le tenía miedo, no podía bañarse! Al contrario, las tranquilas playas de la isla redonda le ofrecían la posibilidad de darse un chapuzón, sin ningún riesgo.  Como así fue.

El tren azul” y “El enigmático Mr. Quinn” son los dos libros que la excelente escritora escribiera en la Isla.

Un busto de su persona, erigido en La Paz, y su nombre, en una calle, perpetuán, para siempre el paso por el Puerto de la Cruz, de esta universal escritora.

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