Isidoro Sánchez García
Fachada de una vivienda del pueblo septentrional peruano de
Lamas en el que resalta el haikus: EL MESTIZAJE/ES LA MEZCLA DE SANGRES/ENTRE
LOS PUEBLOS
En el siglo XXI resulta interesante y curioso, por lo que
significó, celebrar en el norte del Perú, un homenaje al fenómeno biológico del
MESTIZAJE. Fue una actividad bien plasmada en lo físico por el coordinador de
las relaciones contemporáneas hispano peruanas, Manuel Méndez Guerrero, fruto
real del encuentro biológico de un
español y una peruana en el siglo XX. Tuvo lugar en la portada de una casa,
sencilla pero clásica, del pueblo septentrional peruano de Lamas. Se refería al
Mestizaje como “Mezcla de Sangre Entre los Pueblos”. El texto lo tomó de un
artículo que escribió su amigo y socio cultural canario, Isidoro Sánchez
García, al que tanto le gustan los haikus. Sánchez es ingeniero de montes y
natural de la villa canaria de La Orotava, donde nació el volcán Teide. Le
gusta hurgar por las entrañas de los archivos y libros de la América que fue
hispana durante algunos siglos, consecuencia derivada de la geografía del siglo
XV que marcó un genovés, Cristóbal Colón, y del inicio de la literatura de
viajes. También caminar, desde 1976, por tierras de Canadá y USA, por Venezuela y Cuba como su abuelo Eustaquio,
por Costa Rica, México y Perú con sus
amigos profesionales y por diversas razones. Los parques nacionales y el agua le podían. Le llamó la atención el
“Encuentro con lo Ajeno” que descubrió en las tierras americanas, sobre todo en
Mesoamérica y Sudamérica, de manera
especial en la Amazonía de Venezuela y Perú.
En las páginas de internet se puede leer en la enciclopedia
libre de Wikipedia un refrán que viene como anillo al dedo a nuestro trabajo,
mitad social, mitad biológico, relacionados con la llegada de los colonizadores
españoles a finales del siglo XV:
Lo escribió un autor desconocido pero es válido para nuestro
trabajo etnográfico, sobre todo para este encuentro con el mundo peruano que es
el que nos ocupa en esta segunda actividad canario-peruana, después de la
reciente visita del profesor Méndez Guerrero a Perú por razones de cooperación
cultural.
Ya recordé hace unos meses, al tratar del Mestizaje Hispano-Peruano, que el profesor
catalán Margaleff, cuando impartía
clases de ecología, afirmaba que En la diversidad radica la riqueza. Pienso que
el mestizaje puro en América, particularmente en tierras del Perú, fue el resultado del encuentro biológico
entre Francisco de Pizarro y la inca Inés Huaylás Yupanqui, a principios del
siglo XVI.
Según el historiador inglés, Hugh Thomas, el mestizaje fue
la mayor obra de arte lograda por los españoles en el Nuevo Mundo que encontró
Cristóbal Colón; en el Nuevo Continente de las regiones equinocciales,que tanto
cautivó al naturalista prusiano,
Alejandro de Humboldt entre 1799 y 1804 después de conocer las Islas
Canarias y sus paisajes culturales, sobre todo el que acompaña al volcán del
Teide en la isla de Tenerife, y se desparrama por el valle de La Orotava, la
Taoro de los aborígenes guanches.
Colón había apostado a finales del siglo XV por la isla
canaria de La Gomera como punto logístico de sus viajes a las Indias. Al igual
que los más destacados conquistadores de tierras americanas, Hernán Cortés y
Francisco de Pizarro. Humboldt aprovechó su estadía de finales del siglo XVIII
en la isla de Tenerife para ascender en 1799 al Pico del volcán Teide. Se había
embarcado en la gallega Coruña, en el buque “Pizarro”, rumbo a Venezuela. Luego
conoció Cuba, Colombia, Ecuador, Perú y México. En las costas incas del océano
Pacífico observó la importancia de la corriente fría que lleva su nombre y en
tierras andinas descubrió la fitogeografía de las cordilleras que comparó con
la que observó en Tenerife cuando la subida al Teide desde el mar Atlántico.
Del extremeño Francisco Pizarro sabemos que viajó en dos
ocasiones a las Américas en las primeras décadas del siglo XVI. Que atracó
ciertamente en La Gomera cuando organizó en Andalucía la expedición oficial de
la conquista del Perú tomando como base Panamá antes de bajar al Cono Sur.
Había fletado en Sevilla dos barcos partiendo en seguida para Canarias donde
esperó en La Gomera por su hermano Hernando, quien se había quedado al mando
del otro navío. Salieron juntos del puerto gomero rumbo a Panamá a finales de
1530 desde donde se embarcó rumbo a Perú a principios de 1531 con 3 barcos, 180
hombres y 37 caballos.
La ruta que siguió Pizarrro en Perú fue desigual en espacio
y tiempo. Miles de kilómetros de norte a sur, desde Colombia a Bolivia. Miles
de incas entre el océano y la selva con una sierra espectacular de por medio,
con cotas de miles de metros. Tras el encuentro biológico vino el mestizaje, de
españoles y peruanas, de castellanos y de incas, de la vanguardia europea y de
la tradición americana. De este encuentro surgió el mestizaje, el cruce de las
sangres y de los idiomas, del castellano y el quechua, de culturas singulares.
Por ello Extremadura-Canarias-Perú sería una ruta muy importante para el
mestizaje y Pizarro un referente de esta transculturización donde su compañera
inca, Inés H. Yupanqui, y su hija Francisca se convierten, para la antropóloga
extremeña María Valadés y para el consultor mestizo Manuel Méndez Guerrero, en
los protagonistas de un innovador proyecto cultural de cooperación internacional,
con La Gomera de paradigma logístico. Tal como le gustaba señalar al profesor americanista, Ballesteros
Gaibrois, en las jornadas colombinas de hace años, recordando el paso de
Pizarro por la singular isla canaria, lustros después que Colón partiera hacia
el mundo desconocido desde el puerto de San Sebastián de La Gomera, el 6 de
septiembre de 1492, una vez avituallado.
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