Salvador García Llanos
Las circunstancias impidieron que estuviera presente el
profesor José Miguel Perera Santana, quien iba a conferenciar bajo el título
“Conocer a Sebastián Padrón Acosta desde su biblioteca”, pero la vicesecretaria
del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), profesora Margarita
Rodríguez Espinosa, y Sarai Cruz Martín, graduada en Español de Lengua y
Literatura, hicieron muy ameno e interesante el acto de presentación, en
vísperas navideñas, del libro La biblioteca del Instituto de Estudios
Hispánicos de Canarias y el fondo Sebastián Padrón Acosta, editado por la
propia entidad, con prólogo de su ex presidente, profesor Nicolás Rodríguez
Munzenmaier. La conferencia será retomada para otra ocasión.
La obra es básica para entender la importancia de los libros
y las bibliotecas en la historia de la ciudad. Una influencia, un sentimiento,
una causa... El libro condensa, en atinada secuencia cronológica, un proceso
que aún no ha finalizado en el que se suman logros y sinsabores, aspiraciones y
frustraciones. Desde los orígenes hasta las dotaciones actuales, con especial
atención al fondo Sebastián Padrón Acosta, “la primera colección con que inicia
su andadura la biblioteca del Instituto”.
En octubre de 1953, año de su fundación, su primer
presidente, el alcalde Isidoro Luz Carpenter, adquirió y donó la biblioteca de
Padrón, “el gran olvidado”, a quien, décadas después de su fallecimiento, en
1982, el Ayuntamiento portuense, presidido por Francisco Afonso Carrillo,
rindió tributo en el curso de las Fiestas de Mayo. El Instituto acogió entonces
una exposición divulgativa de su obra, presentada por el padre Luis María
Eguiraun y el escritor Eliseo Izquierdo. José Rodríguez Barreto glosó para la
ocasión la figura del presbítero Padrón.
“Sebastián Padrón Acosta -escribe Rodríguez Barreto-,
expresión viva del saber humanístico, no solamente fue un hombre profundamente
arraigado en las tradiciones populares sino también -y ahí están sus libros que
cualquiera puede verlos, y mejor aún, leerlos-, una mente lúcida, vigorosa y
provisto de una capacidad asombrosa de trabajo. Pero, por encima de todo, fue,
sin lugar a dudas, un gran maestro en el arte del buen decir tanto en la prosa
como en la poesía”.
Coincidía con estas apreciaciones el padre José Siverio
Pérez, cuando siendo director de Radio Popular de Tenerife, nos habló de la
personalidad de Padrón, de su sensibilidad, de sus cafés infinitos y su
escritura parida en una envolvente atmósfera de soledad y humo de tabaco. Años
después, en la alcaldía, tuvimos oportunidad de promover y presentar la edición
del libro de Miguel Melián García, Sebastián Padrón Acosta: ensayo de
comprensión (Ayuntamiento del Puerto de la Cruz y Organismo Autónomo de Cultura
del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife). En el año 2000, en efecto, se
cumplía el centenario de su nacimiento. Melián, honrado por la amistad de
Sebastián Padrón Acosta durante los últimos años de su vida, habla en este
volumen de su vida y de su obra, al tiempo que recopila sus versos.
El IEHC perpetúa ahora la memoria de Padrón Acosta dando
nombre a uno de los fondos principales de su biblioteca, que reclama con
urgencia, por cierto, una ampliación. El trabajo de Margarita Rodríguez y Sarai
Cruz, expuesto con llamativa sencillez, permite ahora acercarnos de nuevo al
ilustre investigador y polígrafo, un inspirado prosista y hondo poeta -como le
calificó Miguel Melián-, “sacerdote henchido de alto espíritu humanitario y
gran animador de jóvenes vocaciones literarias”.
El fondo -se conservan unos mil cien volúmenes- es la mejor
expresión de la biblioteca de una persona culta, comprometida, y que disfrutaba
de la lectura de los autores más interesantes y valiosos de nuestra literatura.
Los libros, las bibliotecas, siguen siendo eso: un
sentimiento, una causa.
¡Felices celebraciones!
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