Antonio Pastor Abreu (AIPET)
Cuando Bernardo Montero - Profesor de Economía Colaborativa
y Nuevos Modelos Digitales en The Valley Digital y Business School - escribió
su obra con Transformación Digital: “La Economía Colaborativa. ¿Por qué
triunfa?” Estaría pensando en distribuir o poner sus ideas en manos del usuario
o micro-emprendedor, que ve en esta nueva innovación de servicios la solución a
sus problemas, familiares, sociales y económicos.
Al referirse a la regulación o prohibición añade: Las
actividades más demandadas y populares dentro del consumo colaborativo, son el
transporte y alojamientos, y es en estos dos sectores de actividad donde más
respuesta y batalla legal se han encontrado las empresas y usuarios, de
economía colaborativa hasta la fecha. Presenta múltiples denuncias, que han caído en saco roto. Hay un
nuevo tiempo y el ciudadano merece ser actor directo de la economía global y no
sólo centrada en unos pocos.
Con los paros y manifestaciones de asociaciones de taxistas
y transportistas en distintas ciudades del mundo exigiendo la prohibición de
empresas como Uber, Lyft o BlaBlaCar (no hay más que buscar en Uber en Google y
ver la sección de noticias).
También ha sido importante el lobby hotelero presionando a
reguladores, tanto en EEUU como en Europa, para detener o limitar la actividad
de plataformas como Airbnb o HomeAway. ¿Está ocurriendo, también en Canarias?
Quizás ha llegado el momento de acabar con la crisis laboral articulando esta
alternativa en beneficio de las Familias.
En ambos casos, las demandas se sustentan en la disrupción y
alteración del modelo legal establecido, fundamentalmente por el hecho de que
la oferta de estos servicios pasa de estar relativamente en pocas manos,
autorizadas y reguladas para ello (empresas), a estar al alcance de casi
cualquier individuo (micro-emprendedores).
Y precisamente, la regulación en torno a las actividades
realizadas por estos nuevos micro-emprendedores, es aún escasa o nula, en las Islas.
La regulación de la economía colaborativa no es un tema
sencillo, requiere de mucho análisis y reflexión, pero sin duda es muy
necesaria, partiendo del hecho de que hay una nueva realidad. Regular sobre
esta nueva realidad no es sencillo, pero sin duda muy necesario. Y dicha
regulación no puede limitarse a, Blanco o Negro o intereses partidistas. Hay
que integrar al ciudadano en el disfrute de la riqueza, con el servicio.
Un estudio entre internautas españoles en 2014 dejaba
resultados claros en cuanto a su postura, muy favorable respecto a la
regulación de estas prácticas, frente a los que optaban por prohibirlas.
Somos conscientes que la nueva realidad que supone la
economía colaborativa, plantea importantes retos regulatorios, gracias a la
aparición de la figura del micro-emprendedor, eliminando así la incertidumbre
de la crisis económica.
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