Juan
Antonio Gómez Jerez
La
tristeza puede ser y es tan necesaria como la alegría. El equilibrio es
indispensable para el ser humano, del buen estado de éste, depende el buen
funcionamiento físico y mental de las personas.
En
los últimos tiempos, lo que se nos vende como el mejor estado emocional, es un
falso estado de felicidad que lo que provoca es que no nos deja experimentar
nuestras propias emociones de una forma sana y a la vez tan necesarias para
nuestro crecimiento y aprendizaje personal.
Parece
como si estuviese mal visto mostrar nuestra cara triste, como si no tuviéramos
derecho a estarlo. El equilibrio es el estado idóneo, pero estamos en nuestro
derecho de mostrar nuestra alegría o nuestra tristeza.
Evidentemente
la tristeza es una emoción muy necesaria para nuestra vida, ahora bien, si se
convirtiera en un estado recurrente para mostrarnos a los demás y a uno mismo,
indicaría que tenemos que poner cuidado y atención a la hora de gestionar
nuestras emociones.
Podemos
y debemos estar tristes, porque es nuestro propio estado de emociones el que
genera que podamos estarlo o no por alguna mala noticia, el estado de salud,
fallecimiento de familiares, estrés, etc.
Si se
convierte en un estado general y alcanza unos niveles de intensidad elevados,
es cuando deberíamos empezar a tener cuidado.
LA
TRISTEZA DESADAPTATIVA. Es aquella sensación de tristeza que nace de uno mismo,
nace del no quererse lo suficiente, es algo así como el resultado de
despreciarse sin saberlo. No se puede atribuir a la falta de cariño de los
demás, sino que estamos tristes y sin ganas, entre otras cosas porque creemos
fervientemente que los demás no son capaces de saber lo que nos pasa, que no
son capaces de empatizar con nosotros.
Las
emociones nos ayudan a adaptarnos a las diferentes situaciones por las que
pasamos en la vida.
En
algunos casos, el origen de este mundo atormentado, habría que buscarlo en la
ausencia de cuidado, de afecto y de amor en los primeros años de nuestra vida:
Los más importantes para el equilibrio de nuestras emociones.
Y
aquí aparece la AUTOESTIMA, que es la encargada de los sentimientos que
generamos sobre nosotros mismos, donde radica el conocimiento de nuestra manera de ser y de nuestra valía.
El
buen o mal estado de nuestra autoestima puede afectar a nuestra manera de
estar, actuar e incluso de relacionarnos con los demás. Nada de los que
pensemos o hagamos, escapa a nuestra AUTOESTIMA.
Así pues,
la posible conclusión radica en la autoestima, en mantenerla ajustada para que
nos ayude a controlar los pensamientos y emociones negativos sobre uno mismo e
incluso sobre los demás para que nuestra tristeza no se vea alimentada.
Una
buena autoevaluación personal aleja los sentimientos de desesperanza,
melancolía y tristeza que nos llevan a la desidia y al abandono de las
actividades placenteras de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario