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sábado, 31 de diciembre de 2016

CUIDADO CON LA TRISTEZA, PUEDE CONVERTIRSE EN UN VICIO

Juan Antonio Gómez Jerez

La tristeza puede ser y es tan necesaria como la alegría. El equilibrio es indispensable para el ser humano, del buen estado de éste, depende el buen funcionamiento físico y mental de las personas.

En los últimos tiempos, lo que se nos vende como el mejor estado emocional, es un falso estado de felicidad que lo que provoca es que no nos deja experimentar nuestras propias emociones de una forma sana y a la vez tan necesarias para nuestro crecimiento y aprendizaje personal.

Parece como si estuviese mal visto mostrar nuestra cara triste, como si no tuviéramos derecho a estarlo. El equilibrio es el estado idóneo, pero estamos en nuestro derecho de mostrar nuestra alegría o nuestra tristeza.

Evidentemente la tristeza es una emoción muy necesaria para nuestra vida, ahora bien, si se convirtiera en un estado recurrente para mostrarnos a los demás y a uno mismo, indicaría que tenemos que poner cuidado y atención a la hora de gestionar nuestras emociones.

Podemos y debemos estar tristes, porque es nuestro propio estado de emociones el que genera que podamos estarlo o no por alguna mala noticia, el estado de salud, fallecimiento de familiares, estrés, etc.

Si se convierte en un estado general y alcanza unos niveles de intensidad elevados, es cuando deberíamos empezar a tener cuidado.
LA TRISTEZA DESADAPTATIVA. Es aquella sensación de tristeza que nace de uno mismo, nace del no quererse lo suficiente, es algo así como el resultado de despreciarse sin saberlo. No se puede atribuir a la falta de cariño de los demás, sino que estamos tristes y sin ganas, entre otras cosas porque creemos fervientemente que los demás no son capaces de saber lo que nos pasa, que no son capaces de empatizar con nosotros.

Las emociones nos ayudan a adaptarnos a las diferentes situaciones por las que pasamos en la vida.
En algunos casos, el origen de este mundo atormentado, habría que buscarlo en la ausencia de cuidado, de afecto y de amor en los primeros años de nuestra vida: Los más importantes para el equilibrio de nuestras emociones.

Y aquí aparece la AUTOESTIMA, que es la encargada de los sentimientos que generamos sobre nosotros mismos, donde radica el conocimiento de  nuestra manera de ser y de nuestra valía.
El buen o mal estado de nuestra autoestima puede afectar a nuestra manera de estar, actuar e incluso de relacionarnos con los demás. Nada de los que pensemos o hagamos, escapa a nuestra AUTOESTIMA.
Así pues, la posible conclusión radica en la autoestima, en mantenerla ajustada para que nos ayude a controlar los pensamientos y emociones negativos sobre uno mismo e incluso sobre los demás para que nuestra tristeza no se vea alimentada.

Una buena autoevaluación personal aleja los sentimientos de desesperanza, melancolía y tristeza que nos llevan a la desidia y al abandono de las actividades placenteras de la vida.

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