Manuel Marrero Morales
Pasada
la resaca electoral y la decepción inicial, -porque uno tiene su corazoncito y
se había ilusionado con todos los cantos de sirena de las encuestas sobre
intención de voto-, desde la reflexión y la prudencia comparto algunos
pareceres sobre esta segunda vuelta de las elecciones.
Mantener
los 71 escaños, a pesar de perder más de un millón de votos en seis meses,
implica que disponemos de cinco millones de personas que siguen apostando por
el cambio. No hay tal fracaso, como quieren hacernos creer los voceros del
régimen. Hace dos años esto era
impensable. No hemos tenido tiempo de parar para celebrar los éxitos, de parar
para reflexionar. Estamos en una carrera de fondo y no debemos impacientarnos.
Como
apoderado por Unidas Podemos, en dos mesas situadas en una antigua escuela
unitaria, a lo largo del día percibí un cambio de actitud en el electorado:
algunos de los que el 20-D, sin conocerme, me hacían un guiño de complicidad,
no lo manifestaron esta vez. El 20-D ganamos al PP en una de esas mesas y
fuimos segundos en la otra. Ahora, el partido de la corrupción casi nos dobló
en votos. Y el PSOE también se puso por delante. CC y Cs siguieron perdiendo
apoyos.
Como
ciudadano activo y crítico he participado en todos los procesos electorales y
jamás se había producido tanta beligerancia contra una candidatura política
(Unidas Podemos), como en este proceso, que ha durado casi un año, dándole
continuidad a las autonómicas y municipales de mayo-2015. PP-PSOE-Cs y CC en
estas islas, han hecho un discurso común, unívoco, el discurso del miedo,
amplificado desde sus medios de comunicación. Desde esos mismos medios se
silenció la corrupción, la pérdida de libertades, los recortes, las
privatizaciones, las políticas antisociales, el saqueo de las pensiones, los
retrocesos sociales, los desahucios, la pobreza y la exclusión social. Y, de
manera especial, se silenciaron y desprestigiaron las alternativas del cambio.
Ha sido la campaña de los medios de comunicación. Y aunque hayamos ganado en
los debates, han calado más los mensajes simples y reiterados del miedo.
Venezuela,
los radicales, el populismo, los anti europeos, la pinza, los comunistas, han
sido algunas de las insidias repetidas machaconamente por todos ellos. Y, a
tenor de los resultados, ha dado sus efectos: hemos perdido más de un millón de
votos en 6 meses, aunque mantengamos los 71 escaños de donde partíamos.
El
PSOE está contentísimo porque, contra todo pronóstico, logró impedir el
anunciado adelantamiento. Cs continúa desinflándose como un souflé en beneficio
de sus progenitores, a los que nunca criticaron. Toda su crítica estuvo
centrada en Rajoy, salvando al corrupto PP. Ambos, por activa o por
pasiva, harán posible nuevamente un
gobierno del PP. Pero los del PSOE seguirán hablando de Unidas Podemos, de
Pablo Iglesias y la pinza, porque en ello están centrados exclusivamente.
La
corrupción generalizada del PP y una buena parte del PSOE, CC,... no los ha
hecho perder apoyos. Y el discurso del miedo, por el contrario, sí que ha
calado hondo en sectores de la ciudadanía que ha preferido la seguridad del
"ruin conocido" que la de un amplio grupo de gente joven, honrada y
muy solvente académicamente, pero sin experiencia en tareas de gobierno.
¿Qué
espera la ciudadanía de Unidas Podemos? En primer lugar, que se curta haciendo
una oposición contundente, en defensa de los intereses de la mayoría social.
Que evite los tacticismos y mantenga una línea más clara sobre el modelo de
sociedad al que aspiramos. Que no se refugie en los despachos ni en los escaños
y sigamos impulsando la participación democrática, la movilización en las
plazas y calles. Que siga agrandando su base de participación y colaboración
con todos los grupos afines y movimientos sociales de cada una de las
nacionalidades y regiones, en plano de
igualdad y sin relaciones de subordinación. Que corrija y mejore en democracia
interna, participación ciudadana y respuestas a los problemas de las gentes.
Que supere las divisiones internas y las actitudes fratricidas. Que, junto al
activismo en las redes, seamos capaces de llegar al conjunto de la población de
forma didáctica explicando quiénes somos, qué queremos y qué está pasando en
nuestro país. Frente al modelo inmovilista de los "conseguidores"
debemos tener parte activa y corresponsable en el cambio. Todas las manos,
todas las cabezas, todas las voces son necesarias para ponernos manos a la
obra.
En
definitiva, que no seamos impacientes. Esta es una carrera de fondo y llegan a
la meta los que dosifican los esfuerzos, gestionan la resistencia y mantienen
la constancia y la coherencia en su actitud.
Tenemos
que construir poder popular desde abajo, tenemos que demostrar a los que no
confían en nosotros, que somos capaces de gestionar adecuadamente lo público. Y
para ello, tenemos que seguir impulsando la unidad popular y las confluencias
en todos los municipios de este país, para desembocar en las candidaturas del
cambio para las próximas municipales y autonómicas.
De
esta forma, nos habremos arropado con la mayoría social y demostrado que somos
gentes solventes para producir y liderar el cambio que propugnamos.
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