Antonio-Pedro
Tejera Reyes
“El
prestigio cuesta mucho conseguirlo en tiempo e inversiones. Se logra a base de
resultados, y no pueden acciones estratégicas, ni intervenciones grotescas,
acabar con él, por muy espectaculares que sean y haya justicia que lo permita.”
Son
varias la veces que hemos escrito sobre este mismo tema y no nos cansamos de
hacerlo, perseguidos con insistencia por muchos personajes mediocres que
deambulan de un lado a otro de este mundo,
intrigando, mintiendo y elaborando fantasiosas historias sobre empresas,
proyectos, realidades y personas, con el fin de desprestigiarlas y hacerles
todo el daño posible, la mayoría de las veces para obtener ganancias
económicas, pero otras muchas veces solo por su desmesurada envidia ante los
logros que se consiguen trabajando, algo que estos pobres descerebrados ignoran realmente lo que es.
El
cuento persiste cuando vemos como, una y otra vez, se prodigan halagos a
nuestras obras y “por detrás” se les busca la forma de criticarlas inventando
toda una larga serie de historias nacidas del ese sentimiento inamistoso que es
la más acendrada envidia por no poder emular ni de lejos, lo que el
conocimiento, la perseverancia, y la experiencia, ha dejado conseguir siempre
poniendo por delante la honestidad, la honradez y “el aprecio toda ocupación
útil”, que dice Rotary Internacional.
Ocurre
entonces que parece necesario insistir en el tema buscando nuevas respuestas en
la sociedad, intentado inculcar los valores éticos necesarios en las personas,
siempre basados en una honestidad de principios como bien tuvimos oportunidad
de estudiar a fondo en la UNIVERSIDAD PARA LA AZ, ese organismo de las Naciones
Unidas que tanto impulsaron hombres como Francisco Barahona, Gustavo Budowsky y
Felipe Matos, junto a un cuerpo de personajes
que tuvimos el honor de conocer y disfrutar de sus sesudas lecciones durante
muchas horas en nuestras aulas de clases lamentablemente abortadas por la
injusticia, la envidia, la falta de principios éticos, y honestidad, de quienes
debieron ser los principales paladines de ambas virtudes humanas.
Quienes
han padecido en propias carnes incontables veces la persecución de la envidia,
conocen perfectamente las consecuencias que esta lleva de un lado a otro,
sembrado chismes y habladurías que al final siempre “algo queda” como se dice
popularmente.
Son
el tributo que pagan los triunfadores, los que tienen en su haber unas hojas de
vida profesional y familiar que nadie puede cambiar por mucho que lo intenten o
“haya injusticias que lo permitan”, como decimos en nuestro titular…
Estamos
ente un mundo difícil y complicado en el que hay que navegar con las velas
extendidas al máximo desafiando el oleaje que nos azota por todos lados, pero
mirando siempre al frente. Los hechos son incontrovertibles por muchas mentiras
que se le quieran oponer cargada de una envidia maliciosa que a veces, incluso
son “capaces de perder un ojo para dejar a alguien ciego”, como dice el refrán
popular.
Quienes
han vivido estas experiencias comprenden exactamente lo que escribimos, son los
que siente y padecen el caminar por la vida – caminante no hay camino, se hace
camino al andar - ellos saben mucho de
esto, de todo lo que comentamos, desde las personas de la política, las empresas o las familias,
donde hemos visto cómo se puede destrozar una modélica empresa internacional de
excepcional importancia social, o una
gran familia, empleando la envidia como recurso de perversos fines, sin
importar para nada las consecuencias de los actos execrables de la misma,
cercenando “in misericordia” la vida y las ilusiones de infinidad de
personas.
Personajes
a los que se les ha enseñado a comportarse, hablar y hasta vestirse, más tarde
son víctimas de la envidia que les hace ser repulsivos, repugnantes, tarados, y
hasta delincuentes, con un malsano proceder que no pueden esconder por mucho
que lo intenten.
Ejemplos
y más ejemplo hay - con nombres y apellidos – “para parar un carro”, volviendo
a los dichos populares.
Rotary
es una esperanza, lo hemos escrito más de una vez. Persistiremos. Eso de la
comprensión, el conocimiento y “el aprecio a toda ocupación útil”- insistimos –
es algo para escribirlo en las paredes, al igual que lo hacen en el Rotary Club
de Cusco con los lemas rotarios, o en el mismísimo Aeropuerto El Tocumen
(Panamá) dirigiendo hacia todos los clubes rotarios de su ciudad, como un
ejemplo de cómo hay que facilitar en el mundo el camino a la verdad, la
honradez, la justicia y la razón.
Servir
es mi ocupación… mi vocación.
*Del
Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo. UNTWO.
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