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martes, 22 de octubre de 2019

LA ENVIDIA COMO ELEMENTO DESTRUCTOR


Antonio-Pedro Tejera Reyes

“El prestigio cuesta mucho conseguirlo en tiempo e inversiones. Se logra a base de resultados, y no pueden acciones estratégicas, ni intervenciones grotescas, acabar con él, por muy espectaculares que sean y haya justicia que lo permita.”

Son varias la veces que hemos escrito sobre este mismo tema y no nos cansamos de hacerlo, perseguidos con insistencia por muchos personajes mediocres que deambulan de un lado a otro de este mundo,  intrigando, mintiendo y elaborando fantasiosas historias sobre empresas, proyectos, realidades y personas, con el fin de desprestigiarlas y hacerles todo el daño posible, la mayoría de las veces para obtener ganancias económicas, pero otras muchas veces solo por su desmesurada envidia ante los logros que se consiguen trabajando, algo que estos pobres  descerebrados ignoran realmente lo que es.

El cuento persiste cuando vemos como, una y otra vez, se prodigan halagos a nuestras obras y “por detrás” se les busca la forma de criticarlas inventando toda una larga serie de historias nacidas del ese sentimiento inamistoso que es la más acendrada envidia por no poder emular ni de lejos, lo que el conocimiento, la perseverancia, y la experiencia, ha dejado conseguir siempre poniendo por delante la honestidad, la honradez y “el aprecio toda ocupación útil”, que dice Rotary Internacional.

Ocurre entonces que parece necesario insistir en el tema buscando nuevas respuestas en la sociedad, intentado inculcar los valores éticos necesarios en las personas, siempre basados en una honestidad de principios como bien tuvimos oportunidad de estudiar a fondo en la UNIVERSIDAD PARA LA AZ, ese organismo de las Naciones Unidas que tanto impulsaron hombres como Francisco Barahona, Gustavo Budowsky y Felipe Matos,  junto a un cuerpo de personajes que tuvimos el honor de conocer y disfrutar de sus sesudas lecciones durante muchas horas en nuestras aulas de clases lamentablemente abortadas por la injusticia, la envidia, la falta de principios éticos, y honestidad, de quienes debieron ser los principales paladines de ambas virtudes humanas.

Quienes han padecido en propias carnes incontables veces la persecución de la envidia, conocen perfectamente las consecuencias que esta lleva de un lado a otro, sembrado chismes y habladurías que al final siempre “algo queda” como se dice popularmente.

Son el tributo que pagan los triunfadores, los que tienen en su haber unas hojas de vida profesional y familiar que nadie puede cambiar por mucho que lo intenten o “haya injusticias que lo permitan”, como decimos en nuestro titular…

Estamos ente un mundo difícil y complicado en el que hay que navegar con las velas extendidas al máximo desafiando el oleaje que nos azota por todos lados, pero mirando siempre al frente. Los hechos son incontrovertibles por muchas mentiras que se le quieran oponer cargada de una envidia maliciosa que a veces, incluso son “capaces de perder un ojo para dejar a alguien ciego”, como dice el refrán popular.

Quienes han vivido estas experiencias comprenden exactamente lo que escribimos, son los que siente y padecen el caminar por la vida – caminante no hay camino, se hace camino al andar  - ellos saben mucho de esto, de todo lo que comentamos, desde las personas  de la política, las empresas o las familias, donde hemos visto cómo se puede destrozar una modélica empresa internacional de excepcional importancia social,  o una gran familia, empleando la envidia como recurso de perversos fines, sin importar para nada las consecuencias de los actos execrables de la misma, cercenando “in misericordia” la vida y las ilusiones de infinidad de personas. 

Personajes a los que se les ha enseñado a comportarse, hablar y hasta vestirse, más tarde son víctimas de la envidia que les hace ser repulsivos, repugnantes, tarados, y hasta delincuentes, con un malsano proceder que no pueden esconder por mucho que lo intenten.

Ejemplos y más ejemplo hay - con nombres y apellidos – “para parar un carro”, volviendo a los dichos populares.

Rotary es una esperanza, lo hemos escrito más de una vez. Persistiremos. Eso de la comprensión, el conocimiento y “el aprecio a toda ocupación útil”- insistimos – es algo para escribirlo en las paredes, al igual que lo hacen en el Rotary Club de Cusco con los lemas rotarios, o en el mismísimo Aeropuerto El Tocumen (Panamá) dirigiendo hacia todos los clubes rotarios de su ciudad, como un ejemplo de cómo hay que facilitar en el mundo el camino a la verdad, la honradez, la justicia y la razón.

Servir es mi ocupación… mi vocación.

*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo. UNTWO.

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