Salvador García
Llanos
Seguiremos diciendo
'Dinámico', claro, aunque el concesionario haya preferido producir una nueva
denominación que une a los establecimientos del mismo grupo. Ahora es
'Compostelana Club Café', en la plaza del Charco, inaugurado oficialmente en la
noche del jueves, aunque ya viniera funcionando pasadas las Fiestas de Julio.
Un nuevo concepto, rompedor, modernista, de establecimiento abierto, bajo
laureles de indias y entre palmeras: mobiliario atractivo para un ambiente con
ribetes de sofisticación, la iniciativa de un emprendedor que quiere poner
sello propio y captar clientela que, en pleno centro de la ciudad, quiere
encontrar una alternativa a la heterogénea oferta de restauración y ocio de esa
zona. Que acierte y tenga suerte: el valor del emplazamiento lo es todo para
este negocio.
Pero siempre nos
quedará el 'Dinámico', porque, sencillamente era y es una seña de identidad del
pueblo, preñada también de leyendas y episodios, de personajes, de auge y de
decadencia, de certezas, diversiones, añoranzas, discusiones y ambientes de lo
más diversos: desde conversaciones hasta altas horas de la madrugada a reunión
carnavalera de mascaritas, desde conciertos de la banda municipal en la noche
de los jueves a actuaciones al mediodía de los domingos. Por el camino, alguna
celebración futbolística y alguna sobremesa destacada, tres Beatles incluidos.
Y parrandas de amanecida, también los domingos. Pero, sobre todo, la mítica
Tertulia, las originales o asimiladas 'cámara alta' y 'cámara baja', prohombres
de la ciudad y populares de clase media y baja hablando de lo suyo, en horas
dispares, esperando al periódico La Tarde para irse a casa informados o
discutiendo sobre el rendimiento de Tito del Pino. El recuerdo adorna el tópico,
pero de todo aquello lo más importante, lo que queda y que debe ser ponderado
hasta donde haga falta es el ejercicio de tolerancia. En pleno franquismo,
cuando hablar de poíítica, pues... eso, allí se analizaba ya la internacional.
Lo hacían desde una extracción ideológica plural. No hacía falta descubrir
cartas: oiga, un respeto. Que predominaba.
Aquel 'Dinámico',
con su sellado de quinielas, las primeras máquinas traganíqueles y hasta
boleras, meadas de urgencia y tapas y cañas tempranas mientras la gente daba
vueltas y vueltas a la plaza, no volverá, pero siempre quedará entre quienes lo
frecuentamos la sensación de un inigualable núcleo de reunión social y que
ahora, después de distintos ciclos, quiere reverdecer laureles, ya con otra
denominación que nos acerca a Galicia. Respetable el criterio de esta nueva
etapa, otro concepto, marcar distancia con los antecedentes; pero si hubieran
dejado 'Dinámico' no hubiera pasado nada: al revés, se aceptaría como un hecho
-si se nos permite- natural. Lo dicho: una seña de identidad, que para eso
hasta el anuncio publicado en el Boletín Oficial relativo a la concesión de
administrativa para uso privatico y normal del dominio público para la
explotación y mantenimiento especificaba que era del “bar-cafetería El
Dinámico”. Eso sí: debieron respetar una placa de mármol que, colocada en un
lateral, daba cuenta de la restauración de la instalación tras una costosísima
obra de la remodelación efectuada a finales de la década de los ochenta, siendo
alcalde Félix Real González y arquitecto ganador de un concurso, Benjamín Cova.
Es que es la
historia, ¿saben?, que ahora han empezado a escribir otros, a los que deseamos
suerte y éxitos, no solo comerciales sino proporcionadores de un nivel
estimable de la oferta social y turística de la ciudad.
Pero todos
seguiremos diciendo que nos vemos en el 'Dinámico'. Hay identidades que no se
pierden.
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