Lorenzo de Ara
La vomitona de los
pegacarteles del PSOE en el Puerto de la Cruz convierte al NO votante de ese
partido en una persona libre, inteligente, tolerante y constitucionalista.
¡Victoria total!
Los topetazos de
los pobres desgraciados iletrados se suceden un día tras otro, aunque también
es ridículo observar al supuesto y orondo sabio de la caverna rojilla caen en
el mismo hoyo.
El paisaje se
despeja para que los hombres sin ningún tipo de atadura observen y calibren el
verdadero trampantojo del pensamiento (jajaja) socialista en el Puerto de la
Cruz y en esta España alienada.
El PSOE en el
Puerto de la Cruz es un gurú que vende crecepelos.
En él están los
maniobreros mayores del reino. Hombrecillos que besaron el culo al franquismo o
los espantapájaros que se arrimaron a las siglas de la rosa marchita tras
disfrutar en juventud del jolgorio que les reglaba gratis total el “criminal”
(jajajaja) régimen franquista.
El camión de la
basura todavía no ha cumplido con su principal objetivo.
Políticamente sería
llevarse al PSOE hacia un vertedero sin retorno. La palabra reciclar cuando
hablamos de izquierda es una pérdida de tiempo.
El PSOE es un
“folclore folclorizado” (Salvador Sostres).
La masa alienada,
lobotomizada, es del todo incapaz de distinguir entre la mentira y la verdad.
Por ejemplo, verdad
es que la izquierda se acerca a su funeral. Reitero, quizá mis ojos no lo vean.
La mentira es
desligar al PSOE de la arrogancia, la frivolidad y la esterilidad.
Cuando la derecha
democrática (toda ella) se quite el embozo y pierda el sentimiento de
inferioridad ante el PSOE, sólo entonces Cayetana Álvarez de Toledo hablará
para españoles libres, inteligentes, patriotas.
El PSOE hormonado (también
en el Puerto de la Cruz) cree a pies juntillas que el supremacismo moral de la
izquierda es beneficioso y todopoderoso.
Tú y yo, ante esa
patraña, debemos dar la cara, partirnos la cara, jamás callar.
Una hedionda
atmósfera insurreccional sale del PSOE. Lo llaman buen rollito.
No te equivoques,
lector.
Estás oliendo el
cadáver putrefacto de la ley.
La descomposición
rampante de la libertad.
Lo que hueles es la
muerte de la inteligencia.
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