Salvador García
Llanos
Se trata,
básicamente, de mejorar el tratamiento de la igualdad y ante la violencia de
género. Ese es el objetivo del acuerdo suscrito días pasados entre el Gobierno
de Canarias (con su presidente, Fernando Clavijo, al frente), medios
informativos canarios y organizaciones profesionales del periodismo y la
comunicación. Es un paso, al que han de seguir otros muchos, para avanzar en un
compromiso colectivo que debería traducirse en la superación de desequilibrios
y en la eliminación de una auténtica lacra social. En mejores condiciones de
vida, vaya. Un grupo de trabajo, en el que estaban integrados la Consejería de
Presidencia e Igualdad y el Instituto Canario de Igualdad, elaboró un documento
que habrá de servir de guía para afrontar las tareas cuyo reflejo mediático
debe contribuir a los fines señalados.
Las pautas del
acuerdo tienen un notable soporte jurídico, esto es, leyes, resoluciones y
cartas de ámbito internacional, estatal y autonómico que, en teoría, garantizan
el respeto y la defensa de la igualdad entre mujeres y hombres en todos los
órdenes. Pero aún queda mucho por hacer al abordar la perspectiva de género en
los contenidos mediáticos si se tienen en cuenta algunos datos, como por
ejemplo que las mujeres son menos sujetos de noticias, el 28 % en prensa, radio
y televisión y el 33 % en diarios digitales y la red social Twitter. O que las
mujeres, como fuentes de información, solo aparecen en un 9 % como expertas. O
que son claramente minoría en las informaciones clasificadas por áreas
temáticas, excepto en las relacionadas con sucesos (violencia, malos tratos y
asesinatos, principalmente) donde globalizan un 51 %. Si las mujeres, en pocas
ocasiones, son el foco principal de informaciones relacionadas con ciencia,
tecnología y economía, y menos del diez por ciento de las mismas se centra en
la igualdad de género y cuestionan la discriminación sexista, se llega a la
conclusión, recogida en el acuerdo firmado, de que la evidente desigualdad
“contribuye a perpetuar estereotipos y frena la igualdad de género”.
Inmediatamente, cabe deducir que la perspectiva igualitaria en los contenidos
mediáticos ha de repercutir favorablemente en el cumplimiento de los principios
de igualdad, al tiempo que favorece tanto el enriquecimiento de los contenidos
como la pluralidad informativa.
La violencia
de género es otro de los apartados que figuran en el acuerdo. Se aboga por un
tratamiento adecuado y responsable. Señala que el gran reto es conseguir “una
comprensión precisa y holística de la violencia de género en todas sus formas,
protegiendo a las víctimas y a sus hijas e hijos menores”, tratando, en
definitiva, de lograr “el fin de esta fractura social que tiene su origen en la
inequidad de hombres y mujeres”.
Lo dicho, un
paso al que seguirán un plan de formación adaptado a las diversas necesidades y
documentos específicos generales y particulares sobre temáticas concretas,
además del empleo de herramientas de seguimiento. Como la caminata hasta los
objetivos es larga y los problemas no se resuelven de un plumazo, es
indispensable hacer efectivo el compromiso adquirido por las partes. La
voluntad ya está expresada: ahora se trata de actuar en consecuencia para que
la igualdad esté al alcance y erradiquemos, entre todos, la violencia de
género.
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