Evaristo
Fuentes Melián
Entre los incendios catastróficos mencionados
por la tele hay uno: en 1966 ardió y se desplomó por la caída de un rayo, la
techumbre de la Catedral de León; cuarenta años más tarde, en 2006, tuve el gran privilegio de vivir, en primera fila,
la Semana Santa de León, en un lateral de la misma plaza de la Catedral, desde
un caserón antiguo.
Hay otros
incendios catastróficos, como el que se produjo junto a la antigua iglesia y ex convento de San
Francisco, del Puerto de la Cruz, en febrero del año 1966. Pudimos observarlo
desde la azotea de una casa familiar muy cercana, con el insigne científico don
Telesforo Bravo.
Dos años
antes, en 1964, ardió por completo el templo de la iglesia de San Agustín en La
Laguna, que aún sigue sin reconstruir; hay fotos espectaculares. Fue cuando la
Escuela de Aparejadores estaba a escasa distancia. Años más tarde, el Obispado,
situado en la misma calle, también ardió por un descuido en la manipulación del
antiguo horno de la calefacción.
Los siglos
anteriores hubo incendios en algunos
conventos del Valle de La Orotava; según
todos los indicios, algunos de ellos fueron provocados a propósito por circunstancias en las que no quiero
extenderme…
El incendio de
1952, en el ex convento iglesia de San Agustín de Los Realejos, es el primero
que yo recuerdo. Un primo mío de 16 años de edad estaba muy alborotado y se
acercó hasta el incendio realejero, y luego nos lo contó minuciosamente.
Para definir
esta catástrofe de ahora en Notre Dame de París he pergeñado un texto algo
trágico, muy crítico y bastante pesimista. Es éste:
“El espirito
de Quasimodo, personaje de una obra maestra de Víctor Hugo, el jorobado de
Notre Dame de Paris---tan magistral como siniestramente interpretado por Anthony Quinn en aquella
película del año 1956---ha reaparecido
vaporoso y enfurecido por el
comportamiento deshumanizado de algunos creyentes tan falsos como Judas
Iscariote, en esta Semana Santa de apariencias…”
Nota final: en
algunos de estos incendios totalmente destructores ha surgido la polémica, entre
licenciados en Arquitectura y profesores de Bellas Artes de reconocido
prestigio. El dilema consiste en: si la reconstrucción hay que hacerla idéntica
a lo destruido o edificar una nueva obra distinta y diferente. En el incendio
de la Iglesia parroquial de Buenavista del Norte o en el mismo Obispado
Nivariense de La Laguna, la polémica estuvo servida y fue muy virulenta antes
de su reconstrucción.
Espectador
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