José Peraza
Hernández
Fundada en el
año 1.233, por siete Santos, en Florencia (Italia).
Los siete
Santos fundadores de los Siervos de María tuvieron todos, por patria,
Florencia. Cuenta la tradición, que los siete sintieron simultáneamente la
llamada de la Virgen María y dejaron sus ocupaciones y negocios para dedicarse
íntegramente a su servicio, retirándose al Monte Senario, para dedicar sus
vidas a la oración y la penitencia.
La tradición
indica que allí mismo la Virgen les dio el hábito, la regla, el nombre y el
mandato de formar una nueva Orden dedicada a propagar el culto de sus Dolores.
Fueron todos juntos canonizados por León XIII el 15 de enero de 1.888.
Uno de los
primeros que entró en la nueva Orden de los Siervos de María, sería el que más
tarde alcanzaría la Santidad. Se trata de San Felipe Benicio, nacido el 15 de
agosto, en Florencia, en el año 1.233. Estudió en París Medicina, Letras y
Filosofía. Entró en la Orden como lego y elevado, por obediencia a la dignidad
sacerdotal. Se convirtió, con el tiempo, en el más ilustre propagador de la
Orden, a la que ilustró con su ciencia, santidad, pureza de costumbres y
milagros por lo que, en el Cónclave de Viterbo, después de la muerte del Papa
Clemente IV, los Cardenales quisieron elegirle como Pontífice, pero él, para
impedirlo, puesto que su humildad le impedía aceptarlo, se ocultó en una gruta
del monte Amiata. Fue su deseo vivir siempre humildemente, lo que le hizo
rehusar también el obispado de Florencia. Murió, en Todi (Italia), el 22 de
agosto de 1.285. La única dignidad que aceptó fue ser Superior General de la
Orden a la que rigió durante dieciocho años. El Papa Clemente IX lo canonizó en
el año 1.671, celebrándose su fiesta litúrgica el día 23 de agosto.
Con ocasión de
esta fiesta, la de San Felipe, en las iglesias de los Siervos de María, se
acostumbra a bendecir agua y pan el honor del Santo. El agua se bendice la
víspera, en recuerdo de la que, milagrosamente, hizo brotar el Santo varias
veces durante su vida. El pan se bendice antes de la fiesta, recordando algunos
prodigios hechos por San Felipe, que nutrió a sus frailes y algunos compañeros
de viaje sin provisiones, con pan milagrosamente obtenido del Señor.
El agua y el
pan de San Felipe se distribuyen a los fieles y se usan con devoción para
obtener protección y gracia del Santo, especialmente en casos de enfermedad.
El Beato
Joaquín Piccolomini, nacido en Siena en 1.259. La tradición afirma que para
librar de la epilepsia a un pobre enfermo, pidió a Dios que hiciera caer sobre
él la enfermedad, mal que cayó sobre él y le duró toda su vida.
El Beato
Andrés Dotti, nacido en el año 1.250, en Borgo San Sepólero (Italia). A los 28
años recibió el hábito de los Siervos de María, de manos del que, con el
tiempo, fue San Felipe Benicio. Después de haber pasado varios años solitario,
en oración, fue enviado a predicar.
Regresó a la
soledad y murió el 31 de agosto de 1.315, cuando estaba arrodillado sobre una
roca, con los brazos extendidos y los ojos elevados hacia el cielo.
El Beato
Francisco Patrizi, nacido en Siena en 1.264. Ordenado sacerdote, como tal vivió
en la Orden de los Siervos de María. Murió el 12 de mayo de 1.328 y la
tradición afirma que, después de muerto, brotó de su boca un lirio sobre el
cual estaban escritas con caracteres de oro las letras "Ave María".
El Papa Benedicto XIV aprobó sus milagros y confirmó solemnemente su culto el
11 de septiembre de 1.743. El Beato Juan Angel Porro que nació en Milán hacia
el año 1.450 y muy joven ingresó en los Siervos de María. Fue Superior en
Chianti y en el convento de la Anunciación, de Florencia. Regresó a Milán y fue
el fundador de la Doctrina Cristiana a los niños, a quienes iba reclutando por
las calles tocando una campana. Este fue el primer germen de las escuelas
catequísticas que más tarde serían desarrolladas por San Carlos Borromeo. Murió
el 24 de octubre de 1.506 y fue beatificado en 1.737 por el papa Clemente VII.
Santa Juliana
Falconieri, nacida en Florencia durante la segunda mitad del siglo XIII. Fue
sobrina de San Alejo, uno de los Siete Santos Fundadores de la Orden de los
Siervos de María. Vistiendo el hábito de la Tercera Orden, juntamente con su
santo tío, fundó el primer monasterio de las vírgenes "Mantellate",
Siervas de María. Fue canonizada por Clemente VII en el año 1.757.
Beato Jerónimo
Ranuzzi, nacido a finales del siglo XVI, en San Angelo in Vado. Siervo de
María, fue rector de estudios. Por breve tiempo fue también consejero en la
corte del Príncipe Federico, Duque de Urbino. Murió el 11 de diciembre de
1.455. Su culto fue solemnemente reconocido por el Papa Pío VI el 1 de abril de
1.771.
San Peregrin
Laziosi: Tuvo una juventud muy turbulenta, hasta que fue admitido en la Orden
por San Felipe, Prior General, comenzando en Siena su servicio a los Siervos de
María. Su vida fue ejemplar dando muestras de gran resignación ante el mal que
le afligía, que era el cáncer en una pierna, y resultó que obtuvo
milagrosamente la curación. Este santo es invocado como protector de las
enfermedades cancerosas. Murió a los 80 años, en el 1.345. Fue canonizado en
1.726 por el Papa Benedicto XIII.
San Antonio
María Pucci, nacido el 16 de abril de 1.819, hijo de humildes labradores en una
pobre casa de la modesta Parroquia de Poggiole. A los dieciocho años entró a
formar parte de los Siervos de María, en Florencia. El 23 de diciembre de 1.837
tomó el hábito de la Congregación. Los cinco años pasados en el Monte Senario,
cuna de la Orden Servita, los dedicó a los estudios filosóficos y teológicos.
Fue párroco durante cuarenta y cinco años de la iglesia de San Andrés, y el
pueblo lo llamaba "el curita Santo". Murió el 12 de enero de 1.892.
Fue uno de los primeros párrocos italianos organizadores y celadores de las
obras de Propagación de la Fe y de la Santa Infancia. Para proveer a las varias
exigencias espirituales de sus feligreses reunió a cuantos pudo en distintas asociaciones
de jóvenes y muchachas, de hombres y mujeres, con estatutos de profunda
formación espiritual, a la manera de lo que hoy sería una completa Organización
de Acción Católica Parroquial. Realizó cuantas obras de misericordia estaba en
su mano hacer y fue uno de los primeros fundadores de las conferencias de San
Vicente de Paúl en Italia. Estas fueron sus obras: Para los niños enfermos, un
hospicio, para las jóvenes, el convento educativo de las
"Manteladas", para los hombres, la Compañía del Santísimo Sacramento
y la Dolorosa, para las mujeres, la Unión de Madres Cristianas; para los
marineros, la Asociación "Mira la estrella invoca a María". Fue
canonizado el día 9 de noviembre de 1.962 por su Santidad el Papa Juan. XXIII.
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