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miércoles, 3 de abril de 2019

LECCIÓN PAPAL


Salvador García Llanos

Claro que es, por muchas razones, una entrevista histórica la concedida por el Papa Francisco al programa de Jordi Évole, en La Sexta, emitida el pasado domingo. Un documento periodístico excepcional, pleno de mensajes, apto para captar gestos, reflexivo y hasta propenso a interpretaciones críticas de alguna respuesta de Su Santidad. Pero quedaron los valores periodísticos y testimoniales, eso es indudable. Con una audiencia de cuatro millones y medio de espectadores, la entrevista es uno de los grandes hitos mediáticos de nuestro tiempo.

Cabe desear que entre ellos estén quienes desde las tribunas públicas y desde algunas pantallas se comportan con fanatismos o extremismos, sobre todo quienes presumen de catolicismo o religiosidad exagerada, porque su referencia a los “cuatro pecados capitales” de los medios de comunicación entrañó toda una lección. Hasta Évole se percató de la importancia de aquella manifestación, de modo que replicó que “para no ver televisión, ha hecho un análisis de la televisión actual bastante importante”.

Concretó el Papa, al ser preguntado por las “guerras olvidadas” en los medios, cuatro grandes males que caracterizan y amenazan constantemente al periodismo de nuestros días: la desinformación, la difamación, la calumnia y la coprofilia.

Y fue desmenuzando, con explicaciones sencillas, cada uno de ellos. De la desinformación (“doy la noticia, pero la mitad, la otra no la doy”), está claro que representa la manipulación y el sesgo y atenta contra los derechos del ciudadano de estar debidamente informado.

Sobre la calumnia y la facilidad para extenderla, advierte de la impunidad. Esas descalificaciones permanentes, basadas muchas veces en opiniones insostenibles o en hechos tergiversados, penetrando a menudo en el ámbito personal o de la privacidad, resultan cada día más reprobables. El Papa se pregunta dónde están los límites y la responsabilidad.

Con la difamación, habla de una mayor sutileza todavía. “Toda persona tiene derecho a la reputación”, dijo Su Santidad. “Te traen una mancha de antes y te la sacan ahora; los medios no te pueden sacar una historia superada y bien pagada”, añadió.

Y en cuanto a la coprofilia, es el amor a lo sucio, esa tendencia a exprimir lo negativo hasta producir el escándalo, en la supuesta creencia de que así se gana audiencia o se venden más ejemplares.

El Papa planteó que, superando estas cuatro circunstancias, la comunicación es algo primordial en la convivencia y en las relaciones humanas. “Es algo maravilloso”, precisó, antes de aludir al papel ejemplar del comunicador que no incurra en alguno de esos males.

Fue una auténtica lección papal. A ver si algunos aprendieron algo.

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