Antonio-Pedro Tejera Reyes*
Mi
ilustre amigo Alejandro José Gallard Prio, desde su morada, allá en Philadelphia.
EE.UU. semanalmente nos ilustra con sus bien fundamentadas reflexiones en su
semanario digital “EL ARCHIVO”, haciendo gala de unos conocimientos
envidiables productos de sus más que amplio transitar por el mundo de la
empresa política, algo que ha fructificado para bien y luce brillantemente con
sus noventa y tres años a cuestas. Es todo un ejemplo de conocimientos y
vitalidad.
Hoy
nos toca un tema sumamente vidrioso, que a muchos – demasiados tal vez – no les va a gustar un
ápice, pero que nosotros en esos de instar, presiona e
insistir, no
queremos dejar pasar por “debajo de la mesa”.
Van
algunos de sus sabios párrafos de “El ARCHIVO” del último domingo de diciembre 2018,
pero que bien pueden acuñarse en la fecha que más nos guste.
Ustedes dirán: ¿Pero que de nuevo tiene que haya
falta de acuerdo entre dos o más personas?; y tienen razón, nada nuevo, pero si
existe un problema – y muy serio – que esta “falta de acuerdo” no se respete,
pues lo primero que destruye, es el derecho a discrepar, a nivel personal y por
sobre todo comunitariamente, ya que, sin ello, perdemos el incentivo a trabajar
unidos por el bien común.
“Esto último es lo que está sucediendo en los
países donde no se respeta el derecho inalienable de la ciudadanía a discrepar,
donde la voluntad de un “alguien”, un “todopoderoso” prohíbe hasta el derecho a
expresar discrepancia, que es la válvula de escape que tienen los pueblos en
las democracias, para lograr cambios a políticas y/o legislaciones que les
impide progresar. No es una rebeldía, como lo quieren hacer aparecer los
“mandamás”; todo lo contrario, es una demostración de que aun en sus penurias,
los pueblos no han perdido la esperanza de salir de la pobreza, reclamando sus
derechos cívicamente, demostrando que existe ese espíritu de lucha que se
necesita para progresar.”
Pirámide argumentativa de
Paul Graham
La
“discrepancia”, según el diccionario es una “falta de acuerdo entre dos o más
personas” o “falta de aceptación de una situación, decisión u opinión”. A.G
“Los
que tenemos la dicha de viajar a países donde saben que su riqueza radica en el
sistema educacional y en su permanente preocupación por la salud ciudadana, nos
avergüenza que aquellos pocos que han tenido la oportunidad de haber convivido
en estos mundos se olviden de lo aprendido a su regreso al lar nativo y, como
hemos dicho en escritos anteriores, usan la excusa de que para vivir feliz y en
paz, lo mejor es la ignorancia y la sumisión.”
“Por
el contrario, la educación y la valentía es el faro que ilumina el futuro de
los pueblos, es la garantía de su bienestar, es el acoplamiento de intereses
para construir ese enjambre ciudadano que convive en barrios y ciudades, donde
sus residentes, cuidan de su entorno con esmero ejemplar, donde se palpa la
satisfacción de pertenencia comunitaria.”
Enlazando
estas reflexiones nacidas del grave problema político que vive su país natal,
Nicaragua, Alejandro José se va a otro de sus magníficos escritos en el cual
coloca el amor como la virtud y el poder fundamental para construir el
mundo mejor que todos deseamos. Así termina su reflexión, sin que nosotros
podamos implicarnos en la lucha política que él sostiene con toda su energía y
conocimiento, en la cual estamos naturalmente de completo acuerdo con sus
principios… “la inteligencia, la
buena voluntad, la comprensión entre los hombres y mujeres del mundo, en su
vida profesional y pública, unidos todos por el ideal de servicio…”
“No
hay duda que todo esto está basado en el AMOR, esa fuerza poderosa que debemos
adoptar, ya que la verdadera felicidad es ver al prójimo feliz. Para lograr
triunfar en la vida, hay que ser constante, perseverante, es por ello que
insistimos que solo con EDUCACIÓN y SALUD, lograremos derrotar el virus del
mal.”
Hermosa
lección de este admirable personaje, muy apropiada para difundirla en este
tormentoso fin de año político que tiene sobre ascuas a varios países del
mundo, donde el reflejo de una triste historia que no se ha sabido manejar
adecuadamente, ha colocado a los mismos en un disparadero con la amenaza del
hambre, la carencia de recursos médicos, la delincuencia, y el secuestro total
de la justicia y la democracia participativa. Algo ominoso que nunca creímos
ver, y mucho menos sentir en carne propia como ahora tenemos la desgracia de
tener que soportar.
Gracias
al arrollador empuje del movimiento del turismo mundial, esa fuerza generadora
imparable que afortunadamente nos empuja hacia un mundo mejor, la ilusión y la
esperanza persisten, aunque con grandes dificultades para ver operarse los
cambios que necesitamos para de una vez para siempre sentirnos ciudadanos de un
mundo civilizado donde impere la paz, la justicia y la razón, sin necesidad de
esperar por la justicia divina que siempre llega.
Servir
es mi vocación
*De
Grupo de Expertos de la
Organización Mundial del Turismo. UNWTO. De las Naciones
Unidas. ONU.
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