Lorenzo de Ara
Cuando el Cabildo de Tenerife (no hace tanto tiempo)
pasaba del Puerto de la Cruz, los vecinos de la ciudad protestábamos ante lo
que considerábamos era un trato denigrante. Ni puñetero caso nos hicieron.
Nuestros políticos (no todos) fueron incapaces de que la institución insular
nos tomara en serio. Los socialistas jamás creyeron en el Cabildo, ¿por qué?
Ellos estaban convencidos, todavía hoy lo están, de que la ciudad puede salir
adelante y triunfar por sí sola. Los socialistas entienden que el Puerto de la
Cruz es su finca particular, que para pedir ayuda (perdón) está el Gobierno
regional o Pedro Sánchez en la Moncloa. Sin embargo, pasar por el Cabildo es
caer muy bajo.
Me hace gracia el Psoe tinerfeño. Con él me río, pero
también reconozco que me saca de quicio.
Es un partido que Gobierna en el Cabildo junto a
Coalición Canaria. Se acuesta y fornica con CC en la cama del poder.
El Psoe está en la poltrona porque así no necesita salir
a comprar viagra.
Carlos Alonso habla maravillas de Aurelio Abreu y de los
otros cuates que llevan la rosa marchita tatuada en la nómina.
Pero el Psoe siempre está dispuesto amontar un circo.
Ahora con el cierre del Anillo Insular.
Aparecen los socialistas del norte junto a Pedro Marín en
la portada del Diario de Avisos. Todos juntos porque había que estar. De los
presentes ninguno tenía otra cosa mejor que hacer.
Un servidor llama por ejemplo a representantes de ese
partido en el norte y alegan que están trabajando a la hora en que hay tiempo
para una entrevista en radio. Alcaldesas y alcaldes argumentan que la agenda es
agotadora y que están las 24 horas encerrados en el despacho. ¡Gestionando!
Pero, claro, una fotito de pasarela es otra cosa. Para esa foto en bajada hay
hueco en la agenda, fatuo protagonismo en el trabajo, presuntuoso postureo en
la vida. ¿Qué vida?
El Psoe es socio de Gobierno de Carlos Alonso, que para
Pedro Martín y Marco González, es el enemigo público número de Tenerife.
Aurelio Abreu piensa lo mismo, supongo, pero antes de
pasar frío y pasar a la jubilación (que yo deseo disfrute cuanto antes), el ex
alcalde de Buenavista opta por el calorcito del despacho en el gobierno
insular. Una vicepresidencia que el Psoe vende a los medios afines y a petardos
de la izquierda, como mal menor en la Isla, dado que así controlan a la
peligrosa CC, enemiga de todo lo bueno de nuestro norte.
(También hay petardos en el PP, CC y, sobre todo, en el
periodismo local.)
A mí Carlos Alonso y lo que le pueda pasar la noche del
26 de mayo de 2019 me importa muy poco. Si sale derrotado de las urnas, me
levantaré de la cama pensando lo mismo. ¿Qué pienso? Que por lo menos este
presidente (con frecuencia un consumado parlero) ha mostrado sensibilidad por
la ciudad más importante del norte de Tenerife.
Pero el Psoe no tiene argumentos para criticar a Carlos
Alonso. No los tiene mientras Aurelio Abreu no salga en la foto con el resto de
pocos alcaldes que le quedan al Psoe en el norte. No tiene un ápice de
solvencia para decir que CC roba y le toma el pelo al Puerto de la Cruz, por
ejemplo.
El Psoe es poder en el Cabildo. No es oposición.
El Psoe es fiel al presidente.
Si el Psoe fuera animal de compañía de Carlos Alonso
sería un camaleón bien alimentado
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