Antonio-Pedro Tejera Reyes
Lo mas parecido a este delicioso
plato, en nuestros recuerdos, salvando las naturales distancia del tiempo y el
espacio, serian el “arroz con pescado” que nuestra madre preparaba allá por los
años cuarenta del pasado siglo, en el popular Barrio del Toscal, de Santa Cruz
de Tenerife, donde vivimos unos cuarenta años, y de cuyas reminiscencias
recordamos la llegada a nuestra morada de las pescadoras del barrio pesquero de
San Andrés, con sus cestas cargadas en la cabeza, llenas de pescado fresco que
acomodaban con musgos de mar despidiendo un olor muy especial que hoy,
recordando estos pasajes, parece reproducirse en nuestro olfato.
Tiempos heroicos, donde con una sama – pescado popular canario,
parecido al pargo caribeño – se preparaba un arroz cuyas excelencias eran en
aquellos años auténticos manjares, quizá, al alcance de unas clases populares
que se debatían en la pobreza desde tiempos inmemoriales en aquellas
sacrificadas islas, donde para vivir en ellas se pagaba a los funcionarios
públicos que venían de la metrópoli peninsular un 40% mas de lo estipulado como
un incentivo para que viniesen a trabajar a las islas. No nos lo contaron. Lo
padecimos muchos años, en el organismo del estado español, Junta Administrativa
de Obras Públicas.
Hoy ante el guiso que preparamos
de “arroz a la marinera” nos asaltan esos recuerdos culinarios rodeados de
productos y elementos importados – estamos en Venezuela, donde no se produce
nada – que nos permiten elaborar ese arroz, dándole el toque de sabor especial
que intentamos darle a todo lo que cocinamos, y que algunas veces conseguimos
para nuestra satisfacción y de nuestros "comensales".
La memoria nos lleva hasta la
trágica cocina del restaurante VIP CLUB, en la ciudad de Maturín, Venezuela, en
los años ochenta del pasado siglo, donde
la señora Ana
– una especial cocinera retirada, rescatada por nosotros para tan selecto
establecimiento – nos explicara lo del “toque personal” a las comidas, algo que
nos enseñó en vivo y directo, como se dice en televisión, y que despertaba la
satisfacción y el placer de nuestros clientes que como en el caso de nuestros
amigos, tristemente fallecidos, Moncho Ramírez y Eduardo Pinto, un día nos
“acorralaron” para que les dijéramos que hacíamos para que nuestros guisos
tuviesen ese sabor diferencial que les hacia tan exquisitos. Misterios que la Sra. Ana nos enseñó, y
que consiste simplemente en la sensibilidad de nuestro paladar para poderlo
aplicar, algo acorde con el gusto de saber cocinar, y lejos de quienes lo hacen
por simple obligación u oficio.
Hoy, ante estos productos
necesariamente de importación, sencillamente nos planteamos como hacerles
coincidir en un guiso para obtener el mejor sabor de ellos.
Dados de pescado fresco,
mejillones sin concha, almejas enlatadas, aceitunas manzanilla sin hueso, y
esos maravillosos sobrecitos que dicen “paella con azafrán” – enviados desde
Tenerife - son los ingredientes de este “arroz a la marinera”, del cual no
vamos a descubrir el misterioso toque de su sabor especial que seguro lo
tendrá.
El pescado fresco en básico para
la calidad del plato. A falta de nuestro rape
o abadejo, aquí se consigue, con mucha dedicación y trabajo, un pescado
algo muy parecido.
El misterio de la exquisitez del
sabor, no está solo en la calidad de los ingredientes, está en el gusto del
cocinero/a y ese “toque especial” que, en este caso, y dándoles una pista
falsa, puede estar en rociar el guiso con brandy, cerveza, u otro especial
elemento. Aquí en Venezuela, desde donde escribimos, algunos utilizan aceite de
oliva…
Ahí queda la fotografía, para el
recuerdo anecdótico de un arroz a la marinera, de las mil y una maneras que hay
para aprovechar y preparar este sustancioso alimento.
* Del
Grupo de Expertos de la
Organización Mundial del Turismo, UNWTO, de las Naciones Unidad.
ONU.
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