Odalysp Padrón
“Unas nuevas elecciones están más cantadas que el Sorteo
del Niño”. Esto lo escribí el uno de enero de este año, Año Nuevo, rodillo viejo,
después de ver y oír las actitudes de la mayoría de los cabezas de lista de las
fuerzas políticas que obtuvieron mayor número de votos. Actuaban, y algunos
siguen haciéndolo, como oportunistas políticos aprovechando cualquier
oportunidad y anteponiendo su beneficio personal a cualquier principio o valor.
Han tratado, y en algunos casos lo han conseguido, de confundir al ciudadano.
Estamos en periodo electoral y el desencanto, entre los votantes de derecha y
de izquierda, es patente.
Se dice que la verdad deja de ser verdad, cuando surge la
contradicción. A este respecto, la deshonestidad política de muchos de nuestros
representantes es de tal calibre que juegan con las contradicciones y las
informaciones manipuladas para conseguir el poder. Cuando un político, buscando
mayor rédito político, cambia sus comentarios o sus posiciones porque no es del
agrado de “la mayoría” y las encuestas no le favorecen entra en una
contradicción cuya responsabilidad cae sobre el votante dado que este debe
decidir qué es lo que realmente propone. Si un político niega lo que ha
afirmado anteriormente, pero actúa como si nada hubiera sucedido, entonces,
según la psicología y el sentido común, somos propensos al “prejuicio de
confirmación”, o sea, a interpretar la información de forma que confirme lo que
ya creemos.
El uso repetido de la contracción puede atenuar nuestra
sensibilidad al valor de la verdad. El protagonista de la obra de George
Orwell, 1984, es torturado hasta que acepta que dos más dos son cinco. Las
contradicciones repetidas lo suficiente pueden conseguir que abandonemos el
pensamiento crítico. En política, como en botica, hay de todo, y por supuesto
hay gente coherente ya que algunos mantienen el mismo discurso y tienen una
ideología clara y sólida. Es el caso de Jeremy Corbyn en Inglaterra y de Bernie
Sanders en Estados Unidos considerados por muchos como candidatos
anti-establisment simplemente por luchar por los trabajadores y las personas
más desfavorecidas en pro de un reparto equitativo de los bienes sociales, o
sea, conseguir una justicia social.
Querer y luchar por la justicia social implica que el
Estado debe compensar las desigualdades. No parece justo que el 10% de la
población posea el 90% de la riqueza general. Medidas redistributivas que
podrían tener un efecto positivo en la economía general. Esto es lo que,
principalmente, los define como Socialistas. Su coherencia se demuestra por el
hecho de que no han cambiado su discurso ni han votado para anteponer el pago
de la deuda e intereses antes que las necesidades de las personas priorizando y
beneficiando a los bancos.
Bernie Sanders no acepta donaciones a su campaña de grandes
empresas, no cuenta chistes y no tiene anécdotas, pero tiene el poder de ser
coherente y denunciar la desigualdad social existente en uno de los países más
ricos del mundo, también ha denunciado que la democracia estadounidense está
corrupta y secuestrada por la clase en el poder con un 1% que puede comprar a
los candidatos, a las agencias y a su alta jerarquía. Sanders denuncia que una
minoría ha legalizado, con el aval del Tribunal Supremo, que las corporaciones
pueden crear fondos millonarios de apoyo a los candidatos de los partidos del
poder (demócratas y republicanos). El programa de Sanders ofrece retomar muchas
conquistas que se perdieron como consecuencia de las políticas neoliberales,
que han sumido a la clase trabajadora en la pobreza. Ofrece un salario mínimo
de 15 dólares/hora que permitiría al trabajador salir de condiciones de
pobreza. Promueve un plan médico universal en el país que más invierte en
salud, donde las farmacéuticas venden los medicamentos a los precios más altos
obteniendo las mayores ganancias, pero donde millones de personas no pueden
darse el lujo de enfermarse. Promete una educación universitaria gratuita que
no provoque el endeudamiento de por vida a quienes aspiran a una educación
superior. Apela a revisar el papel de Estados Unidos en los conflictos armados,
en el de excluir a los emigrantes en un país de emigrantes, en el salario de
mujeres que es menor que el de los hombres y están excluidas del poder, el de
las corporaciones que compran el poder y el de los medios de comunicación que
destruyen a todo aquel que no siga los canales establecidos.
Jeremy Corbyn se define como republicano y defensor a
ultranza de los servicios públicos, aboga por terminar con la austeridad y
perseguir el fraude fiscal e incrementar impuestos a los más ricos y protección
a las personas que dependen de las ayudas públicas para subsistir. Propone
subir el salario mínimo e imponer un salario máximo. Corbyn propone una medida
polémica, consistente en que el Banco de Inglaterra imprima dinero destinado a
la compra de bonos creados por una nueva institución que se invertiría en
vivienda, energía, transporte y tecnología. Aboga por suprimir las tasas de
matrícula y recuperar las becas de manutención infantil, así como
renacionalizar las empresas energéticas para que bajen los precios de la
energía. Defiende una política internacional basada en subvenciones políticas y
no militares.
Este es un listado somero y poco profundo de sus programas,
pero que vislumbra su compromiso social y su ideología claramente socialista.
Pero lo que más caracteriza a estos compañeros son sus trayectorias fieles a sus
principios, de las que tan sólo aporto unas pinceladas: Sanders fue uno de los
pocos blancos, arrestado por ello, que defendió y participó en la Marcha de
Washington en 1962 por los derechos civiles de los negros americanos. Corbyn ha
votado, desde 1997, en más de 500 veces en contra de la línea marcada por su
partido, el momento clave fue la votación de la Welfare bill, que suponía unos
fuertes recortes a los presupuestos de Bienestar, siendo él el único en no
acatar las directrices laboristas defendiendo a los más necesitados.
Son políticos con fuertes convicciones socialistas que
siempre han sido, y así lo han declarado, de izquierdas, jamás han jugado la
baza de “no somos de derechas ni de izquierdas” buscando un rédito político que
algunos lo llaman audacia política o estrategia política, personalmente creo
que es trilerismo. Para Corbyn y Sanders dos más dos son cuatro, sin ambages y
sin contradicciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario