Dios, por tus ojos, mira;
por tu boca, habla;
por tu corazón, ama;
por tu tacto, sana;
por tu respiración, mora en ti.
Madre, de vientre milagroso,
que Dios iluminara
desde el comienzo del mundo,
para que la vida perpetuara
por toda la eternidad.
Madre, hija, abuela,
que rezas por tus hijos
en los laberintos prisioneros,
de esta vida.
Madre trabajadora,
de fuerzas incesantes
en la conquista del sustento
que no deja sin aliento,
tu sonrisa de amor.
Madre,
que no conoces derrota,
igual que la madre Naturaleza,
en tu afán pregonero por la paz.
¡Madre! de los hijos que ríen
¡Madre! de los hijos que lloran
¡Madre de Dios!
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