Salvador García Llanos
SUTILEZA Y GALLARDÍA PICTÓRICA
Apertura de la exposición COLOR Y FORMA, de José Carlos Gracia
La Ranilla Espacio Cultural
Puerto de la Cruz
Mayo 6/2016
Permitan ustedes la licencia:
-Con la venia, Majestad.
Porque después de la contemplación del retrato que preside esta exposición
de José Carlos Gracia, pareciera que el tamaño y la exactitud con que retrató
al monarca precisaran -dicho sea sin ánimo ceremonioso- de algún aforismo para
introducirla.
Es una de las casi cuarenta obras que, bajo el titulo Color y Forma,
cuelgan en la sala que empieza a resultar familiar para los amantes del arte y
para tanta gente cuya presencia, además
de los artistas que la visitan, seguro que es un estimulante para sus propietarios,
empeñados -como han dicho- en potenciar la oferta cultural del municipio y
dinamizar este barrio en concreto que, si hasta hace unos años, era la
referencia palmaria de las clases populares que dependían principalmente de la
pesca, de la agricultura o de la construcción, ha evolucionado de forma tal
que, ahora mismo, presenta un paisaje urbano y hasta unas características
sociológicas muy diferentes.
Pero es de Gracia, de su concepción del color y la forma, de lo que hemos
venido a hablar brevemente esta noche,
acaso recreándonos en su interpretación pictórica de todo lo que ha ido
acumulando desde que llegara a la ciudad e hiciera la calle, allá por el Lido
San Telmo y Colón, hace unos cuantos años, cuando el esplendor turístico de la
ciudad envolvía opulentos y desenfadados estilos de vida, cuando el Puerto no
tenía competencia y proyectaba su dimensión cosmopolita y multicultural, en un
generoso anticipo de lo que sería un modelo a seguir.
Decimos ‘recreándonos’ porque esta no es la primera vez que glosamos el
arte y la producción del autor. En otros escenarios y en entregas temáticas muy
concretas, hemos recorrido sus propuestas pictóricas, casi trazo a trazo,
pincelada a pincelada. Hace treinta y cinco años tuvimos la oportunidad de
presentar, en La Orotava, su primera exposición en la isla. Y aquel, por
cierto, fue nuestro bautismo en estos menesteres.
Desde entonces, José Carlos Gracia, que fue historietista -si se nos
permite el término- y sigue siendo un excelente dibujante, como se puede comprobar
en parte de la colección aquí expuesta, ha acreditado su excelencia artística
de modo que atenúa los vientos de crisis que también han soplado y soplan en
contra de la creatividad. Si ha hecho frente a los imponderables es porque se
esmeró, porque incursionó en géneros como el retrato -donde ha dejado un sello
difícilmente igualable- y porque sus pinceles y sus espátulas siempre
descubrieron motivos y plasmaron sobre los lienzos el talento de quien se
empleó con sutileza y gallardía pictórica ya fuera con canes, caballos o ganado
vacuno, con desnudos, con estampas típicas, con escenas goyescas, en ambientes
bucólicos o marítimos, en contextos ajardinados, en bodegones y, sobre todo, en
retratos.
Nunca faltó inspiración al artista, luego su producción ha sido incesante.
De todo lo relatado, tenemos aquí su particular tributo al color y a la forma.
Gracia presenta originales de óleos y acuarelas así como reproducciones de
series que sobresalen por su viveza. Permiten meternos en la anatomía de una
romería, por ejemplo. O descubrir miradas profundas de ancianos entre
envolventes flores de mundo que desnudan la gama cromática. O contrastar las
transparencias rocosas -vistas con ojos de gaviota, como atinadamente lo
definió alguien- en plena faena de varado. Aquí hay algunos retratos en
acuarela y sus retoques de acrílicos con los que logra efectos modernistas.
José Carlos Gracia quiere ir más allá del artificio compositivo. Impregna
de luz fría sus obras, llega a la cima de la precisión en sus retratos. Color y
Forma condensa todo lo que se puede explicar en pintura.
El pintor ruso Vasili Kandinski, considerado como el precursor de la
abstracción, dejó escrito que “la relación inevitable entre color y forma nos
lleva a observar los efectos que tiene la forma sobre el color”. No es un juego
de palabras. Sigan el relato de Kandisnki: “La forma misma -escribe- aun cuando
es completamente abstracta y se parece a una forma geométrica, posee su sonido
interno, es un ente espiritual con propiedades idénticas a esa forma. Un
triángulo (sin especificar si es agudo, llano o isósceles) es uno de esos entes
con su propio perfume espiritual. En relación con otras formas, este perfume se
diferencia, adquiere matices consonantes; pero, en el fondo, permanece
invariable, como el olor de la rosa que nunca podrá confundirse con el de la
violeta”.
Esta selección de la obra de
Gracia, incluidos los retratos de ‘chefs’ más recientes -anticipo del tercer
Salón Gastronómico de Canarias, GastroCanarias 2016, donde podrá contemplarse la
colección completa, del 24 al 26 próximos, en el Centro Internacional de Ferias
y Congresos de Santa Cruz de Tenerife- pone de relieve su percepción del color
como un hecho estético, de manera que sobresale la importancia que concede el
artista a las formas del color.
Cierto que, tal como señalan
algunos expertos, “los límites que determinan las formas de los objetos, se
derivan de la capacidad del ojo para distinguir entre sí zonas de luminosidad y
color diferentes”, de ahí que los ojos de José Carlos Gracia rezumen el
privilegio de captar sensorialmente, de forma singular, los colores de sus
motivos. En ese sentido, hace bueno el pensamiento del pintor francés Henri
Matisse: “El color expresa la luz, no su fenómeno físico, sino la única luz que
existe de hecho: la del cerebro del artista”.
En sus marinas, en su melonar,
en sus niños y en sus ancianos, en las inigualables miradas felinas, en la
realidad palpable de sus personajes, en los gestos, el lenguaje expresivo del
dibujo y del color de José Carlos Gracia, siempre tan pulcro, se hace arte con
mayúsculas. Esta noche volvemos a disfrutarlo sabiendo que admiramos la
producción de un artista consumado que es feliz armonizando Color y Forma, como
también lo es compartiendo la admiración de sus amistades y la consolidación de
este espacio cultural que ya incorpora a su breve historia una obra exquisita y
una firma consagrada.
Enhorabuena y mucha suerte.
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