Evaristo Fuentes Melián
“La enseñanza secundaria se primeriza.
Los alumnos de los institutos no saben ortografía, ni poseen un vocabulario
exacto y variado, ni conocimientos gramaticales, ni análisis lógico, ni método
de exposición escrita u oral…”
“La cita podría haberse extraído de uno
de los múltiples artículos publicados en España cada vez que se aborda el tema
del nivel educativo de nuestros alumnos. No me digan que no les resulta actual.
Pues bien; es de un libro publicado en Francia sobre la crisis de la cultura
literaria en… 1929.”
Este texto arriba transcrito, que está
entresacado de un artículo recientemente publicado por el ex ministro Alfredo
Pérez Rubalcaba, se refiere a los alumnos que están en trance de terminar el
actual bachillerato. Pero yo he
encontrado alguno de esos defectos, en oradores a nivel de grado superior. Un
universitario debe saber pronunciar bien el idioma y ceñirse a la correcta formación de las
frases, con su normativa elemental que se aprende (o debe aprenderse) a la
altura de los primeros cursos de la enseñanza
primaria. Además, se debe tener en cuenta que lo bueno, si breve, dos
veces bueno. Hay casos en que el disertador se alarga en demasía en un discurso
mal ‘prenunciado’, con faltas de sintaxis o morfología, como, por ejemplo, poner en singular al sujeto y en plural al
verbo. Verbigracia: “…el cual son…”; en vez de “…el cual es…” Y si a esto
añadimos una dicción trabalenguas de difícil captación auditiva, su palabrería
deviene, con el paso de unos tediosos minutos, en masturbación mental
transitoria y/o diarrea cerebral incontrolada, que desemboca en su conjunto en
un ejemplo paradigmático de metedura de pata hasta el corvejón.
Pidamos algo de continencia a este tipo
de errado y errante orador, quizá ufano
de sí mismo, narciso de sus entretelas. Más que nada, para evitar un mal rato
al respetable público asistente al acto a lo largo de su...lánguida e
ininteligible perorata.
Espectador
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