Salvador García Llanos
A la vista de que el uso de las redes sociales va alcanzando niveles
de inasumibilidad cada vez más altos –el caso de la joven voluntaria en Ceuta
es un ejemplo ilustrativo-, de que las vías para fomentar el pensamiento
crítico siguen siendo un fracaso y de que muchos jóvenes, entre pasotismo
ideológico y el culto a la diversión fácil y cortoplacista, cada vez más se
inclinan por hábitos y consumos de dudoso beneficio personal, hay que insistir
en aspectos concretos de la formación a ver si van cambiando sus tendencias y
sus conductas. El proceso es complicado pero hay que intentarlo y quienes se
comprometan deben intentar llegar al final.
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) lleva
unos años solicitando la implantación en los planes de estudio de la Enseñanza
Secundaria Obligatoria (ESO) una asignatura de alfabetización mediática que, en
el siglo de la comunicación o en la sociedad de la información en que han de
desenvolverse, tiene que resultar de gran utilidad. Con ella, se trata de que
profesores y alumnos perciban la importancia del papel de los medios, conozcan
a fondo el sector, distingan entre la información y lo que no lo es, alertar
sobre la procedencia de las fuentes, cómo vienen proliferando y evolucionando
los discursos de negación y de odio, cómo detectar los bulos y las paparruchas
y cómo obrar, en fin, ante la creciente ola de desinformación, verdadera
amenaza para la democracia. Hay que crear una nueva didáctica o una didáctica
específica.
Cincuenta catedráticos de Educación y otros tantos de Comunicación han hecho una reclamación para implantar la educación mediática en los planes de estudio. Coincide con la demanda que la FAPE ha dirigido al ministerio del ramo después de comprobar la indefensión de los escolares ante los avances de la desinformación en todos los ámbitos. En su momento nos referimos también a las conversaciones que mantenían los grupos parlamentarios del Congreso para ir madurando la iniciativa, de la que poco se supo con posterioridad.
El caso es que hay datos alarmantes que aconsejan reflexionar sobre
el particular. La pocos sospechosa OCDE acaba de publicar su informe titulado
‘Lectores del siglo XXI: desarrollo de habilidades de alfabetización, en un
mundo digital’, en el que consta que un 54 % de los estudiantes españoles
aseguró no haber sido enseñado nunca en la escuela a reconocer información
sesgada. La media está ocho puntos por debajo. Los expertos universitarios
aconsejan que ha llegado la hora de avanzar en el desarrollo de la educación
mediática en nuestro país.
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