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jueves, 6 de mayo de 2021

LAS BOMBAS DE PALOMARES

Evaristo Fuentes Melian

Estas últimas semanas están dando por capítulos por la tele, el grave suceso del 17 de enero de 1966. Fue el choque de dos aviones norteamericanos en pleno vuelo sobre el cielo del pueblo de Palomares (Almería), con sus mil habitantes campesinos en territorio reseco. 

Los dos aviones fueron un enorme bombardero B.52 y un avión cisterna que le suministraba combustible en pleno vuelo. Eran tiempos de la guerra fría, entre los EEUU y la URSS, con la guerra de Vietnam como telón de fondo. Los B.52 daban constantes recorridos por el cielo de territorios  cercanos a Rusia, bien por la ruta del Polo Norte, bien por zonas más meridionales, donde a mitad de la ruta precisamente, se ubica el sur de España peninsular y Almería con este pueblo de Palomares. 

Los vecinos de Palomares veían pasar los dos aviones muy juntos, cada día a la misma hora del mediodía, sin saber exactamente a qué se dedicaban.

Lo trágico es que en la operación de suministro en pleno vuelo hubo un fallo, y una explosión al chocar los dos aviones con miles de litros de combustible, de modo que se produjo una deflagración con los dos aparatos hechos trizas, que cayeron en trozos ardientes sobre terrenos del pueblo de Palomares. De la tripulación, unos murieron instantáneamente y otros consiguieron saltar en paracaídas; y uno de ellos al menos fue  recogido en el mar por una lancha de pescadores. De los habitantes del pueblo milagrosamente no murió nadie.

Cayeron también  las cuatro bombas H nucleares, sin explosionar, una de ellas no se encontró; es una zona costera y quizá se hundió en el fondo del mar.

El Régimen de Franco intentó ocultar la catástrofe y consiguió que no trascendiera a los medios de información nacionales (prensa escrita, radio y una incipiente cadena de televisión española). 

El aspecto folklórico lo constituyó la difusión en todos los medios, después del accidente, de la foto, junto a otros políticos, del baño en bañador meyba, de Manuel Fraga Iribarne, por entonces ministro del Gobierno del generalísimo. El mensaje del chapuzón playero, fue convencer al pueblo español, de que no había peligro de contaminación radioactiva

En conclusión: actualmente, casi sesenta años más tarde, nos estamos enterando por la serie  programada por capítulos en televisión, de lo que sucedió de verdad, con algunos importantes detalles que desconocíamos hasta ahora.

ESPECTADOR

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