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sábado, 8 de mayo de 2021

SALA TEATRO TIMANFAYA Y PUERTO DE LA CRUZ

Lorenzo de Ara 

Triste día aquel en el que las salas de cine del Puerto de la Cruz dijeron adiós. Los cinéfilos quedaron huérfanos. Sin hogar. A la intemperie. El frío, la noche más oscura. Y la condena a tener que desplazarse a otro sitio para ver esa película que se estrenaba, o aquella otra que volvía a proyectarse para alegría de tantos y tantos. Un cine paraíso era nuestro Puerto de la Cruz. Pero, ojo, también un teatro paraíso. Y voy más allá, un oasis cultural en 8,9 kilómetros cuadrados.

La cultura siempre ha formado parte de la idiosincrasia de la sociedad portuense. Mis padres hablaban de cultura en casa. Cine, teatro, actividades. Sobre todo mi madre, a la que me pegaba para, supongo, escuchar y acabar enamorándome de libros, historias, obras de teatro, películas de los 40 y 50.

Todo este preámbulo para hacer llegar mi alegría ante la reapertura de la Sala Teatro Timanfaya en el Puerto de la Cruz.

Si la cultura portuense nunca ha dejado de respirar, es ahora, tras más de un año de amarga travesía, cuando por fin recupera un lugar nacido para acoger entre sus brazos las actividades que la madre cultura es capaz de entregar al pueblo que desea ser algo más que un burro de carga.

La Sala Teatro Timanfaya tiene la responsabilidad de poner a la ciudad en lo más alto. Siempre con humildad, pero también con el convencimiento de que sus más de doscientas butacas están llamadas a garantizar la vida cultural. Y de esta realidad, no me cabe duda, tienen perfecta constancia los responsables de liderar la nave.

El binomio administración pública y empresa privada es un abrazo que debería perdurar en el tiempo. Un abrazo que selle ya para siempre la importancia de esta colaboración que salvaguarda el interés cultural.

La cultura en el Puerto de la Cruz no es de ahora. Si hablamos de cultura no podemos caer en el reduccionismo. La cultura portuense no es de hace dos años, 10 año, 30 años. No arriba la cultura a la ciudad en el 78. El cosmopolitismo del Puerto de la Cruz hizo posible el milagro cultural en una parcela de terreno apenas perceptible en el gran norte de la Isla.

Y hoy, los descendientes de hombres y mujeres que amaron la cultura y se convirtieron en defensores de ella; nosotros, jóvenes, adultos, mayores, sociedad viva, no podemos fallarle a la cultural.

A lo largo de los años son muchas las ofertas culturales que la ciudad entrega a sus vecinos y a los miles de visitantes.

La cultura es, como bien ha señalado el alcalde en múltiples oportunidades, pero también alcaldes que le precedieron en el cargo, un pilar esencial sin el cual será del todo inalcanzable llegar a la excelencia turística.

Que las puertas de la Sala Teatro Timanfaya estén de nuevo abiertas es un motivo de alegría para el Puerto de la Cruz, para el norte, para Tenerife y para Canarias.

Como hombre del teatro, mi primera pasión junto a la literatura, no puedo sino expresar agradecimiento a hombres y mujeres que no han dejado de luchar. Trabajar al fin y al cabo. En mi juventud, ya con responsabilidades laborales, escribí y dirigí teatro. Enseñé teatro. Y nunca he dejado de escribir y jamás dejaré de soñar con volver a mi primer hogar cultural.

Escribo, pues, desde un corazón que recuerda momentos maravillosos en el Puerto de la Cruz: “Jesucristo Superstar”, Universidad Popular Municipal “Francisco Afonso”, Parque Cultural Viera y Clavijo, estrenos en Santa Cruz, La Laguna, Tacoronte, La Orotava, Puerto de la Cruz, tantos lugares. Horas y más horas, años de estudio con los mejores. Luego la responsabilidad de hacer llegar a pequeños y grandes esa pasión por el arte escénico.

Una vez el maestro Emilio Gutiérrez Caba me dijo: “Tu sitio está en Madrid”.

No me arrepiento de haber fracasado.

Mis ojos tienen la satisfacción de ver abierta otra vez la Sala Teatro Timanfaya.

El Chimisay está en el mismo sitio. Rogando, así lo creo, que no lo olvidemos.

Puerto de la Cruz nunca ha dado la espalda a la cultura. Enhorabuena, portuenses.

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