Antonio Pastor Abreu
Un producto se compone de contenidos,
diseño y tecnología, pero a la vez es mucho más que la suma de las partes.
Si no hay un hilo conductor que una
esas disciplinas, para ponerlo al
servicio del usuario, el proyecto está condenado a fracasar. Con más razón,
“si no hay un proceso de creación”.
Hay que conocer los
nuevos roles, métodos y técnicas que los arquitectos digitales de las empresas
nativas de Internet están aplicando para definir, diseñar, construir y mejorar
sus producto.
Un
blog. Una app. ¿Una newsletter? ¿Videos de seis segundos?
Gracias a la revolución digital, crear productos parece fácil. Fácil porque
cualquiera puede hacerlo. Pero precisamente en esa facilidad reside el problema.
¿Cuál es el producto correcto para cada
tipo de usuario? ¿Y cómo se puede construir de forma rápida, eficiente y
exitosa?
Sólo
un puñado de los productos con los que interactuamos a diario cumple su
objetivo.
Entre
el resto, algunos ignoran al usuario
al que se dirigen, otros ofrecen más de lo que pueden y muchos son copias
malas. También hay grandes ideas que fracasan en su ejecución.
¿Pero dónde estamos?
El primer prototipo: es la persona. ¿Cómo
se garantiza que el cliente esté en el centro de nuestro diseño? Es decir, empezando por diseñar al usuario. Ése
será el primero de nuestros prototipos. Y la técnica para llevar este concepto
a la práctica es la “persona”.
¿Qué es una “Persona”?
En el ámbito del diseño de productos y servicios digitales, una “persona” es un personaje ficcional, una creación
que representa a un determinado tipo de usuario o segmento del mercado.
https://mail.google.com/mail/u/0/?ui=2&ik=464c9a62dc&view=att&th=15a1367c0dee1ff4&attid=0.1&disp=safe&zw
Por ejemplo, para
definir el usuario objetivo de un nuevo producto, en lugar de hablar de mujeres
de 25 a 35 años, sin hijos, con un nivel de ingresos medio que viven solas en
grandes centros urbanos de España y van al trabajo en transporte público,
crearemos, por ejemplo, a Mireia.
¿Cómo se construye una
persona? Además de reunir las características socio demográfica de su segmento,
nuestra Mireia tiene algunos detalles muy ventajosos que aprovecharemos en
nuestro proyecto:
1.
Está convenientemente dotada de nombre y
apellido propios, que nos servirán para referirnos a ella durante nuestras
discusiones en equipo. ¿No se nos ocurre ninguno? Pues <Ulnames.com> es
un práctico generador automático de nombres configurable por sexo y país.
2.
Le hemos “puesto cara” de manera literal:
hemos buscado en Internet una foto de alguien que luce como imaginamos a Mireia
y se la hemos asignado a nuestra creación. Una nota al pie: para cumplir esta
tarea no vale buscar alegremente imágenes en Google.
Como toda creación
intelectual, una fotografía está protegida por derechos. Debemos estar seguros
de que estamos usando una fotografía cuyo propietario autoriza expresamente
este tipo de uso, y hay herramientas que facilitan esta tarea. Por ejemplo, en
<UlFaces.com> hay retratos donados por usuarios par su empleo en
prototipos. La red social de fotos Fickr tiene millones de imágenes licenciadas
por sus creadores bajo el marco Creative Commons. Muchas de ellas permiten su
utilización incluso en proyectos comerciales.
3.
Objetivos:
Todos nos movemos en nuestra vida por objetivos. Esos objetivos guían nuestras
acciones y decisiones cotidianas. La creación de la persona es el momento ideal
para identificar cuáles son los objetivos de nuestra nueva criatura, porque nos
resultarán imprescindibles muy pronto. Nuestro cliente potencial.
4.
Ahora que hemos convertido lo que hasta
hace un minuto era un dato frío en un estudio de mercado, podemos añadir otros
detalles importantes para nuestro proyecto, en particular los hábitos digitales de la persona. ¿Cómo se conecta a Internet Mireia? ¿Con qué dispositivos? ¿A qué
horas? ¿Con qué frecuencia?
¿Cómo presentar estos datos? Con una sencilla búsqueda en Google
puedes encontrar infinidad de plantillas para construir tus propias personas.
El modelo que utilizamos combina elementos clásicos de varias de ellas: foto,
nombre, objetivos, datos personales, frases características…
¿Para qué necesitamos personas? Cualquier hotelero sabría contestar
a esta pregunta.
Por ejemplo, supongamos
que estamos en una reunión de trabajo, en un periódico o revista online,
decidiendo qué botones, para compartir contenido en redes sociales, se añadirán
en la plantilla de artículo. ¿“Ponemos el botón de Facebook?”, nos preguntamos.
¡Claro! Facebook llega al 95% de la
población online española. Nuestro
usuario elástico es parte de ella. ¿Y Twiter? ¡Por supuesto! No tiene la
penetración de Facebook, pero seguro que a nuestro usuario elástico le encanta.
¿Google Plus? Hombre, dicen que sirve para reforzar el posicionamiento en
buscadores, así que vamos a ponerlo también. ¡Y Menéame? Entonces también
pongamos los botones de otros sitios similares, como Digg y Reddit. Y no nos
olvidemos de Pinterest, que a nuestro usuario elástico seguro que le gusta coleccionar
fotos. Antes de que podamos detenernos a pensar, nuestra plantilla de artículo
tiene más botones que una sotana.
Preguntas
y respuestas sobre las personas. Creamos personas para ver más
allá de las estadísticas. Poner foco en una sola persona es el camino
para ser útil a muchas.
1.
¿En qué información me baso para
construir las personas de mi proyecto?
2.
Pero… ¿estos no son los “segmentos” socio
demográficos de toda la vida? Sí y No.
3.
No puedo aplicar esta técnica porque mi
producto se dirige a más de una persona.
4.
¿Cómo elijo mi persona primaria?
5.
¿No estoy negando a los demás usuarios de
mi producto si me concentro sólo en uno? No.
6.
¿No hay excepciones a esta regla de la
persona primaria? Sí.
7.
¿Quién es la persona primaria cuando hay
intermediarios? La persona primaria es siempre la que está de cara ante el
producto, interactuando con él, aunque su rol sea el de un intermediario.
¿Y ahora qué?
Productos y Negocios Digitales – 2b
El
Segundo Prototipo: El
Contenido.
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