Lorenzo de Ara
Que Trump es un bocazas. Eso dice Inocencio Arias, un
diplomático español ya retirado y que disfruta de gran notoriedad en algunas
televisiones de nuestro país. Un tipo simpático, amén de profundo conocer de la
realidad internacional. Muy crítico, por cierto, con José Luis Rodríguez
Zapatero cuando ejerció las funciones de presidente del Gobierno español.
Pero a lo que vamos. Que Trump es un bocazas, lo sabemos.
Ha nacido para ser un bocazas. Fuera y dentro de la Casa Blanca. Más allá del
Despacho Oval. En las redes sociales. En cualquier conversación telefónica con
otro mandatario mundial. Trump no está para ser un actor secundario.
Sin embargo, los bocazas en la política abundan por
doquier. Señores y señoras que hablan
más de la cuenta. Políticos que no aprendieron a callar en su día. Y como
hablan sin parar, eso les lleva a hacer el ridículo. Pero a veces no solo hacen
el ridículo. A veces, para desgracia de los vecinos, esos bocazas, aunque estén
en la oposición, estorban, obstaculizan, paralizan proyectos, generan
crispación, gangrenan la convivencia pacífica.
Puerto de la Cruz tiene bocazas en la política. ¿Los hay en
el Gobierno? No lo dudo. ¿Los hay en la oposición? Doy fe. Pero no me pidan que
facilite el nombre del bocaza mayor del reino que existe en la bancada obligada
a fiscalizar al gobierno portuense.
Tiene muchos defectos políticos. El más grave y el más
visible, es el que también sufren otros bocazas que se reparten por
consistorios de nuestro norte. La soberbia. Una soberbia mesiánica. Sin atisbo
de humildad. Como si la izquierda (la oposición es pura y dura izquierda en el
Puerto de la Cruz) gozara de legitimidad para soltar todos los disparates,
desmanes y sandeces. Pero no todos los componentes de la izquierda son como el
bocaza al que me refiero sin dar pistas (¿o sí?) sobre quién es.
Por cierto, que una muestra más de la torpeza que hoy y
siempre sacudirá las entrañas de la izquierda, es la que, por ejemplo, se vivió
hace pocas fechas en la toma de posesión del acta de concejal de la nueva
representante socialista. Los ediles de ACP, así me lo cuentan, se pasaron por
el arco del triunfo los rigores del protocolo. Así son ellos. Políticamente,
siempre políticamente, los metería en un cubo de hielo.
Dios perdona, lo sé, pero yo es que con cierta izquierda no
voy ni a la vuelta de la esquina.
P.D. O se pone las pilas el PP nacional con la corrupción,
o muchos españoles, el caso de un servidor, democristiano convencido, tendrá
que optar por quedarse en casa y pasar de ir a votar. Demasiado cedemos para
que además nos tomen el pelo en lo que tiene que ver con este feo y nauseabundo
asunto, y con la justicia social, hoy ausente de la “gran” política que
practica Mariano Rajoy Brey.
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