Lorenzo de Ara
Leopoldo López está metido en un
agujero. Injustamente. ¡Maldito seas! Como él, otras cien personas se
encuentran encarceladas y son presos políticos. ¡Maldito seas! Como ellos, el
pueblo pasa hambre, sufre muchas carencias. ¡Maldito seas! No existe democracia,
por tanto; la libertad de prensa y la libre circulación de ideas están
prohibidas. ¡Maldito seas! Venezuela se muere. ¡Malito seas!
Maldito seas, Pablo. Sí, Pablo
Iglesias. Tú y los tuyos representáis lo peor de la naturaleza política. Sois
la gangrena capaz de llevar a la tumba a una sociedad despistada, asqueada,
cierto, por la corrupción, por la desidia de los partidos tradicionales y
porque el sistema yace adormecido por una partitocracia corrosiva. Pero tú y
los tuyos no sois la respuesta. No sois la herramienta más útil para dejar
atrás este presente de calamidades, de zafiedad intelectual, de salvaje
capitalismo que convierte en dios al dinero y despoja de derechos a los más
débiles.
Pablo Iglesias, tú sólo eres
parte del mal que ha cobrado fuerza porque el pueblo, libremente, también se
equivoca. En su cabreo, natural, es capaz de elegir lo peor. Y lo peor en esta
España decrépita, es lo que representa Podemos, lo que tú vociferas en teles a tus
servicios, entre periodistas zarrapastrosos que anhelan la llegada del infierno
político.
En el Congreso enseñas y haces
gala de lo que eres en realidad. Eres un matón. Amenazas con tus puños. Enseñas
los dientes para dejar claro que estás dispuesto a morder.
Oh, Pablo, cuanto deseo tenerte
a mi lado. Tenerte cerca, a un palmo de mi nariz. Oler tu mierda ideológica y
decirte mirándote a los ojos que eres un cobarde, un ser miserable. ¿Por qué?
Sencillo. Mientras demócratas de
España se unen para pedir la liberación de Leopoldo López, la liberación del
resto de los presos políticos; mientras se unen para exigir que la democracia
retorne a Venezuela, tú, los tuyos, y entiendo que los cinco millones que
votaron a Podemos, hacéis lo contrario. Tú por ejemplo ríes y bailas y mueves
la melena al viento como el león mesiánico de Podemos.
Maldito seas, Pablo. Maldito
sean los tuyos. Maldito sea el comunismo y maldita sea una democracia que
permite dar juego a partidos que no persiguen otra cosa que la destrucción de
la convivencia pacífica.
Quiero oler tu mierda. Quiero
oler tu cobardía. Quiero oler tu maldad. Quiero arrollarte con la palabra.
¡Maldito seas, Pablo! ¡Maldito
seáis!
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