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El psoe hace aguas y ha perdido la estabilidad interna. Sus puntos de anclaje para mantener el sistema de equilibrios se ha ido a hacer puñetas.
El abecedario tributario que ha manejado Pedro Sánchez por orden de Podemos se destripa.
El sufrimiento de los ciudadanos jamás ha figurado en la agenda del psoe.
Sin embargo, con las urnas amenazando hecatombe electoral, la rosa tóxica pone a funcionar la máquina de la propaganda para que las mentiras se conviertan en el alimento más sano.
No tiene crédito el psoe para ganar en el campo de la razón y las ideas, pero otra cosa es la política del presente.
Los socialistas en el gobierno de España y en muchas de las regiones tienen la demencia metida en el cuerpo. Orinan y defecan demencia. Si ellos bajan impuestos, quedan a salvo los servicios esenciales. No se tocan. Faltaría más. Los socialistas siempre defendiendo a los pobres que ellos fabrican en serie.
Pero si los mismos impuestos son tocados, a la baja también, por los fascistas del PP o de cualquier otro partido a la derecha de la verdad absoluta que representa el psoe, entonces se derrumban los servicios esenciales, mueren los viejos, mueren los niños, se cierran los hospitales, se termina la escuela pública y es el advenimiento del Duce y el Führer en la todavía llamada España.
Los socialistas claudican y corroídos por el miedo ante las futuras elecciones regionales y municipales ven peligrar la poltrona y el dinerito facilón. Se cagan por las patas pabajo. Se les hace mierda el chiringuito y la gente, la que vota, inmisericorde y más gilipollas que nunca, pues vota PP y vota Meloni en Italia, se mueve por las calles como si la decisión estuviese ya tomada. Al buen entendedor pocas palabras bastan. “Ya no me trago tus cochinas mentiras, socialista”.
Si usted lee en un periódico de verdad que “Montero se queda con 800 euros de cada familia por no deflactar el IRPF” y que esta realidad impacta de lleno en la llamada clase media española, a lo mejor pensará lo mismo que yo. Estos socialistas son una plaga. Arruinan, esquilman, empobrecen y matan de hambre. Pero al mismo tiempo, esos mismos socialistas en la Moncloa y en los ministerios declaran la guerra y mantienen el pulso a la Unión Europea. Algunos barones sociatas mantienen el cuerpo erguido gracias a la sobredosis de Fortasec, pero el psoe es un componente más de nuestra gastroenteritis económica y social.
Lo que necesita España y tantas ciudades es poner fin a la cabalgadura socialista.
Huele a que el socialdemócrata Feijóo tiene un pie en Moncloa, y con él el PP, donde hace tiempo que ya no caben todos los que no están en la izquierda. Los que no están en el centro. Los que, por ejemplo, no ven anormalidad en Italia con la victoria del centro derecha.
¿Qué vendrá tras la rendición del sanchismo? La historia se repetirá. Se oirán las voces cacareando lo de advertimos que con el PP se terminó el estado del bienestar social. Arderán las calles, ¿volarán trenes?, ¿volverá ETA a poner de moda el tiro en la nuca? No habrá paz para un gobierno, el que sea, donde no esté el psoe. Y mucho menos habrá paz social en España.
Lo malo está presente en nuestras vidas con la peor izquierda en el poder, pero en la derrota, esa misma izquierda nos llevará al temido enfrentamiento.
La inflación nos da un leve respiro y la subyacente cal al 6,2, lo que significa que aún está por las nubes. Ya verán cómo algún vocero del rojerío patrio pontifica que España ha dejado atrás la crisis.
Mientras, el socialista Vara, al frente de Extremadura, anuncia para 2023 la mayor bajada que se haya hecho nunca de tasas y precios públicos en la región.
Si lo hace la derecha en Madrid, Andalucía, Castilla y León, Murcia y Galicia, entonces es que los ricos se forran y los trabajadores serán más pobres.
Los socialistas desautorizan y descalifican a millones de españoles si ejercen la libertad y se niegan a conceder más crédito a un partido que está hecho para fabricar miseria.
Al
psoe le queda el napalm para hacer inservibles las urnas.
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