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sábado, 10 de septiembre de 2022

LA CARTA

Lorenzo de Ara

Mi amigo “Guadix” (así lo llamo desde que hicimos juntos la mili) escribe cartas. Me las escribe. Y no acepta el mensaje vía móvil. En realidad, no usa móvil. El epistolario es el sacrosanto utensilio que hace del ser humano una criatura borgiana. Dice. Tiene los sesenta años y vive tan a gusto sin internet. La tele, ni nombrársela. La radio, si acaso media hora al día. De los periódicos no sabe nada. Se informa por el boca a boca. Entras a la casa de mi amigo y sólo ves libros. Libros y más libros. Era profesor de instituto. Lo jubilaron o se jubiló o yo qué sé qué carajo pasó, pero hace algunos años que vive bien sin tener que soportar a esos hijos de la gran puta que llenan aulas y no se enteran de nada porque no quieren enterarse de nada y en este mundo de hoy lo mejor es dar por culo y que te den con sobresalientes y aprobados de todo a cien. Ha escrito dos novelas y son buenas. Novelas históricas, entretenidas, con un 60 por ciento de rigor y un cuarenta por ciento de ficción.

La primera que publicó lleva por título “El alcalde bufón”, y cuenta la historia de un hombre que en el siglo de oro convence a los vecinos de su pueblo para apilar sueños y más sueños en la plaza con el fin de llegar a la Luna y hacerla propiedad del pueblo. El alcalde bufón para mí que tiene una mala leche de aúpa, y en la ficción veo la cara de un monigote desgraciado que podría ser un personaje perfecto de una de las tres obras más famosas de Lagerkvist. 

“El Rabadán”, su segunda novela, es la historia de un palote de tipo que tenía maestría sin igual en la conducción del rebaño trashumante. Cara de judío y con más mala leche en el fondo que la marzadga. También transcurre en el siglo de oro.

De la primera se vendieron casi mil trescientos ejemplares y de la segunda se rozaron los mil. Nada mal.

Volviendo a la carta de “Guadix”, en ella, sabiendo que tengo en mi humilde biblioteca las novelas “Mi Antonia” de Willa Cather y “El Despertar” de Kate Chopin, me pide que le preste los libros y que antes de diciembre estarán de vuelta.

Claro, lo del libro electrónico es un aberrante invento del que Guadix reniega y no quiere saber nada. Así que, una de dos. O sí; los libros van para Granada, o dos; los libros se quedan en casa porque servidor, y él lo sabe demasiado bien, no presta libros ni a los hijos.

La respuesta, que debe estar a punto de llegar a las manos de mi único amigo al que no veo desde hace más de diez años

“Hola Guadix.

Qué alegría saber que ya trabajas en una próxima novela. Me alegra saber que Matilde está bien y que la pequeña María, con veinte años ya, es una joven a punto de terminar Biología y con afición a leer y a escribir. Ya sabes que, en lo referente a leer, Matilde es para mí un ejemplo de delicatesen. Tú yo estamos un escalón o dos por debajo de ella. Creo que María también nos terminará superando.

Me preguntas por el curro y como te conté en la anterior carta, sigo en paro y sin expectativas de encontrar un trabajo. A mis sesenta años y con un currículo de mierda, querido amigo, el panorama no pinta demasiado bien.

Eso sí, asisto a cursos presenciales que organiza el ayuntamiento de la ciudad donde vivo y me lo paso pipa aprendiendo inglés, negocio y comercio online, community manager; hasta tengo ya una certificación de mozo de almacén, el carné de manipulador de alimento, atención a personas sordociegas, lenguaje de signos, sensibilización medioambiental, y ahora estoy con un curso chupi guay que va de atención a los escolares en el transporte.

Así transcurre la vida de este canario.

Ah, por cierto, en cuanto a los libros que me pides, ya sabes lo que siempre respondo: si yo los tengo, tú debes hacer lo mismo. ¡Cómpralos, mamón!

En una próxima carta me extenderá mucho más. Quiero contarte tantas cosas. Y te prometo que no escribiré nada de nuestras correrías por Toledo, Madrid, Granda, Guadix, Sevilla, aquella vez que bajamos a Málaga, o cuando una semana después de la blanca nos subimos a un autobús y terminamos en San Sebastián. ¡Qué pasada de ciudad! ¡Qué semana!

“Mi Antonia” y “El Despertar” se quedan aquí.

Que te quiere, tu amigo,

El canario.

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