Evaristo Fuentes Melián
Notas de mi Diario: El entierro de <Lito Carrasco>
fue en La Orotava, la tarde del miércoles 2 de julio de 1958. Completo de mi
DIARIO escrito entonces, algunas de mis vivencias de aquel mes y año, julio de
1958.
Era a comienzos
del verano, y me habían suspendido del curso Selectivo de Aparejadores la
asignatura Descriptiva. Por la mañana, en el coche de Saso (Isaac Valencia),
vamos a Santa Cruz a recibir clases particulares del profesor de la asignatura,
don Serafín Junquera de la Piñera. Este profesor daba clases también en la
Escuela de Comercio, de Santa Cruz de Tenerife; era una persona de edad
avanzada, muy lisonjera, bromista y cachonda; también nos daba clases de
Matemáticas y Analítica, y cuando dibujaba las coordenadas para ecuaciones de
segundo grado, con abscisas y ordenadas, si salía una curva pronunciada,
comentaba en plan de broma: “estas son las tetas de Sofía Loren” …
El local donde
don Serafín daba las clases particulares estaba en su vivienda, en una
transversal esquina de la Rambla de Pulido, de Santa Cruz, que aquellos años
todavía era casi toda de casas terreras, de poca altura, que luego se fueron
demoliendo paulatinamente, para construir nuevas edificaciones, hasta
convertirla al paso de los años, en una importante vía urbana de edificios de
altura.
Regresamos a La
Orotava al mediodía, después de la clase, en el coche de Saso. El padre de Saso
era un empresario de la Carpintería, serio y ejemplar; responsabilizaba sin
aspavientos a su único hijo varón, y durante el curso le cedía su coche para
que fuera a La Laguna al Colegio Politécnico, de la calle de San Agustín junto
al Obispado, donde se ubicaba entonces la Escuela de Aparejadores. Saso tenía
veinte años de edad y yo diecinueve.
Por la tarde de
aquel día, de cuatro a seis, voy a estudiar con Saso en su casa, situada junto a
la carpintería, anexa al edificio de la <Juventud Católica>, que pocos
años después fue en parte demolido, para fabricar el Puente actual entre la calle
de La Carrera y la calle del Calvario.
En mi diario
queda escrito que después de las seis de la tarde fui al entierro de <Lito
Carrasco>, que murió muy joven, a los veinte y pocos años de edad, cuando
era estudiante de Medicina en Granada; fue una muerte muy sentida en La
Orotava, conozco a algunas chicas orotavenses que estaban enamoradas de Lito y
querían pescarlo para noviazgo. Algunas de ellas también fallecieron muchos
años más tarde…
Terminé ese día
en el Liceo viejo (calle de San Agustín, hoy <Tercera Edad>) y fui a
pasear en la Plaza del Kiosco con Chago (Santiago Estévez) y nos vamos a tomar
una copa de vino al bar Tapias, que hoy en día sigue abierto y funcionando espléndidamente
sesenta y un años más tarde. Al final del aperitivo cogimos la guagua urbana,
apodada La Calducha, a las diez de la noche, para retirarnos a nuestros
domicilios respectivos en la Villa Arriba.
¡Qué tiempos! Lito
Carrasco se fue como tantos otros, pero estas vivencias quedaron escritas en mi
diario, para recordarlas con cierta emoción, cuando se inicia el verano del año
del Señor de 2019.
ESPECTADOR
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