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viernes, 28 de junio de 2019

EL ENTIERRO DE Y SU CONTEXTO, CON MIS VIVENCIAS EN LA OROTAVA, AQUEL MES Y AÑO: JULIO DE 1958


Evaristo Fuentes Melián

Notas de mi Diario: El entierro de <Lito Carrasco> fue en La Orotava, la tarde del miércoles 2 de julio de 1958. Completo de mi DIARIO escrito entonces, algunas de mis vivencias de aquel mes y año, julio de 1958.

Era a comienzos del verano, y me habían suspendido del curso Selectivo de Aparejadores la asignatura Descriptiva. Por la mañana, en el coche de Saso (Isaac Valencia), vamos a Santa Cruz a recibir clases particulares del profesor de la asignatura, don Serafín Junquera de la Piñera. Este profesor daba clases también en la Escuela de Comercio, de Santa Cruz de Tenerife; era una persona de edad avanzada, muy lisonjera, bromista y cachonda; también nos daba clases de Matemáticas y Analítica, y cuando dibujaba las coordenadas para ecuaciones de segundo grado, con abscisas y ordenadas, si salía una curva pronunciada, comentaba en plan de broma: “estas son las tetas de Sofía Loren” …

El local donde don Serafín daba las clases particulares estaba en su vivienda, en una transversal esquina de la Rambla de Pulido, de Santa Cruz, que aquellos años todavía era casi toda de casas terreras, de poca altura, que luego se fueron demoliendo paulatinamente, para construir nuevas edificaciones, hasta convertirla al paso de los años, en una importante vía urbana de edificios de altura.

Regresamos a La Orotava al mediodía, después de la clase, en el coche de Saso. El padre de Saso era un empresario de la Carpintería, serio y ejemplar; responsabilizaba sin aspavientos a su único hijo varón, y durante el curso le cedía su coche para que fuera a La Laguna al Colegio Politécnico, de la calle de San Agustín junto al Obispado, donde se ubicaba entonces la Escuela de Aparejadores. Saso tenía veinte años de edad y yo diecinueve.

Por la tarde de aquel día, de cuatro a seis, voy a estudiar con Saso en su casa, situada junto a la carpintería, anexa al edificio de la <Juventud Católica>, que pocos años después fue en parte demolido, para fabricar el Puente actual entre la calle de La Carrera y la calle del Calvario.

En mi diario queda escrito que después de las seis de la tarde fui al entierro de <Lito Carrasco>, que murió muy joven, a los veinte y pocos años de edad, cuando era estudiante de Medicina en Granada; fue una muerte muy sentida en La Orotava, conozco a algunas chicas orotavenses que estaban enamoradas de Lito y querían pescarlo para noviazgo. Algunas de ellas también fallecieron muchos años más tarde…

Terminé ese día en el Liceo viejo (calle de San Agustín, hoy <Tercera Edad>) y fui a pasear en la Plaza del Kiosco con Chago (Santiago Estévez) y nos vamos a tomar una copa de vino al bar Tapias, que hoy en día sigue abierto y funcionando espléndidamente sesenta y un años más tarde. Al final del aperitivo cogimos la guagua urbana, apodada La Calducha, a las diez de la noche, para retirarnos a nuestros domicilios respectivos en la Villa Arriba.

¡Qué tiempos! Lito Carrasco se fue como tantos otros, pero estas vivencias quedaron escritas en mi diario, para recordarlas con cierta emoción, cuando se inicia el verano del año del Señor de 2019.

ESPECTADOR

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